Bienvenidos a la 6ª Edad de los hombres
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Bienvenidos a la 6ª Edad de los hombres

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 (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado

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Ankalagorn
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MensajeTema: (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado   (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado Icon_minitimeMar Mar 16, 2010 12:13 pm

RESUMEN DEL CAPITULO ANTERIOR:
Los aventureros llegan hasta el Santuario del Espejo donde hallan la imagen de Elrond para guiarlos en la mision de detener la plaga.
Descubren que la plaga no puede ser curada y que un ejercito de haradrim negros ,dirigido por un demonio, avanza hacia el norte. El elfo profetiza una derrota del Santo Padre en la misma puerta del Estado del Sacro Imperio y con ello la destruccion de todo el mundo conocido.
Tambien descubren que la plaga puede haber sido soltada por este demonio, ésta debilitara a toda la raza humana y el mundo acabara sumido en el caos total para su facil destruccion.
El elfo les dice que puede ayudarlos a detener esta masacre si les traen 6 corazones de 6 demonios encarcelados en la antigüedad.
Los aventureros regresan victoriosos tras vencer a las 6 bestias, pero Drecon pierde la vida a manos de Baphomet, demonio de los Rayos.



Principios de verano.Santuario del Espejo. Rivendel.

Salieron sin problemas por el mismo camino que habían llegado al Palacio de los Vientos.
Elrond los esperaba como siempre.
-Bien... -Dijo Kile.- Aquí está el último de los corazones. Ahora qué?
- Sóis sin duda los elegidos para llevar a cabo esta misión.- Respondió el espejo.- Ha llegado el momento que conozcáis el resto de la misión.
Tomad asiento y reponed vuestras fuerzas.

Cuando los aventureros se hubieron sentado, Elrond contínuó:
-Debéis recordar lo que os dije en su día. No hay solución para el Enemigo Invisible.- Los aventureros se miraron contrariados. Entonces para que tanto esfuerzo?.- Lo que si os dije es que os daría la solución para detener al demonio que avanza y destruirá lo que queda de mundo conocido. Esa es vuestra misión, salvar lo que queda del mundo de los hombres, para que estos, una vez más, resurjan de las cenizas para reconstruir las civilizaciones.
- Y bien... Cómo detenemos al demonio? Ya hemos acabado con 6 de ellos!-Replicó Adnarion.
-Si, pero este os superará, es un demonio del vacío, su poder es superior a todo lo visto en esta Edad. No podréis con él. Para detenerlo, a él y a su ejercito, deberéis traer a esta época poderes del pasado.Héroes que saben enfrentarse ante tal situación. Hombres que ya han vencido a este tipo de semidioses en una lejana época, con poderes perdidos y olvidados en el tiempo. Líderes justos que unieron los pueblos, para enfrentarse a conflictos parecidos.
Tenéis 5 corazones, cada uno sera para uno de estos hombres.Hay 5 que murieron y fueron enterrados juntos. Ankalagorn, Kang, Ulfast, Blesser y Ragnarok son los nombres que rezan sus tumbas.
Traedlos para que unan las razas una vez más y acaben con el peligro que nos acecha.
-Y el Sexto corazón?- Pregunto intrigado Adnarion.
-El sexto supongo que lo usaréis para trae a Drecon.-Respondió el elfo.
Todo parecía haber estado programado desde el principio. Parecía que los valar jugaban con ellos y el elfo tenía contacto directo con estos entes superiores; seis corazones exactos,seis, como si Elrond ya supiera que la muerte de Drecon se produciría. Sin duda alguien manejaba los hilos, como si ellos fueran meras marionetas, de un juego macabro en el que el final, ya era conocido por los guionistas de esta obra de títeres.
Al dunadan se le erizó el vello del cuerpo.
-Estás diciendo que Drecon puede volver a la vida?!- Preguntó incrédulo Adnarion.-Eso es imposible! - Pero quién era él para cuestionar esto, cuando se había enfrentado a demonios, muertos vivientes y estaba hablando a un espejo que no solo reflejaba sus imagenes, sino las de un medio-elfo desaparecido desde hacía miles de años?
Tras pensar esto. Adnarion dijo:-Está bien. Dinos todo lo que hay que hacer, para terminar con esta locura.

Elrond asintió: -Para empezar os llevaré hasta el lejano sur. A la tumba de Ankalagorn y sus hombres, a la corte antaño conocida como Ardor. En la tumba encontraréis 5 vasijas, en su interior están sus cenizas .Traed sus pertenencias , pués son importantísimas. Puede que su belleza os deslumbren, pero olvidadlo, nos os pertenecen y robarlas serían un error, aunque se que el corazón de los humanos es fácil de doblegar, confió en vosotros.
La siguiente parte es conseguir el Libro de la Carne.
-Lo tuvimos en nuestras manos! -Dijo Suhza.- Godofredo se lo llevó a su señor.-Si y más tarde fue entregado a la Orden de Narsil.- Un nuevo escalofrío recorrió la espalda de Adnarion al escuchar el nombre de su orden de boca del elfo.- Pero con el azote de la plaga y descomposición de la Orden, fue arrebatado por el Santo Padre. Iréis al estado del Sacro Imperio y robaréis el libro, ya veremos como lo hacéis.
Después de esto buscaréis a un brujo llamado Bereg, en Nueva Gondor.En un pueblo conocido como Athelas se levanta una torre oscura y temida, se le conoce como La Torre de los Brujos; en ella encontraréis al brujo. El comprenderá el libro y podrá ayudaros a traer a nuestro mundo a los héroes de antaño. No se trata de resucitar a la gente, se trata de regenerar la vida.-
Los aventureros parecieron no comprender bien esta parte, aunque si se hacían una idea. Era parecido al espejo, que reflejaba la imagen de Elrond , pero en realidad Elrond estaba muy lejos de allí, era como si hubieran 2 Elronds. Era complicado de entender, pero suponían que si resucitaban... regeneraban, al tal Ankalagorn, habría un Ankalagorn vivo y a su vez otro que ya estaba muerto.
-Para convencer de que os ayude el brujo- COntinuó el elfo- No dudéis en usar la violencia, pero no matadlo, recordad que lo necesitáis. Convencerlo de cualquier manera.
Pero eso ya se irá viendo , según llegue el momento. En principio el lejano Harad os espera.


OFFROL: dejo el capitulo 3 abierto hasta que hagais cada cual su combate con el demonio, si quereis.
COmo habeis comprobado la creacion de clones alcanzo la perfeccion en La tierra media jaja... aunqe para perfeccion con la creacion de los aruks por Slathorn... Eso si que es clonar y no la oveja Dolly!


Última edición por Ankalagorn el Vie Mar 19, 2010 1:31 pm, editado 1 vez
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MensajeTema: Re: (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado   (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado Icon_minitimeMiér Mar 17, 2010 5:32 pm

OOFROL: vuelvo a repeitr que el capitulo 3 sigue abierto por si quereis aquellos que no lo han hecho poner la lucha contra el demonio.

Un pasillo oscuro apareció de ellos.Cuando tuvieron prendidas un par de antorchas observaron a su alrededor que parte del pasillo se había derrumbado por una filtración de agua, lo que había dado un pequeño riachuelo que cruzaba este y de paso lo había inundado, mientras una puerta reforzada de acero, a su espalda les cortaba el paso. Observaron con incredulidad como ésta había resistido el paso del tiempo sin apenas notarlo.Tras desistir con la poderosa puerta, decidieron seguir su camino por el pasillo inundado.
Una escalera que bajaba unos 4 escalones, hacía ahora de pequeño salto de agua. Fue en ella cuando un inesperado resbalón de Suhza dió con sus riñones en el suelo.
-AHH! Daharra-sha Ha!-Blasfemó.
A todos les pareció bastante cómica la situación, a todos excepto a Suhza que se retorcía entre la escalera y el agua, de dolor. Viendo que el golpe había sido más serio de lo que parecía todos dejaron las risas de lado y ayudaron a levantarse al sureño.
Una vez repuesto Suhza continuaron avanzando por el pasillo que ahora se había convertido en un rio subterráneo. El agua llegaba por encima de las rodillas y estorbaba bastante a la hora de moverse. La sensación es que esta estancia había estado cerrada durante miles de años.
El pasillo se abrió a una gran sala, tras adentrarse en ella decidieron avanzar pegados a la pared. Observaron una apertura, como del marco de una puerta a su derecha, por el camino que habían tomado, pronto llegarían cuando de repente alguno de ellos se percató de que algo había en el agua. Desde esa posición avanzada pudieron observar vagamente como mas adelante, en la pared de enfrente había otra entrada. Fue en ese momento cuando Adnarion desapareció. El dunadan que llevaba una de las 2 antorchas se sumergió en el agua. Lo que les había parecido ver lo había arrastrado al fondo.

