Bienvenidos a la 6ª Edad de los hombres
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 (Primera Campaña) Capitulo I. Rumbo al Sur

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kang
Gandalf el blanco
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MensajeTema: (Primera Campaña) Capitulo I. Rumbo al Sur   (Primera Campaña) Capitulo I. Rumbo al Sur Icon_minitimeDom Nov 22, 2009 8:34 pm

No es cuestión de prisa, si no de supervivencia. Puedo ir más lento pero seguro. Usted debería ser quien eligiese la ruta, por ser el guía digo yo. No obstante si he de decidir yo diría por el camino que bordea. Aunque sean veinte días.
¿No cree que deberíamos buscar más acompañantes para el viaje? Por seguridad decía.-

Andarión estaba confuso, parecía un tipo calmado, demasiado- para ser alguien que viaja a Alkadesh a averiguar si su familia seguía con vida tiene usted poca prisa.- -en fin alla cada cual- pensó Ankard

Ankard desplegó un viejo mapa de la zona sobre la mesa. Explicó a Andarión los pros y contras de de uno u otro camino. La posada se fue quedando vacía hasta que solo quedaron ellos dos. Por la tarde ultimaron los detalles del viaje a esas alturas todo el mundo había abandonado el dromedario. La primera parada de su viaje sería Adkuith. Un pueblo de montaña a unos 4 días del dromedario por la ruta de la montaña. Era una pequeña aldea allí se aprovisionarían para las siguientes jornadas. En los siguientes pueblos no merecía la pena comprar comida, aunque fuesen mas cargados los precios se disparaban. Además conocía al tabernero y seguro que le hacía buen precio.
Estaba anocheciendo cuando un hombre entro en el dromedario. Aunque sus ropas eran de viaje no parecía alguien dedicado a los caminos. La indumentaria era demasiado nueva y de buena calidad. Tampoco era de la zona y por supuesto estaba armado. Su mirada era fría y su paso seguro, una vieja cicatriz en la sien se perdía en el cuero cabelludo y no se la había hecho afeitándose, eso seguro.
Nada más entrar se sacudió el polvo del camino y se dirigió a la barra. Desde luego os echó un vistazo y saludó con un leve gesto.

-Buenas noches posadero, comida y alojamiento para esta noche.- en el silencio de la estancia sus palabras sonaron con total claridad.
Enseguida señor, usted no es de por aquí, ¿a que se debe su viaje? - Jan servía un plato de algo parecido a sopa al tiempo que preguntaba a su nuevo cliente, Jan era un cotilla sin igual, como buen posadero era capaz de sacar mucha información sin parecer nada grosero.
-Me dirijo al sur por negocios. Esperaba encontrar algún guía o caravana que llevase mi misma dirección. Seguro que usted podría ayudarme con este pequeño problema.-
-Al sur…- parecía que Jan siempre se rascaba el mentón cuando le hacían esa misma pregunta. Lo normal es que la gente hulla cuando se avecinan tiempos de guerra, supongo que usted intentará rescatar sus intereses antes de que los numeroneanos arrasen con todo. ¿Por cierto a que se dedica usted? -
Soy un simple intermediario. He de reunirme con un grupo de mercaderes para darles información de mi señor.-
-Veré lo que puedo hacer. Señor Aquí tiene su comida.-
jan dejó al nuevo cliente y llenó un par de jarras de cerveza. Ni corto ni perezoso se encaminó a la mesa de Ankard y Anarion.
Ese tipo de allí viaja a sur, quizás te interese ofrecerle tus servicios Ankard?

-Vaya... Parece que nuestro Señor Eru te haya escuchado, Anarion-Dijo Ancard- Va usted al Sur? -Pregunto el joven sin moverse de su sitio y levantando la voz.
-Asi es- Respondió el viajero.
-Casualmente nosotros 2 vamos hacia el Sur. Este es Anarion y yo soy Ancard, soy guía de caminos en este lugar y me dedico a llevar a los viajeros por buenos caminos hasta su destino. No quiero abusar de usted, pues todos queremos viajar hacia el sur, asi que con compartir sus comidas y bebidas conmigo, estoy dispuesto a llevarlos por buen camino hasta su destino.
-Sin duda es una inmejorable oferta-Dijo Jan.

Mi nombre es Drecon y con agrado acepto su oferta, por cierto ¿a donde se dirijen ustedes? es por ver si compartimos el mismo destino, para el tema de las provisiones y las jornadas de viaje.

Una vez hechas las presentaciones el grupo ultimó los detalles del viaje. Su primera parada sería el pueblo de Adkuith.

Ancard tomo la palabra. Conocia bien el lugar o al menos aparentaba conocerlo.Señalo los planos que tenia sobre la mesa y comenzo a hablar.
-el camino del desierto son 9 días, seis hasta la torre y tres desde la torres hasta al kadesh. Pero ese camino no nos conviene. Es sumamente peligroso.
Por la montaña son unos 20 días mas o menos, cada 4 o 5 días suele haber un pueblo o aldea hospitalarios. Mis únicos honorarios serian la comida, la bebida y el alojamiento en los pueblos que decidáis parar .Los vicios y bebida extra, lógicamente correrán a cuenta de cada uno.
Mi fin del camino es hasta que el ultimo de ustedes decida parar. Así que estaréis acompañados hasta el final.
Esa noche descansaron sobre un colchón cálido y mullido. Mas de uno tuvo la sensación de que no lo volverían ha hacer en mucho tiempo.
A la mañana siguiente cargaron las provisiones y emprendieron el viaje. Las colinas se perfilaron en el horizonte, como les relató Ankard esas colinas al principio suaves y redondeadas poco a poco iban a dar paso a afilados picos y profundos valles. El sendero discurría al principio dejando las colinas al sur pero pronto se internarían en lo profundo de las montañas.
Durante el camino Andarion se reveló como un aspirante a caballero de Narsil, una antigua orden de caballeros al servicio del rey, ahora emperador. Andarión parecía afable y confiado. Todo lo contrario de Drecon. Drecon escuchaba y prestaba atención a todo cuanto decían los otros dos y apenas habló de si mismo. Era mucho mas reservado
Ankard por su parte se mostró como un hábil guía. Para el pobre pago por sus servicios dio un trato muy profesional, escogiendo los mejores caminos y paradas. Dormir a salvo era tan importante como avanzar lo mas seguros posible.
Al segundo día de camino empezaron el camino de ascenso que no pararía hasta llegar a Akuith, enclavado en una meseta rodeada de picos afilados como las Ered Muil. Antiguamente esto eran tierras de lobos pero con el paso de caravanas y hombres de armas estos fueron esquilmados y los cánidos aprendieron a evitar a los hombres, los felices años de Sauron desaparecieron para los lobos. Según contaba la leyenda Sauron cruzó a los huargos con estos lobos para crear una subespecie destinada al rastreo. Poco aconteció a los tres viajeros durante estos tres días de viaje.
Por fin a la tarde del cuarto día llegaron a su destino la ciudad de Akuith. No pasaron mucho tiempo en ese pequeño pueblo y siguieron hasta Has-vaart un pueblo escondido en lo profundo de las montañas, pocos conocían el sendero por el que Ankard los guió. Según el guía tomando ese camino ahorrarian un par de días y lo mas importante evitarían a los salteadores de caminos que solían apostarse en el sendero principal.
Este sendero era estrecho y peligroso, discurría a los pies de un barranco y no era apto para caravanas, mas de una vez tuvieron que desmontar para guiar a sus caballos. Pero por fin llegaron a su destino, sanos y salvos. Ankard había demostrado con creces su valia.