OFFROL: Lo dejo aqui por si alguien quiere narrar el combate con la serpiente. Estaria bien que los de la superficie narraran el suyo, mientras Adnarion, presa de la sanguijuela narrase como se va ahogando e intenta liberarse .
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MensajeTema: Re: (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado   (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado Icon_minitimeMiér Mar 17, 2010 7:35 pm

Siguiendo el pasillo lleno de agua y dolorido seguí con el grupo hasta llegar a una gran sala llena de agua con una entrada en el frente, nada más entrar en aquella sala algo enguyó a Adnarion y lo sumergió bajo el agua como si de un pelele se tratase, habíamos perdido de vista a nuestro compañero y también habíamos perdido una antorcha:

- Maldición, este ser debe ser inteligente -

Era prácticamente imposible verlo, pero sabía que seguía allí, si tenía la más mínima duda de que Adnarion seguía con vida, no podía dejarlo morir, aquella sala tan oscura dificultaba mi visión sobremanera y a cada segundo que nuestro compañero pasaba sumergido en el agua mi pecho se oprimía más y más por momentos, no podía permitirme el hecho de perderlo, él era el hermano de mi hermano, era mi mejor amigo, mi protector y yo el suyo.
Así esperé el momento justo en el que aquella sabandija se dejó ver para hundir mi arma en su desagradable cuerpo de enorme lombriz, "¡Por Tal-Rasha!"Adnarion salió jadeante a la superficie tras esta confrontación, el alivio fue mutuo al verlo salir.
Ya no era extraño para nosotros ver seres de todo tipo. "Un bicho más para la colección"
Continuamos adelante tras ver que todos estabamos bien, aunque yo seguía dolorido por la maldita caida, un sonido metálico parecía escucharse por uno de los pasillos, aquel lugar abandonado hacía ya tiempo parecía tener más vida de la que esperabamos, estaba claro, el Elfo del Espejo no podía enviarnos a una misión sencilla en la cual tan solo tuviesemos que recuperar unas urnas de un lugar vacio, no señor. Siguiendo el pasillo hasta el fondo fueron apareciendo unas siluetas, eran esqueletos sedientos de sangre, que golepeaban una verja de metal debilitada por el paso de los años y que no tardarían en atravesar, la decisión fue rapida, dejarlos golpeando y continuar por el otro pasillo.
Un enorme rastrillo nos cerraba el paso, Kile y Adnarion lo levantaron no sin un esfuerzo titanico, en el interior, ¿cómo no? dos enormes seres de piedra se nos lanzaron. "¡Son gárgolas!" dijo Yrgurm.
Aquellos seres dieron con los huesos de Yrgurm en el suelo, yo no podía hacer otra cosa que aguantar huyendo las embestidas de la que quedó libre, cuando Adnarion y Kile terminaron con la suya, el dunadan acudió en mi ayuda como no podía ser de otra forma mientras que el eorlinga acudió en auxilio del maltrecho Yrgurm, Adnarion intentó golpear por activa y por pasiva la cabeza de aquel ser, pues parecía ser su único punto débil, mientras aquella criatura parecía estar empecinada en terminar con mi vida, las acometidas de Adnarion fueron fallidas una tras otra, parecía imposible que su arma pudiese aguantar tantos golpes contra la piedra, pero así fue, exahusto ya por tanto tiempo huyendo decidí pararme y golpear con dureza la cabeza de la enorme bestia, pero el golpe fue desviado y el mandoble se hincó hasta su pecho, la criatura siguió como si nada, su golpe debió ser mortal de necesidad, pero sin duda alguna la ayuda divina lo desvió, fue entonces cuando Adnarion, sacando fuerzas de flaqueza golpeo al bicho en la cabeza, cayendo al suelo desmoronado como si de grabilla se tratase. Me encontraba exhausto y sin fuerzas, solo esperaba que este fuese el último peldaño antes de encontrar las urnas con las cenizas.
Frente a ellos, en una sala bajo una enorme lápida se encontraban las cinco urnas con los cinco nombres, también los equipos de los cinco Héroes del Pasado, aquellas armaduras no debían tener igual en los tiempos actuales de la tierra media, infundían temor y respeto por si solas, un enorme usriev liviando como una daga, armas cuya hermosura no tenía parangón, pero algo era extraño, había dos espadas oxidadas, al cogerlas, una sensación extraña, parecía como si un corazón maltrecho latiese en su interior. ¿Qué extraños artilugios serían aquellos?

Offrol: marikitas leer el mail y ver el video a ver ke os parece
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Haral
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MensajeTema: Re: (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado   (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado Icon_minitimeSáb Mar 20, 2010 8:57 pm