Desde la última vez que Ankard estuvo aquí el pueblo había cambiado, una muralla de adobe rodeaba el pueblo, la madera era demasiado escasa como para utilizarla en una empalizada. Con todo, las puertas estaban abiertas. Nada mas resonar los cascos de los caballos en la calle principal las puertas y ventanas de las casas empezaron a cerrase. El intenso olor a humanidad desprendido por el pueblo fue sustituido por el del miedo.
Unas cuantas mujeres que paseaban por la calle salieron despavoridas nada mas ver a los tres hombres a caballo. En cuestión de segundos el ruido de portazos y cerrojazos cesó para dar la bienvenida al silencio. Recorrieron todo el pueblo hasta llegar a la posada. Allí desmontaron y se dispusieron a entrar en la taberna.
Todo era muy raro una nueva muralla sin signos de batalla. Las pocas mujeres que se encontraron huyeron nada mas verlos y no encontraron ni un solo hombre en todo el pueblo

-Si que es hospitalaria esta gente Ankard- bromeó Andarion – No se que pasa pero esto hace dos años no estaba así, el pueblo no era tan sombrío y siempre se alegraba de viajeros.- resolvió Ankard. La amplia avenida y la espaciosa cuadra daban fe de las palabras de Ankard. Ese pueblo estaba diseñado para el paso de las caravanas.

Al entrar en la taberna el ambiente no fue mucho mas calido un grupo de hombres les estaba esperando o eso fue la sensación que recibieron nada más entrar, como si supieran que unos extraños iban a entrar en ese momento.

Antes incluso de llegar hasta la barra un fornido haradan con cara de pocos amigos se adelantó hasta ellos, ese hombre podría haber derretido el frío hielo de los losostt con solo mirarlo. No le dio ningún reparo acercarse a ellos solo, detrás tenia a algunos compinches aunque por su actitud parecía capaz de resolver el problema de tres a uno el solo. No dudó mientras se acercaba a inspeccionarlos uno a uno.
-buenas tardes- fue lo primero que dijo aunque su tono no era precisamente el de un amigo y sin esperar respuesta les increpó- quienes son ustedes y a que han venido al pueblo-


Ancard se sintio pequeño, los haradrim solian ser gente de baja estatura, al contrario que sus primos negros del sur y él con su poco mas de 1,70 tenia que mirar hacia arriba para enfrentar sus ojos con los este haradan. Sin embargo, nunca se sintio intimidado, habia lidiado con hombres mucho mas altos que el. El joven sonrio afablemente, levemente para no parecer estupido, pero si seguro y confiado y respondio:
-Solo somos viajeros de paso. No buscamos problemas, noble caballero.-Mostro sus manos vacias para mostrar sinceridad y dar confianza al agresivo sureño.Rapidamente busco de reojo el respaldo de algun posadero conocido. Como bien le habia enseñado su tio, estaba bien hacerse "querer" en los pueblos por los que pasaba y los posaderos, siempre eran una muy buena opcion o como decian en otros lugares "hay que tener amigos hasta en el palio".

-viajeros eh, eso está por ver- el haradan rondaba el metro noventa y no era precisamente una caña vestida, era robusto como un buey y si Ankard le mostró un afable sonrisa el harad no correspondió con una propia, en cambio seguía mostrando una dura mirada.
-y ¿a donde van, si pude saberse?-
Ankard no vió a nadie detras de la barra, el viejo toby, dueño de aquella posada no estaba por ningún lado. y maldijo en silencio su mala suerte. estaban en inferioridad numerica y todos los hombres estaba armados, aunque ninguno de ellos había sacado su arma aún.


Adnarión sopesó la situación, Miraba por detrás del haradan; había cuatro hombres armados con espadas cortas, aunque no llevaban armadura alguna su numero era mas que suficiente para intimidarlos además estaba la bestia que hablaba. Había que evitar la confrontación. Adnarión aún no tenía plena confianza en sí mismo en cuanto a las artes del combate. No sabía como se desenvolvía su compañero de viaje Drecon. Parecía que Ancard tenía la situación controlada pero quería que supiera que no estaba solo por si las cosas se ponían mal.
Adnarión se situó muy cerca de Ancard, pero no a su altura, un paso por detrás; quería que su guía se sintiera arropado pero no quería hacerlo descaradamente para que el bárbaro Haradan no se lo tomase como un acto de agresión. Colocó su escudo de blasón delante para que nadie pudiera ver como asía su espada. Todo dependía de Ancard.

-no te pongas nervioso chico, yo de ti retiraría la mano de la empuñadura - dijo uno de los haradan que estaba en la esquina. Desde su angulo podía ver con claridad todos los movimientos de los tres individuos.
-no queremos un baño de sangre, simplemente responded, quienes sois y a donde vais y por supuesto nada de mentiras o trucos, no tenemos intención de cavar mas tumbas- sentenció tranquilamente.
Los haradan no eran precisamente unos jovenzuelos, salvo el mastodonte todos pasaban los cuarenta y alguno que otro lucía un vendaje. estaba claro que alguien los había escarmentado y no tenían ganas de de repetir la experiencia

-Señores si me atienden un momento les explicare el motivo de nuestra visita. Drecon tomó aire para hacer una pausa y relajar el ambiente- Salimos del Dromedario tuerto por el camino de montaña para ir al sur, simplemente somos viajeros como bien ha dicho nuestro guía por lo cual solo estamos aquí de paso y sin ganas de dejar mucha huella - termino diciendo Drecon a la misma vez que se sentaba en una silla que había cerca.

-al sur eh, en el sur solo hay numeroneanos y si van para allá es que son amigotes suyos, acabemos con estos desgraciados y un problema menos- ya no hay viajeros por estas tierras son espías - dijo uno de los haradan detrás del mastodonte.
drecon empezó a arrepentirse de haberse sentado tan pronto

la situación se caldeaba por momentos y Adnarión temía lo peor
-Teniendo en cuenta que solo somos viajeros que nos dirigimos al sur, y hemos parado aquí para pernoctar y nos dan este recibimiento. Parece normal ponerse nervioso. Como dice mi compañero, no buscamos problemas, solo un lugar donde dormir y aprovisionarnos para seguir nuestro viaje.-
Adnarión contestó en un tono neutro, nada agresivo y alzando lentamente la mano para que la pudiera ver bien.
-tu que crees Shuza son viajeros o espias- dijo el de la esquina
-el mastodonte le respondió sin apartar la mirada de los tre hombres.- lo vamos a saber muy pronto, si son viajeros a ¿que van al sur? dígannos que es eso tan importante por lo que se van a meter en una zona en guerra, o simlemete van por placer.- la ironía de sus palabras denotaba que se estaba quedando sin paciencia. Estaba claro que no les convencía la idea de que tres personas se les atojara ir al sur así porque si.



Tranquilos caballeros- Dijo Ancard- Estamos con ustedes, ya se ha vertido demasiada sangre, sobre todo por su parte. Repito que no queremos problemas. Queréis saber donde nos dirigimos? está bien: vamos a Al-Kadesh. Algunos de nosotros tenemos familia alli y sabemos que están en una situación complicada. Estamos preocupados y vamos en su busca. Yo hago de guía por estas tierras, por eso conozco al posadero de este lugar,Tobi se llama, Cierto?
El os podra confirmar que somos gente de fiar. No somos espías, a mi ni siquiera me interesa esa guerra, solo intento ganarme la vida.