Los nuevos héroes se adentraban en la cascada con ánimos recuperados. La imagen del espejo había parecido recobrar la confianza del grupo; y la posibilidad de devolver a la vida a su amigo Drecon renovó las fuerzas de todos, incluido del propio Adnarión.
A cambio tenían que traer al mundo a otros héroes de leyenda, capaces de enfrentarse a esta situación. Debían encontrar un arca con sus restos, y llevarlos ante el espejo para después recuperar el libro de la carne y traer a un hechicero para regenerarlos y devolverlos a la vida.
Pero eso no importaba, acabarían con el nuevo mal amenazante y devolverían a la vida a su amigo.
En ese momento Adnarión recordó a otro viejo amigo de quien se despidió hacía ya mucho tiempo y de quien no sabían se habría o no sobrevivido a la plaga. Se trataba de Ancard, el viejo trobador.
El frio del lugar devolvía a Adnarión a la realidad; un pasillo frio con una puerta a un lado y oscuridad al otro.
La primera intención fue abrir la puerta, pero ante la imposibilidad de todos a forzar la cerradura desistieron de la idea. "Si Drecon estuviera allí la puerta no se les habría resistido" pensó el dúnadan.
El primero en adentrarse en la oscuridad era el aspierante a caballero, la finalidad de resucitar a su amigo le inspiraba tal ansia que se internaba en la oscuridad del frio pasillo con su arma en la mano e iluminado por la antorcha que Kile, destras de Adnarión, llevaba en una mano. Pronto el pasillo se convirtio en una rampa muy deslizante, lo que advirtió al grupo.
Pero pese a sus advertencias, Shuza, su íntimo amigo resbaló y dió con sus huesos en el suelo. Al principio la caida fue cómica y todos rieron. Los ánimos estaban altos sin duda tras haber derrotado a seis enemigos tan poderosos y las espectativas de esta misión.
Tras las risas y ante una mirada de quien conoce, Adnarión pudo ver la caida era más de lo que aparentaba. Shuza era un hombre fuerte y aguantaría el dolor, pero la cojera lo delataba, y la caida no tenía buena pinta.
Adnarión decidió cambiar su arma por un escudo y una antorcha, dejando a Kile la misión de atacar y por lo tanto defender su vida.
Llegaron a una zona en la que el agua les llegaba a las rodillas y no tardaron en encontrarse con otro ser proveniente de otro mundo. Pero los aventureros estaban escarmentados de todo mal. No habían decidido aún si atacar o intentar pasar inadvertidos cuando Adnarión sintió algo en su pierna. No tuvo tiempo a reaccionar, no pudo ni avisar a sus compañeros, algo le arrastró hacia lo más profundo del agua. La profundida no era mucha, pero sí lo suficiente para acabar con su vida.
La primera intención del dúnadan fue atacarlo con la antorcha que llevaba, pero ésta se había apagado al sumegirlo en el agua y el escudo no sabía a donde había ido a parar.
El ser que lo aprisionaba, poco a poco lo agarraba más y más, entonces se dio cuenta que debía librarse por sí mismo de esa prisión que lo ahogaba. Comenzó a forcejear, pero al hacerlo no solo no se libraba, si no que al esforzarse abría la boca y tragaba agua.
La primera bocanada fue vomitima, pero cuando un ser humano lucha por su vida, aguanta lo que le echen. El dúnadan tenía ya los brazos pegados al cuerpo y poca fuerza podía hacer, pero no se daba por vencido. Nuevamente intentó zafarse de su opresor, pero solo consiguió otra bocanada de agua fétida. Si seguía así lo único que haría sería acelerar su muerte.
Su muerte, cuán absurda bajo las aguas fétidas de una mazmorra aprisionado por lo que parecía una babosa gigante. Él, que había derrotado a séis demonios del averno, él que se había encomendado a una de las más grandes empresas del mundo, él que había usado y dominado las artes ocultas de la magia tanto para sanar como para vencer a monstruos procedentes del Orco.
Ése pensamiento hizo que realizara su último intento, un intento tan desesperado como infructuoso; con la salvedad que esta vez no tragó agua. Parecía que Adnarión se rendía a lo inevitable, pero enrealidad ahorraba fuerzas y energías, depositando su vida en la pericia de sus compañeros que sin duda estarían haciendo lo imposible por salvarlo. El dúnadan tenía fe ciega en ellos, así que dejó de zafarse a la espera una ayuda de vital necesidad; mientras que fruto de una paradoja, las aguas sucias y fétidas de ese lugar le limpiaban de su tan pronta adquirida vanidad. Y es que uno puede acabar con mil demonios, puede salvar al mundo, puede convertirse en un héroe de leyenda, pero no por ello evitar una muerte absurda no digna de él. Una muerte tan absurda como ésa.
Sumido en sus pensamientos, al joven guerrero le pareció ver la figura de Shuza con el mandoble en alto, lo único que comprobar después fue una sacudida y que la bestia lo liberaba. Adnarión aparecía de nuevo a la superficie y comenzaba a respirar como si el aire de toda la sala, de todo un campo, no fuera suficiente para él.
Tras las comprobaciones de rigo, el grupo continuó su camino, por un lado comprobaron que unos esqueletos vivientes intentaba tirar abajo una verja que parecía mantenerse en pie gracias a la ayuda de los Dioses.
Rápidamente el grupo se dirigió en dirección contraria, ante lo que se encontraron con otro escollo; un rastrillo les impedía seguir adelante.
Adnarión y Kile tuvieron que hacer un esfuerzo hercúleo para poder levantar el rastrillo y poder pasar todos al otro lado, donde les esperaban nuevos enemigos de fantasía.
Unos seres de pieda alos que Yrgurm identificó como Gárgolas se lanzarón al ataque. No hubo tiempo de distribuir enemigos, Yrgurm sucumbía rápidamente y Shuza se quedaba solo con su enemigo. Kile y Adnarión se enfrentaban a otra. Kile alejaba y distraía a la gárgola mientras que Adnarión golpeaba la cabeza del nuevo monstruo. El dúnadan golpeaba con fuerza pero el ser no parecía sufrir daños; todo lo contrario que el mandoble del aspirante a caballero, que a cada golpe parecía estar a punto de hacerse añicos.
Una y otra vez golpeaba, sin que diera el resultado deseado, y Adnarión se preparaba para la destrucción de su arma. La figuraba se mellaba sin mayores consecuencias. Cuando por fín, uno de esos golpes consiguió destruir la cabeza de la bestia.
Shuza llevaba un rato pidiendo ayuda, Kile se precipitó en ayudar a Yrgurm, mientras que Adnarión, nuevamente atacaba a otro ser de piedra; esta vez el que amenazaba la vida de Shuza. El resultado fue el mismo, golpes y golpes, pero la figura solo mellaba levemente. Shuza creyendose a salvo con la ayuda de su amigo se revolvió y lanzó un ataque brutal que acabó con su arma inscrustada hasta el pecho de su adversario. Pero éste ni se inmutó, lanzando un ataque que no atravesó la armadura del sureño gracias a la intervención divina. Adnarión comprobó que el final de su amigo se acercaba, antes bajo el agua había sido Shuza quien le había salvado la vida, ahora le tocaba a él. Adnarión asió con fuerza el arma y sacó fuerza de flaqueza infringiendo un ataque con tanta fuerza que destrozó la cabeza del petreo ser.
Por fin encontraron el dichoso arca, con las cinco urnas que contenían los restos de esos héroes de leyenda, pero lo más impresionante fue el armamento que allí se encontraba, el cúal, de era de una elaboración y belleza sin igual. Adnarión, que más acostumbrado estaba a manejar las artes mágicas pudo percibir que dichas armaduras y armas emanaban poder, había algo mágico en ellas. Pero había también algo que no le daba buena espina, las armaduras parecían más malignas de benignas, tres de ellas parecían mostrar la figura de un demonio ¿cómo unos seres con esos equipos iban a ayudarlos a acbar con un demonio malvado?¿no sería peor el remedio que la enfermedad?
Las dudas surgían de nuevo.
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Ankalagorn
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MensajeTema: Re: (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado   (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado Icon_minitimeMar Mar 23, 2010 9:48 am

Sujetaron las armaduras y demas útiles de los héroes del pasado como pudieron y se dispusieron para el viaje de vuelta. Debían ser rápidos ya que, posiblemente, los esqueletos vivientes habrían escapado de su celda y más valía que no los pillasen en un estrecho pasillo.
Al entrar a la sala del agua, varios sonidos de chapoteo les indicó que los esqueletos habían tomado la sala.Los aventureros optaron por esquivarlos y salir rápidos, iban demasiado cargados y no era plan de enfrentarse a un enemigo desconocido en inferioridad de condiciones. Por fin alcanzaron la puerta de vuelta al Santuario y volvieron.

-Viajaréis a la capital del Sacro Imperio, a la Ciudad Santa, en donde reside el Santo Padre.-Les decía Elrond mientras recuperaban sus fuerzas.- Recordad que el libro se encuentra en sus aposentos. Para volver, hacedlo sumergiendoós en el Pantano Santo, dentro del muro Interior; está a una media hora del Palacio. Esta será la misión más peligrosa a la que os habéis enfrentado.
-Hemos matado a 6 demonios y he sobrevivido a una sabandija de alcantarilla, elfo.-El dunadán parecío despreciar el consejo de Elrond.
-Que la soberbia no te ciegue, joven Adnarion- Le replicó el espejo.- Bueno, continúo... Os dejaré en el Golfo de Lhün.
-Por qué tan lejos?-Volvió a preguntar Adnarion, ya que era el que mejor conocía la zona.
-Allí encontraréis a alguien que os ayudará.Recordad que la situación dentro del Sacro Imperio es muy inestable. En estos momentos, nadie entra ni sale de la Santa Capital y todo hombre que es encontrado dentro del muro, sin la armadura Imperial o su distintivo, es penado con la muerte.
- A quién? cómo conoceremos al hombre que nos tiene que ayudar?
-Ya lo sabréis- Y dicho esto Elrond volvió a desaparecer.
-Maldito sea!- Exclamó Kile.- Siempre nos hace lo mismo. Grrr!
Yrgurm solto una carcajada por lo bajo.

La capital del Sacro Imperio estaba separada del resto del mundo por un muro exterior de unos 8 metros de alto, igualmente el territorio donde se encontraba el palacio del Santo Padre estaba aislado con otro muro, al que llamaban "muro interior". Cualquier intento por traspasar las lineas defensivas antes de llegar al Santo Palacio, era rapidamente disuadido, por lo que conseguirlo sin útiles de asedio era una tarea imposible.La población total del territorio era militar.