Los haradan se relajaron todos menos Zuhsa que seguía tenso- vamos a ver si lo que dices es cierto, depositad las armas envainadas en esa mesa y acompañadnos, si el viejo Tobias te corrobora podéis daros por salvados-
Ankard fue el primero en hacerlo e instó a sus compañeros a imitarlo, uno a uno fueron dejado todo el arsenal encima de la mesa. acompañaron a los harandan detrás de la barra y bajaron por unas escaleras al sótano. Ankard nunca había estado allí, el sótano era enorme y según dedujo antes habría sido un buen escondite para el contrabando ahora hacia las veces de hospital. Unos cuarenta hombres estaban tendidos en camastros, algunos con heridas leves pero en su mayoría bastante graves.
- los numeroneanos han desembarcado a lo largo de toda la costa reclutando hombres, todo aquel que osó negarse ha sido asesinado o mutilado como sabréis ha comenzado la guerra con los Numeroneanos Negros de Umbar, éstos quieren apoderarse de toda la costa. El ejército haradán es mucho menos numeroso y menos preparado. Apenas está organizado, pues es un pueblo poco acostumbrado a luchar. Están intentando conseguir el apoyo de los pueblos de Gondor para que frene esta situación. Mientras, el ejército enemigo es grande, bien organizado y se refuerza reclutando orcos de Mordor y mercenarios de cualquier raza, su asalto al harondor es inminente. Estos hombres son algunos de los supervivientes de los pueblos de la costa y de los renegados de Al-kadesh.
Tobi ven aquí- un viejo haradan se acercó al grupo- valla valla si es el joven Ankard, como has crecido chico ¿y tu viejo tío donde está?
-Murió tobi de una grave pulmonía hace ya casi seis meses en el lejano norte.- lo siento Ankard veo que la desgracia se cierne sobre todos nosotros.-
La imagen era desoladora el olor a muerte lo impregnaba todo, los quejidos y algún que otro llanto acompañaban la deleznable escena. Los numeroneanos habían hecho un buen trabajo, dejar heridos era mejor que masacrarlos a todos, sabían que los haradan no dejarían morir a hermanos y eso les complicaría la logística, tendrían que gastar los escasos recursos y hombres para atender a unos heridos que no empuñarían un arma nunca más.
-Tobi ¿conoces a alguno de los otros dos?, puede que el guía sea de fiar pero y sus compañeros, puede que lo contratasen para que los guiase por caminos que solo el conoce y así poder informar a los numeroneanos. – Zuhza no terminaba de fiarse del grupo y no pararía hasta quedarse satisfecho. – lo siento Zuhza no se quienes son estos dos-
en ese momento Andarión se encaminó a uno de los camastros. Tumbado en el jergón había un hombre inconsciente tostado por el sol, su aspecto era muy grave, llevaba un blasón manchado de sangre en el pecho un escudo romboide dividido en cuatro cuadros, el superior derecho e inferior izquierdo azules, el superior izquierdo e inferior derecho blancos. En medio, una corona atravesada verticalmente por una espada.
¡!!Trebor no! Dijo al tiempo que se arrodillaba junto al herido.
-¿Lo conoces?- preguntó Suhza extrañado -es mi hermano mayor- dijo entre sollozos Adnarión –¿ se recuperará? Sus heridas son muy graves, no creemos que pase de esta noche, calló herido al intentar un rescate fallido en el pozo de esclavos de Al-kadesh, vuestro padre fue hecho prisionero en la toma de la ciudad, tu hermano y yo liderábamos un grupo de rescate pero fuimos sorprendidos, alguien nos delató. Siento haber dudado de ti, te dejaremos a solas para que paséis juntos sus últimos momentos.
Adnaríon se precipitó sobre su hermano pero al auscultarlo descubrió que su pecho ya no respiraba. Había llegado tarde.
-Ha muerto- fue lo primero que dijo Adnarión.
Pues véngalo, únete a nosotros yo te prometo que si te unes a mi intentaremos rescatar al resto de tu familia y de paso nos llevaremos por delante a alguno de esos hijos de puta- dijo Suhza poniendo una mano en el hombro de Adnarión- ayudadme unios a nuestra causa por la defensa del harondor para impedir que crímenes como estos sigan cometiéndose que decís, ¿nos ayudareis?