Tras atravesar la cascada mágica se encontraron con la sorpresa (otra más) , de encontrarse rodeados por agua salada. Pudieron agarrarse casi milagrosamente, sobre todo Yrgurm, a unas columnas que sujetaba una especie de muelle. Se encontraban en lo que parecía ser un puerto, el Puerto de Ulmo, seguramente.
A su izquierda observaron unas pequeñas embarcaciones y mas allá un faro. Pronto descubrieron el por qué Elrond los había dejado en esa situación. Desde arriba llegaban sonidos de voces. Parecía gente trabajando, posiblemente descargando algún barco comercial.
Observaron que el sol quedaba a sus espaldas, luego si eran rápidos y sigilosos la puesta del sol encandilaría a los trabajadores del puerto y podrían buscar un sitio donde esconderse.
Al asomar la cabeza observaron un lugar que podría servirle para tal fin. Un almacen, abierto en estos momentos, estaba a unos 50 metros de ellos. Se fijaron que todos los trabajadores miraban en dirección opuesta, hacia el mar. Incluso los trabajadores habían dejado de hacer sus tareas, para mirar algo.
Los aventureros aprovecharon el momento de distracción y se escondieron tras la pared del almacen. Pudieron observar a un hombre alto y de aspecto sombrío. Iba completamente rapado y vestia una armadura imperial de oficial, así como una larga y preciosa capa.
-Mi General-Dijo uno de los soldados- Es una pequeña embarcación de civiles, seguramente de Gondorianos. Piden ayuda. Qué hacemos?
- Hundidla.-Respondió impunemente el General.
Las catapultas defensivas del puerto comenzaron a lanzar enormes pedruscos, que volaban por encima de varios barcos de guerra y comerciales. Los aventureros desearon que alguna de esas rocas fuera mal lanzada y golpeara los mástiles de las naves imperiales. Pero no fue así. La muerte de esa gente estaba escrita.
Fue en ese preciso momento cuando se percataron de uno de los soldados que descargaba uno de los barcos comerciantes del puerto. Estaba más próximo a ellos que el resto. Al fijarse bien se dieron cuenta que era el hombre que los ayudaría. Adnarion lo reconocio al instante. No era otro que su amigo Ancard. A Adnarion se le iluminó el rostro al verlo, Suhza no lo creía hasta que se fijó un poco mejor.

OFFROL: Hasta aqui lo dejo. Podeis continuar el escrito sin añadir lo que yo ya he escrito para seguir avanzando o escribirlo bajo vuestro punto de vista como siempre. Yo seguire escrbiendo esta parte durante la semana, hasta que llegue vuestro fatidico fin jeje! [b]
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MensajeTema: Re: (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado   (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado Icon_minitimeJue Mar 25, 2010 9:05 am

Ancard

Ancard sintió un golpe en la espalda, al girarse observó a un hombre manco a unos metros de él. Le había lanzado una piedra. Al momento comprendió que solo había sido para llamar su atención, ya que al girarse vió un rostro conocido. El de Dagorlad no podía creerlo; eran Suhza y Adnarion! estaban junto al manco y otro hombre.
Ancard se acercó sigilosamente dejando su carga en el suelo.
-Por Eru! -Dijo abrazando alegremente a sus amigos.- Qué estáis haciendo aquí? si os cogen os mataran!-Necesitamos tu ayuda, amigo.-Dijo Adnarion mirando su coraza del Sacro Imperio.
Ancard había escuchado historias difíciles de creer, sobre todo de su tio, pero lo que le contaban sus amigos era tan disparatado que por narices, debía de ser cierto o sus amigos se habían vuelto locos. EL guía miró tristemente el mar, mientras sus amigos le contaban de manera resumida toda su aventura, no le gustaba en lo que se había convertido el Sacro Imperio, aislados del mundo y negando la ayuda a su propia gente.
-Está bien-Respondió Ancard- Esperad aqui hasta que el puerto esté desierto. Este de aquí es el almacén de un buen amigo, podréis esconderos aquí mientras hablamos de esta situación.En ese momento un grito de jolgorio , indicó que la pequeña embarcación con civiles a bordo habia sido alcanzada.
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MensajeTema: Re: (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado   (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado Icon_minitimeSáb Mar 27, 2010 8:09 pm

Adnarión volvió a tragar una gran bocanada de agua, esta vez salada; eso le hizo recordar lo mal que lo había pasado en la alcantarilla. Rápidamente se percató donde estaba, y se pudo agarrar al muelle cercano.
Cuando todo el grupo estuvo a salvo, decidieron espera a la tarde para que el sol les camuflara en su huida hacia los almacenes cercanos.
Una vez allí, un revuelo formado por el intento de civiles de escapar a la plaga, hizo que los guardias se centraran en el bullicio y así hacer pasar por inadvertidos a los intrusos. Como siempre el Sacro Imperio se mostraba implacable y decidieron acabar con la vida de los pobres diablos que querían refugio. Mientras los aventureros eran convidados de piedra, y asistian impotentes a la masacre. Cuando en ese momento, Shuza y Adnarión se percataron que conocían a uno de los guardias. Era su viejo amigo Ancard; de quien consiguieron llamar su atención lanzando piedrecitas.
El reencuentro fue emotivo, Andarión estaba encantado de haber encontrado a su amigo, eran todo celebraciones.
Has de ayudarnos, hemos de entrar en el Santo recinto del Santo Padre
Su viejo amigo Ancard, pertenecía ahora al ejército de Santo Padre, pero sin duda habría visto barbaridades como la de los pobres diablos a diario. En ese momento en los que Ancard aún no se había pronunciado escucharon el jolgorio producido, sin duda, por el hundimiento de la embaracación de civiles.
Os ayudaré, permancer ocultos aquí y esta noche buscaré a un amigo para os ayude
A la noche, Ancard les comentó que tenía un amigo llamado Ivanov que les ayudaría.
Ivanov era un hombre poco sociable y arisco, pero que se mostró dispuesto a ayudar, el se había alistado para luchar, no para dedicarse a ser mozo de almacen.
Entre todos planearon cómo traspasar la muralla interior y entrar al palacio. Debían hacerse con uniformes militares, pero como esa tarea resultaba bastante dificil lo tendrían como plan B. Ocultaron a los intrusos entre la comida que al día siguiente sería llevada al Templo del Santo Padre. Una vez allí se intenrarían ocultar hasta la noche; si era preciso acabarían con la guardia que hubiere. Incluso concertaron una contraseña para salir directamente del escondite al ataque.
Pero cuanto se pueden torcer los planes cuando se dejan tantos flecos sueltos.
Durante el trayecto todo fue bien, solo un problema con la incontinencia de Shuza y Kile dentro de los barriles de comida.
Se tropezaron con varias patrullas pero todo fue bien.
Una vez en la puerta del muro interior, la cosa no fue tan bien. Hubo un problema administrativo que hizo que retrasara la entrada de la carreta con sus ocultos ocupantes. Eso no era bueno, los guardias recordarían las caras tanto de Ancard como de Ivanov.
Dentro ya de la zona de descarga, y sin que Adnarión, como el resto de compañeros ocultos, conociesen qué ocurria fuera, la cosa no fue mejor.
Sin haberlo planeado, pudieron salir de los barriles sin ser detectados por los guardias que habían ayudado a su descarga, parecía que podrían sorprenderlos por la espalda. Pero se trataba de guardias imperiales de élite. Todo se convirtió en una lucha sin cuartel y muy sangrienta. Y para colmo uno de los guardias consiguió llegar a la puerta gritando AYUDA.
Pese a atrapar al fugitivo, someterlo y matarlo en el interior de la zona de descarga; ya era tarde. Se ocultaron los cuerpos, pero los guardias que accedieron al lugar no se tragaron la pobre escusa puesta por el grupo y descubrieron la sangre en el suelo.
El grupo al completo dio con sus huesos en la prisión, mientras preparaban su ejecución, o lo que era peor; su tortura para después ser ajusticiados.
Ahora Adnarión no estaba tan feliz de haber encontrado a Ancard, y menos aún, haberlo arrastrado a una situación de muerte segura.
Todo estaba en mano de Orome. Los aventureros poco podían hacer.
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MensajeTema: Re: (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado   (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado Icon_minitimeDom Mar 28, 2010 5:24 pm

Ivanof, amargado por su situación, aceptó ayudar a los amigos de Ancard. Cuando el de Fahal se alistó en el ejercito del Santo Padre esperaba otro tipo de vida, sinembargo le había tocado encargarse del mantenimiento de uno de los almacenes del puerto.
Ancard e Ivanof fueron en busca de uno de los compañeros del de FAhal, para que se encargara del almacen en su ausencia, mientras tomaban una cerveza, como era costumbre ente los 2 amigos, cerraron el trato con el compañero por 50 monedas de plata, mientras Ivanof se ausentase, que serían 6 días, 3 de ida y otros 3 de supuesta vuelta.

A la mañana siguiente el cargamento fue espolvoreado por la guardia de la Ciudad Santa, como era costumbre en los ultimos tiempos; así supuestamente eliminaban cualquier indicio de Plaga, en los cargamentos que llegaban del lejano Oriente.
El viaje fue tranquilo, salvo algunos pequeños problemas. Ancard, como siempre, amenizaba el viaje con su música; los ventureros escondidos en los grandes barriles agradecían mucho esto, ya que el viaje para ellos estaba resultando ser muy duro por la condiciones.
Tras una nueva espolvorización para penetrar dentro del muro Interior, el carro se adentró en las tierras donde se encontraba el Templo.
Una nueva espolvoriación en la puera del templo y como estaba estableido, el carro penetró tras los muros del hogar del Santo Padre, al atardecer del tercer día.
5 guardias acompañaron a Ancard e Ivanof al almacén, para descargar el carro. Dspués de hacer la descarga,Ivanof observó que era el momento para hacer la clave planeada y que los aventureros ocultos salieran y se deshiciesen de los guardias... Pero la cosa no salió como esperaban.
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MensajeTema: Re: (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado   (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado Icon_minitimeMar Mar 30, 2010 3:37 pm

Después de tanto, otra vez volvían las dudas a la mente de Suhza, había luchado contra los demonios de los elementos, desde antaño, la gente de Tal-Rasha adoraba a los dioses elementales y por encima de todos al Dios Sol. Tal vez no adoraban a dioses sino a demonios sin saberlo, tal vez estaba luchando del lado equivocado. Una vez más, las dudas le invadían, y por todos era sabido que eso no era bueno.

La nueva misión daba comienzo, en realidad no hacía más que continuar. El Elfo del Espejo dispuso el neuvo objetivo, viajar a Tierra Santa y regresar con el Libro de la Carne, custodiado éste nada menos que por el mismísimo Santo Padre. Extrañamente Elrond los dejo más lejos de su objetivo que de costumbre, pero parecía no equivocarse, el señor elfo no hacía nada al azar.

El recibimiento fue atroz, aparecieron en el puerto, un barco civil se aproximaba titubeante, pero nada podía acercarse a los puertos de Tierra Santa sin permiso.

- ¡Hundidlo! - Dijo un despiadado alto mando del ejercito sin pensarlo.

Las catapultas lanzaron su munición sin misericordia contra el navio, los soldados parecían orcos deseosos de ordenes de destrucción. De repente un estruendoso grito de júbilo resonó entre los soldados al ser el barco alcanzado y hundido.

Todos quedaron consternados ante tal atrocidad.

La humanidad se desmoronaba, el que parecía el último bastión fuerte y "civilizado" del hombre libre, demostró ser una bárbara imagen de si mismo, acababan de matar a sus semejantes por simple diversión. Algo malo, muy malo debía esconderse entre aquellos muros.

Al salir del agua vieron algo que a Adnarion y Suhza dejó colapsados, se miraron y dijeron:
- ¡Es Ancard! -
- ¡Es Ancard! -

No cabía duda, el elfo no hacía absolutamente nada al azar. Como les fue posible llamaron su atención. Tan sorprendido como sus dos amigos quedó Ancard que no dudó ni un moemnto en dar un efusivo saludo a sus camaradas, sin dudarlo ni un momento, pues no había tiempo que perder, le contaron cuales eran sus planes, Ancard no podía creerlo, pero así era y no dudó ni un instante en ofrecer su ayuda por aquel buen fin.

El "trovador" ofreció la ayuda de un buen amigo suyo, Ivanof, un nórdico deseoso de luchar por alguna causa y conductor de una carreta de víveres que solía hacer viajes hasta el hogar del Santo Padre.
Escondidos en un almacén de alimentos esperaron la llegada del carretero nórdico, no hizo falta demasiada palabrería para convencer a aquel demente para prestarles su ayuda y no tardaron en partir escondidos dentro de barriles hasta las mismísimas puertas del hogar del Santo Padre.

El plan no podría fallar, era "muy elaborado" y no parecía tener fallo alguno, pero falló. A una señal debían salir silenciosamente y coordinados para dar muerte a los guardias que descargasen los barriles, y así hicieron, pero uno de los guardias consiguió escapar corriendo y dar la voz de alarma, poco tiempo tenían para esconder el sangriento desaguisado que habían armado antes de que llegase la guardia, el suelo y ellos mismos estaban manchados de sangre. Así el glan plan que habían trazado, se desbarató con la llegada de los guardias que descobrieron todo y terminaron con los huesos del grupo en los calabozos. Era un mal mayor, pues después del desastre que habían formado, todos esperaban ser pasto de los buitres en ese mismo instante.

Allí estaban, pudriéndose semidesnudos en una celda, abandonados por todo, dabían que era imposible poder salir de quel agujero, solo la intervención divina podría sacarlos.
De repente sonó un ruido y la puerta se entreabrió, ¿sería esa la ayuda divina a la que todos habían apelado o habría llegado la hora de su ejecución? Esperaron y nadie entraba, así que era hora de salir, allí justo al lado de la puerta, junto a un guardia degollado estaban sus armas, escudos y mochilas... pero había algo más, una nota que decía: "me debeis la vida", en ese momento la estupidez se apoderó de Adnarion y Kile que estuvieron apunto de matarse, posiblemente presos de la desorientación de estar presos durante aquel tiempoen aquella oscura celda.
En su huida toparon con un grupo de guardias a los que dieron muerte, a todos salvo a tres que decidieron rendirese presa del miedo. No había tiempo para dilaciones, sorriendo subieron piso arriba hasta llegar nada menos que a los aposentos del Señor de la Tierra Media siguiendo la música de su piano, intentaron acecharle para robar su libro pero el estruendo de nuestras armaduras le hizo descubrirlos, Ancard e Ivanof decidieron ir a otra habitación en la cual encontraron el ansiado libro, el resto se encontraba allí ensimismados, siendo interrogados por la imponente figura del Santo Padre, acompañado de su mascota, un lobo del tamaño de un caballo.
Sin saber como, lograron convencerlo de que les prestase el artefacto para su causa, a cambio de mostrarle Rivendel, la ciudad de los elfos.
¿Cómo se tomaría esto Elrond?

Offtol: se agradecen fotos del santo paire, del lobo (aunque de este es mas facil conseguir cualquier cosa por internete) pal proximo video... Por cierto no describo lo del demoniejo del libro y tal porke eso es cosa de Ivanofsky y de Ancard.
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MensajeTema: Re: (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado   (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado Icon_minitimeSáb Abr 03, 2010 12:43 pm

El ambiente era humedo, a pesar de esto la celda se mantenia limpia, dentro de lo que cabe; parecía que no habian muchos presos dentro del muro interior de la Ciudad Santa.
Todos descansaban esperando su horrible destino; sin duda al dia siguiente serian condenados a muerte, cuando de repente la puerta de la celda se abrio.
Al asomarse al otro lado no habia nadie. Avanzaron a traves del pasillo, alguien le habia dado una segunda oportunidad para robar el Libro de la Carne. Al final del pasillo encontraron al guardia muerto, junto a el, sus escudos y armas, ademas de unas mochilas vacias. Una nota escrita en un pergamino cayo al suelo: " me debeis mas que la vida". Nadie firmaba dicha carta.
Unos guardias que venian buscando, posiblemente a aquel que los habia liberado se cruzaron con los aventureros. Valientemente se deshicieron de ellos y continuaron avanzando por la Iglesia donde residia el Santo padre.
Todos se preguntaban que persona habia burlado a 7 guardias en un pasillo en el que solo habia una salida? su liberador debia de ser alguien muy sigiloso.
Subieron por una escalera hasta llegar a los mismos aposentos del Santo Padre, tras forzar una puerta consiguieron entrar. Una musica de un piano fue escuchada por los aventureros, parecia llegar de una de las habitaciones del pasillo.Observaron que no era otro que el Santo Padre el que tocaba el instrumento, por la rendija de una puerta entreabierta. Habian 2 puertas mas, debian aprovechar la distraccion del hombre Santo para investigar otras habitaciones, sin embargo un mal paso dio con Ivanof en el suelo. El sonido metalico de la armadura , conseguida de uno de los guardias muertos, sono estrepitosamente contra el suelo.
Kile no se lo penso y se adentro al interior de la habitacion del Santo Padre, de repente un enorme lobo negro salto de la cama, del dueño de la Iglesia, gruñendo agresivamente al de Rovanhion. La bestia no era otra cosa que un licantropo de Morgoth, una criatura perdida en el tiempo. El maia menor tenia la cualidad de tomar forma de hombre a su voluntad, asi como la de enorme lobo negro,ademas, como le advirtio el Santo Padre, las armas no magicas no podrian dañarlo.
Al comprobar la complicada situacion ,Kile comenzo a negociar, mientras fuera, Ancard e Ivanof luchaban en otra habitacion contra un demonio guardian , de la mesa donde se encontraba el Libro. Al hacerse con el y vencer a la criatura, volvieron donde estaban sus compañeros, la puerta estaba cerrada y dentro sus amigos negociaban con el Santo Padre, por sus vidas.