Adnarión miró primero a Ankard y luego a Drecon. "Tengo que ir. He de salvar a mi familia. He de rescatarlos. Me preocupa más su suerte que la venganza, pero en cualquier caso no puedo dejarlos allí".
Parecía una explicación más que una pregunta. Pero todo seguía en el aire. El dolor, la incomprensión, la apatía, se abrían paso en el rostro de Adnarión.


ciertamente yo no estoy aquí para luchar en la guerra-Dijo Ancard- Puede que parezca una locura, pero mi tio fue mi ejemplo a seguir. Estuvo largos años en la armada Gondoriana, y estar en un ejercito seria seguir su camino, aun soy joven y tengo mucho que aprender. Asi que , terminare mi trabajo, os llevare hasta el sur ,si es preciso y una vez resuelto todo, entrare en la guerra Haradrim.
Eso si, quiero dejar una cosa clara, haradan-Dijo dirigiéndose a Zuhsa- Yo soy muy sincero. Mi sangre es de Dagorlad, asi que no penseis que luchare a vuestro lado por amor a vuestra tierra. Llámame mercenario, pero es lo que hay. Conozco bien los caminos de estas tierras y no soy mal explorador. Ya se que no será mucho, pero cuanto vais a pagar? y cuando lo iremos recibiendo?- Ancard permaneció serio. Cuando se trataba de negocios, la frivolidad era lo ultimo que saldría de la boca y del aspecto del chico. Había dejado claro sus intenciones, sin parecer una comadreja y si un profesional.

Nosotros no disponemos de mucho dinero si es a eso a lo que te refieres, pero ¿y si te recompensáramos con un buen caballo al terminar el trabajo? mas lo que obtengas como botín durante el mismo, claro está. ¿Aceptarías?


No estoy pidiendo una fortuna, tan solo ganarme la vida como profesional de esto. Si la tropa cobra 3 monedas de bronce al mes, bienvenidas seran.- respondió Ankard
-quizás no me he expresado con claridad- le contestó Zuhza- no vamos a formar parte de un ejercito profesional o convencional haradaico. Voy ser totalmente franco con vosotros. Se me ha encomendado la tarea de infiltrarme en el ejercito enemigo.la semana pasada tenía un grupo de buenos hombres pero caimos en una emboscada, solo yo he sobrevivido, pero solo no se si seré capaz de realizar el trabajo encomendado. la misión consistía en alistarse en el ejercito enemigo como mercenario. si se superan la pruebas de acceso en el campo de reclutamiento hay muchísimas posibilidades de ser destinado a Al- kadesh con la tropa mercenaria. se cree que están reuniendo un buen numero de hombres allí para asaltar definitivamente el harondor. una vez dentro tendría que contactar con un hombre que ya tenemos infiltrado. junto a él realizaremos labores de espionaje y sabotaje. El trabajo es arriesgado y mucho. Puede que algunos no salgamos con vida de esta. Así que señor mercenario un caballo es un pago mas que justo por los riesgos que va a correr. Además recibirás la paga de mercenario del ejercito enemigo y ya te digo de ante mano que esos hijos de perra numeroneanos pagan bien.
que me dices ¿nos damos la mano y cerramos el trato?
Para Ankard el hermano Adnarión solo era un cadáver mas, si que le daba lastima del pobre Adnarión e incluso llegó a sentir la cierta empatía con el sufrimiento de Adnarión, pero él no era el único que había perdido a alguien pero ahora estaba negociando. Pero para Zuhza no era un desconocido precisamente. Aún así se notaba que había visto demasiada muerte y en estos tiempo había cosas mas importante que llorar a los muertos.
Vaya!- dijo sorprendido Ancard- No me esperaba algo así... parece interesante. En este caso me parece un trato justo. El caballo y el botín, si lo hay, lo repartiremos. -El joven de Dagorlad tendió la mano al rudo sureño.-Y tu Drecon... Que dices? si no estas de acuerdo te llevare a tu destino, como teníamos acordado.
-Por mi esta bien, gustoso me uno a vosotros en esta enmienda, no me gusta ver a la gente sufrir y si con mi vida y mi acero puedo aportar algo bueno, aqui estan ambas.. capituló Drecon
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