OFFROL: lo he escrito de manera de resumen y falta la ultima parte[b]
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MensajeTema: Re: (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado   (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado Icon_minitimeSáb Abr 03, 2010 2:31 pm

La vida es la mayor de las pruebas
Adnarión recordaba las palabras de su maestro dichas tiempo atrás. Ahora caminaba, mal acompañado por varios guardias de confianza del Santo Padre, en dirección al pantano cercano al Santo Templo, para poder llegar desde allí a la casa de Elrond.
Era la segunda vez que en el día de hoy recordaba dichas palabras. La primera vez había sido no hacia mucho tiempo; unas cuantas horas nada más, recostado en un sucio catre, rodeado de la oscuridad y frialdad de su celda; junto con sus amigos.
Muchos cambios habían surgido en la persona del Dúnadan en poco tiempo. La orden a la que deseaba pertenecer había desaparecido para siempre. Uno de sus amigos había perdido la vida. Y no había tenido ni un minuto para llorar la pérdida de uno u otro.
Una misión de vital importancia le agobiaba por dentro. Tenían que salvar al mundo y esa responsablidad no le dejaba ni un momento para él mismo.
Hasta el grosero comportamiento de sus compañeros empezaba a fastidiarle y mellarle por dentro el ánimo.
En ese momento, envuelto en oscuridad absoluta, percibió un leve forcejeo en la cerradura de la puerta de su celda. Shuza también lo había percibido, pero ni uno ni el otro se dieron cuenta de ese hecho por la escasa luz del lugar.
Rápidamente, los dos compañeros acecharon a la vez hacia la puerta sin saberlo. Una vez allí los dos se encontraron y sin mediar palabra sabían qué hacer. Adnarión se asomaba por la puerta para ver el pasillo, mientras Shuza avisaba al resto de compañeros.
El pasillo estaba vacio, en el exterior Adnarión y Kile se adentraron juntos, codo con codo hacia el interior del mismo. El pasillo se dividia en dos, el dúnadan se adentró hacia a la izquierda y el de rovanion hacia la derecha. En el lado de Kile, un guardia muerto custodiaba sus armas y unas cuantas mochilas vacias. Junto al cadaver una nota "Me debeis más que la vida". No había firma, pero sin duda se trataba de un amigo poderoso, o al menos de extremada valentía. Y es que así había que serlo para adentrarse en las mazmorras del muro interior de los aposentos del Santo Padre y salir airoso del lugar. Un gesto de Kile con la nota que se antojó demasiado grosero para Adnarión fue la gota que desbordó el vaso. Adnarión estalló "No tienes honor ni principios"; sin terminar la frase ya se arrempintió de lo que estaba diciendo, solo quería recriminar su falta de educación y modales; pero no sabía porqué había dicho lo del honor. El de Rovanion se molestó sobremanera y sin dar tiempo a reacción desenfundó su espada, retira lo dicho
No puedo retirar... No pudo terminar la frase, el ataque fue directo al cuello del dúnadan, quien pudo salvar dicho ataque usando toda su habilidad. Menos mal que el ex-combatiente de las guerras del norte no había lanzado su ataque con toda su fuerza. O eso creía el dúnadan.
No es momento de pelear, hay que salir de aquí rápido El consejo de Shuza era más inteligente que la actitud de ambos compañeros.
Ya arreglaremos esto Las palabras de Kile eran más una amenaza que una advertencia. Cuanto se arrempentiría Adnarión de sus palabras.
Tras el incidente, y al intentar salir de las mazmorras, se toparon con siete guardias que, sin duda, buscaban al intruso que los había liberado. No sin alguna dificultad acabaron con los guardias; y se apresuraron a realizar su cometido: buscar y llevarse el libro de la carne.
Tras esconderse de la guardia y forzar alguna que otra cerradura, llegaron a un sala en la que se encontraba el Santo Padre tocando un extraño instrumento musical. Ancar informó que se trataba de un piano. El plan era dejar tranquilo al Santo Padre e inspeccionar las habitaciones adyacentes en busca del libro, pero de repente Ivanof tropezó causando tal alboroto que el piano dejó de sonar.
Kile no lo dudó un momento y se introdujo en la habitación. Habían tenido una desavenencia pero no iba a dejarlo solo Buscar el libro y dicho esto Adnarión acompaño a Kile hacia dentro. El de rovanion encaraba al Santo Padre, sin darse cuenta del enorme lobo que sobre la cama se erizaba en posición de ataque. El dúnadan tuvo que encarar al lobo. Sus compañeros debían estar buscando el libro, así que intentarón una maniobra de despiste con el Santo Padre. Éste estaba dispuesto a la charla, pero de nuevo, los toscos modales del de Rovanion hicieron que Adnarión tomara la iniciativa en la conversación. Lo único que se le ocurrió para dar tiempo a sus amigos, fue contar toda la historia desde el inicio. Era una historia fantástica y poco creible, pero no necesitaba su credibilidad, si no tiempo. Cuando sus amigos tuvieran el libro ya verían qué hacer.
Todo parecía marchar bien, de hecho, según le contarón después, junto al escritorio con el libro de la carne se encontraba otro libro y un demonio que impedía que se llevaran el libro. Después de acabar con el demonio y con ambos libros en las mochilas, se disponían a salir.
Pero era el momento en el que el Santo Padre, más astuto que un zorro, les preguntó si había alguien más con ellos. Sí, si que lo hay contestó Kile, y en ese momento entró Yrgum.
Bien, pasad, sentaos y cerrar la puerta. Ante la duda de Adnarión por esa solicitud su interlocutor respondió No te preocupes, si os quisiera muertos, ya lo estaríais. Y volver a contarme qué es eso que quereis robarme el libro de la carne
(Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado Santo_10
Cuando todo estaba perdido y pese a su tosquedad, fue Kile quien salvó el apuro, Si no nos creeis, acompañarnos vos o vuestros hombres de confianza, así comprobareis que no mentimos
Sea, os acompañara mi licantropo y seis guardias de confianza, entre ellos el general Golog

Ahora se encontraba acompañado de esos indeseables, camino a la casa de Elrond. ¿Cómo lo tomaría el elfo?.
Debía comprender que lo hecho no era para salvar la vida por cobardía. Debían salvar la vida para concluir su misión. No había nadie que se encargara de acabar con el demonio si ellos fallaban. No había nadie por si las cosas salían mal. Debían salvar al mundo y para ello debían salvar la vida primero. Ellos eran solo un instrumento, pero eran el único instrumento.
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MensajeTema: Re: (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado   (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado Icon_minitimeDom Abr 04, 2010 3:37 pm

Los aventureros, con sus nuevos compañeros, se introdujeron en el agua del Pantano Santo , apareciendo en la cueva del Santuario una vez más.
Elrond no estaba, el espejo solo reflejaba sus imagenes.
-Esto es muy raro-dijo Adnarion- Siempre está cuando volvemos.
-Tal vez sea por nuestros nuevos amigos.-Señaló Yrgurm.
-Esta bien- Resplicó Gorog- Vamos todos a la casa de los elfos.A ver si encontramos algo de utilidad. El manco que se quede aqui por si regresa el elfo del que hablais. Andando.Yrgurm miró amargamente, con rabia contenida a Gorog.
El general Gorog actuaba como lo que era, uno de los mas altos mandos del Sacro Imperio y no aceptaría una contraorden de nadie. No les quedaba otra solución, nadie quería verse las caras con 6 hombres de la guardia personal del Santo Padre, un General y un licantropo de Morgoth , el cual ahora mantenia su forma, de humano sombrío.
Salieron de la cueva, esta vez no hubo niebla. Desde lo alto de la cascada podía verse la antigua casa de Elrond. Descendieron por el viejo camino de piedra, la hierba y la tierra amenzaba con hacerlo desaparecer, pero aun así, se mantenía claramente visible.
(Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado T84sy811
El ver la belleza sin igual de la ciudad secreta élfica,hizo que todos los presentes se impresionaran con admiración, bueno , todos no, Karack, el licántropo, miraba con cara de repulsión.
-Yo esperaré aquí- Dijo de manera casi tan inaudible como tenebrosa, la bestia hecha hombre.
Gorog torció el gesto e hizo una señal para que siguieran adelante.
Rivendel Conservaba todo su esplendor de antaño, aunque vacía de vida, salvo por árboles y animales de la zona que habían hecho de ésta, su casa.
Sin duda estaban ante un lugar mágico y aun así Suhza, no sentía miedo, por alguna razón, se encontraba limpio por dentro y eso parecía hacerle sentir que se encontraba en plena comunión con lo que le rodeaba en este momento. Sería posible que su redención había llegado?

Mientras avanzaban, las mentes más educadas para el conocimiento, como la de Adnarion, estudiaba meticulosamente cada resquicio de la fachada de la hacienda o el material de la piedra que pisaban, a manera de suelo.
Habían varias puertas para entrar en la casa, pero solo una principal, ya solo exisitía el marco, con una puerta semidescolgada, así que nada podía bloquear sus pasos. La fachada era de marmol blanco y aun conservaba el bello color, invadido ahora por la descuidada hiedra.
Gorog, decidido , fue el primero en entrar.
Dentro ,era impresionante,como si una luz interior iluminase toda la estancia, además de la que entraba por las ventanas que daban al exterior. La vegetación se había hecho con el interior, árboles gigantes, hiedra dorada y otras plantas habían abierto el suelo y las paredes, creciendo a su aire.Algunas pinturas en las paredes le daba más belleza al lugar.A Adnarion le llamo la atención, especialmente una en la que se veia un grupo de personas,posiblemente elfos ,algunas con caballos, que caminaban a la luz de la luna, hacia el mar, bajo la sombra de 3 torres blancas.En otro de los cuadros, que observaba, se veía como había sido Rivendel antaño.
(Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado 2003ckl
(Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado Fondo_10
Los hombres continuaban andando por la estancia muy despacio admirando todo a cada paso. Tan solo encontraron alguna reliquia como alguna estatuilla ,de poco valor , salvo para algún coleccionista, que si que podría pagar bastante. Las vistas a eran impresionantes y desde algunos lugares podía observarse la cascada del Espejo o el impresionante valle cortado al fondo por las montañas Nubladas.
(Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado 8bm35z11
(Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado Rivend10
La sala acababa a unos metros más adelante, bajando unas escaleras, pero de ella salían numerosas puertas, con numerosos pasillos, a través de uno de ellos llegaron a una especie de porche, en mitad de él había un atrid de piedra, a la sombra de un milenario roble y bajo la imperturbable mirada de unas estatuas ancestrales, incrustadas en una pared cercana. Aunque los presentes lo desconocían, uno de los concilios más importantes de la historia se había producido aqui.
Continuaron su excursión aunque no hallaban nada de provecho, ni para bien personal, ni para bien del Imperio; los elfos se lo habían llevado todo, o no?
Una pintura Elendil luchando contra Sauron, el enemigo Oscuro, emergía de una de las paredes del exterior, en uno de las terrazas o balconadas que rodeaban toda la casa.
Tras largas horas de visita, las 2 alas de la hacienda quedaron exploradas.
-Esta excursión ha sido tan cultural como inútil.-Dijo Gorog- Volvamos.
Acabad con vuestra misión y devolved el libro, antes de que el Santo Padre se entere de todo o terminaréis con la cabeza ensartada por una lanza, en el patio del Templo.No se por qué os voy a dejar hasta el final de esto, pero os voy a dejar. Tal vez sea que siento curiosidad. Así que no hacedme perder mucho tiempo. Como cuando volvamos no este el elfo, suplicaréis por vuestra vida.

Los aventureros tragaron saliva.
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MensajeTema: Re: (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado   (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado Icon_minitimeMar Abr 06, 2010 12:52 am

El viaje hacia no sabiamos donde continuaba, después del intento de espolio de Rivendel (no quedaba nada allí) partimos en busca del brujo Bereg, el Elfo del Espejo, al parecer se sentía traicionado por haber traido a aquellos saqueadores a su morada y no pareció querer saber nada de nosotros. Así que, sin más, y tras convertir el cuerpo de Drecon en cenizas partimos a por el último eslavón de la cadena, el brujo.
Guiados por el instinto del licantropo, llegamos Athelas, refugio de Bereg, una ciudad fantasmagórica plagada de apestados sedientos de sangre, pero aquí, otra especie mas nos esperaba, no eran otros que los necrofagos, muertos devoradores de muertos y mucho mas poderosos. En el mismísimo ambiente, podía percibirse la putrefacción de todo, algo no iba bien allí, el mal se alzaba en la torre del brujo.
(Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado Athelas12
Pronto descubrimos como un grupo de apestados se abalanzaba sobre nosotros, pero... no eramos nosotros su presa, huían de algo... huían de los necrófagos que no dudaron ni un momento en intentar cazarnos. El intento fue fallido pues todos perecieron.
Tras otear el horizonte pudimos descubrir la ubicación de la morada del hechicero, en el camino, decenas de obstaculos a sortear en forma de apestados. Sin tiempo para pensar, la decisión tomada fue llamar a la puerta y esperar que Bereg atandiese a razones y nos dejase entrar, tras duras negociaciones con Adnarion así fue y pudimos entrar en sus dominios antes de que el ejercito de muertos caminantes llegase para devorarnos.
Ya dentro, Bereg accedió a devolver a los héroes a la vida, pero puso un precio, El Libro de la Carne, acompañado por sus cuatro siervos necróofagos mayores era difícil poder atender negarse a sus peticiones.
Tras dos semanas de intensa espera, el mago volvió a dar señales de vida:

- El trabajo esta hecho, los cuerpos están recompuestos y en dos días, volverán a la vida -

El hombre parecía agotado por el esfuerzo del uso de la magia, momento que elegimos para asestar un golpe y terminar con la vida del nigromante, el Libro no podía quedar en tan sucias manos. Tras una lucha sin cuartel, en la cual Ivanof terminó malherido, y los guardias que nos escoltaban muertos, conseguimos derrotar a Bereg y sus siervos.
Gorog y y Karack quedaron en pie, desafiantes, decidieron llevarse el libro y devolverselo al Santo Padre, eran duros rivales y decidimos dejarlos ir, pero justo cuando marchaban, una flecha atravesó la yugular de la bestia y una sombra cortó el cuello del general, aquella sombra que apareció y desapareció, nos había estado siguiendo todo el camino, tomo el libro y desapareció a gran velocidad entre las sombras.

Ya solo nos quedaba esperar, dos días mas, y los héroes del pasado volverían a la vida.
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MensajeTema: Re: (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado   (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado Icon_minitimeMar Abr 06, 2010 11:27 am

Ancard

El viaje de vuelta se estaba haciendo eterno para Ancard, pronto sabría si moriría o viviría; ya lo había advertido Gorog: si el elfo no estaba, encontrarían la muerte. Ancard se dio cuenta de que se había convertido en enemigo de algo que temía y hasta la fecha, había respetado fielmente(producto de ese temor): La Iglesia.
Mientras subían montaña arriba, observaron humo; algo se quemaba en lo alto, cerca de la cascada de El Espejo. Aceleraron el paso por ello, hasta que por fin vieron que se trataba de Yrgurm. Éste había apilado un buen monton de leña, a modo de pila funeraria y había quemado los restos de Drecon.
-Me lo ha dicho Elrond-Dijo sin mediar mas palabra el vallesino, luego continuó- Dice que la puerta está abierta, que cojamos todo y marchemos a terminar la misión.
Una vez más atravesaron la puerta de agua con todo a cuestas. La curiosidad de Gorog pudo más que su avaricia, cuando observó las bellas armaduras legendarias, si alguien temía que el General se hiciese con ellas, cautivado por su belleza, enseguida dejó de hacerlo, y es que según observaba Ancard, dichas armaduras, así como el resto de cosas de esos héroes del pasado, generaban un gran respeto; era como si algo les dijera que no les pertenecía y eso para alguien "amigo de lo ajeno" como alguna vez había sido Ancard, le sorprendía mucho.

Al otro lado de la puerta se encontraron con una noche cubierta por una neblina, no excesivamente espesa, pero si lo suficiente como para dotar al ambiente, ya de por si tenebroso, de una atmósfera terrorífica.
Los aventureros habían aparecido cerca de un camino, siguiendo el instinto de Karack, avanzaron hacia la izquierda. Las raices retorcidas de los árboles invadían dicho camino como manos de monstruos agonizantes por un dolor infinito.
(Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado Tetric10
-Este lugar está maldito-Dijo Karack, que poseía un sexto sentido para este tipo de cosas.-Alguien o algo ha podrido este lugar.
Todos excepto el mismo Karack, se estremecieron.
-Eso no es todo- Continuó el sombrío ser- Alguien nos sigue desde que salimos del Templo del Santo Padre.
-El que nos abrió la puerta de la celda?-Pensó Ancard.
(Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado Espant10
Avanzaron hasta llegar a la puerta del pueblo que estaba colgando de un gozne y abierta. Más adelante una criatura devoraba los intestinos de otra que yacía en tierra. Ambas siluetas recortadas por la niebla y la luz de la luna llena, parecían ser humanoides. Todos miraron con repulsión a aquella criatura; bueno...todos no; Karack miró lleno de impasiblidad. Kile sacó su arco y comenzó a apuntar,quería acabar con ese ser, de repente algo le distrajo: un crujido repelente de huesos, como resquebrajandose a su derecha, lo sacó de su conentración. Todos vieron como el hombre se convertía en bestia, hasta el mismo Gorog se apartó atemorizado del lado de Karack, cuando acabó la metamorfosis, Gorog recogió su ropa; la criatura de mas adelante había desaprecido.
Continuaron avanzando cuando una jauría de seres, mitad muertos mitad vivos, les asaltó por ambos lados de la calle que seguían, pero no era un ataque esto, las criaturas huían de su predador natural: otros no-muertos de mayor tamaño y fuerza , se abalanzaron contra ellos. Eran más los guerreros y pudieron repeler el ataque con éxito.
La niebla se disipó y por fin vieron la Torre de los Brujos, sobre una colina, rompiendo el cielo de la noche en su pico.
Tras atravesar la escarpada colina esquivando cadaveres que tomaban vida a su paso alcanzaron la puerta de la Torre.
La negociación fue dura, afortunadamente los cadaveres vivientes eran lentos y Adnarion pudo tratar con Bereg, el brujo; nigromante, según el hechicero, el cual tenía la autoestima bastante elevada.
-Yo que levanto muertos de sus tumbas y que he conseguido la vida eterna.-Decía Bereg.
Gorog reconoció abiertamente que La Iglesia debió haber tomado cartas en Athelas hace mucho tiempo.
Ancard se dio cuenta de lo avandonado que estaba el resto del mundo, por la institución que había venerado y temido.
Por fin Bereg los dejó entrar, parecía que le atraía la idea de experimentar con el Libro de la Carne.
Escoltado por 4 necrofagos mayores, como asi reconoció Karack, Bereg tomó el libro y lo observó con curiosidad. A cambio de hacerles el favor, el Nigromante pidió el libro como pago. Los aventuereros miraron a Gorog , éste tras pensarlo un momento, aceptó.
2 semanas de tiempo fue lo que pidió Bereg y así se le concedió.
-Cuando acabe todo acabaremos con él- Dijo el general mirando a Karack.
-No te confies, es muy poderoso-Dijo el licántropo- Si intento atacarle, me someterá.
-Nostros lo aniquilaremos- Replicó Gorog mirando a sus hombres.


Y dos semanas,aproximadamente pasaron. Durante todo este tiempo, el grupo se había instalado en la sala principal, donde habían sido recibidos por Bereg. La gente intentaba pasar el tiempo de la mejor forma, jugando a los dados o paseando por la torre. Según Karack, la presencia que los seguía desde que salieron del Templo, podría estar en la misma Torre, ya que dijo que en algún momento, le pareció ver una misteriosa sombra en uno de los numerosos pasillos.
Bereg por fin salió de su sala de experimentos, como la gente la llamaba,, con sus siervos y dijo:- 2 días y la gente que queréis que vuelva, despertara. Mi trabajo ha concluido. Ahora me retiro a descansar.
Tras decir esto, Gorog hizo una señal a todos. A por ellos.
Sin dudarlo todos obedecieron la orden del General y se lanzaron como una jauría de lobos hambrientos por sus presas.
Cuando casi habian alcanzado a sus enemigos, Bereg se percató de la situación y dio ordenes a sus siervos para que lo protegieran, a la vez que maldecía a los traidores.
Los confiados soldados fueron los primeros en llegar a los siervos y estos con una fuerza descomunal, golpearon pesadamente la cabeza de sus enemigos. 4 cayeron en la primera ondanada. Mientras Bereg levantó su baston y gritó unas palabras en una lengua horrible; la criatura Karack retrocedió asustada como si de una rata se tratara. Seguidamente los 4 siervos gritaron de una manera chirriante y horrenda; varios enemigos quedaron aturdidos, tras esto, Kile y Suhza entre ellos.Los soldados y aventureros, no afectados, llegaron hasta las bestias, pero aquellos que no poseían armas mágicas no eran capaces de dañar a las criaturas.
Gorog, solo, tras caer uno de sus hombres que le acompañaba imacto contra la bestia, cayendo de un solo golpe en la cabeza.
-No perdáis la formación- Gritaba-Golpead en sus cabezas!
Mientras Adnarion, junto con 2 soldados se las veía crudas para reducir al necrofago. El golpe del dunadan se estrelló contra el hombro del enemigo, cosa que no le causó daño alguno, al tiempo que caía uno de sus 2 acompañantes.
Ivanof y Ancard acompañados por otro soldado luchaban contra otro de los 3 necrófagos que aun quedaban en pie, pero dñarlo se antojaba algo extremadamente dificil y la criatura se movía con soltura, para evitar ser atacada por los 3 hombres.
Mientras Yrgurm se había quedado solo contra la ultima de las criaturas y huía de ella, esperando ayuda que parecía nunca llegar. Fue Suhza el primero en recuperarse del grito y corrió en su ayuda, pero fue en vano. La bestia continuaba detrás de Yrgurm ,evitando los ataques de Suhza. Unos segundos después se unió Kile. En ese momento un resplandor y seguido de un estruendo inundo la sala; uno de los soldados se movia espasmodicamente en el suelo. Bereg había atravesado con un rayo oscuro el cuerpo del pobre desgraciado. Al mirar de soslayo, Kile advirtió que Adnarion luchaba codo con codo con Gorog, para derribar a la criatura, pero 2 golpes bestiales del General se estampaban contra el hombro del no-muerto.-Mantente quieto mientras le golpeo!-Le gritaba a Adnarion.
Mas allá el siervo contra el que luchaba Ivanof y Ancard, agarró al soldado y posteriormente le mordio el cuello, echandose sobre él. Ancard intentó golpear con cuidado para no dañar al soldado, por lo que sus golpes eran poco efectivos. Ivanof se dió cuenta que Bereg tenía a tiro a Adnarion y viendo que su arma no era efectiva contra los necrofagos se lanzó contra el nigromante.
Bereg lo vió y no lo dudó; lanzó un rayo mortal contra el pecho del rudo Ivanof, cayendo al suelo pesadamente, con importante quemaduras en todo el cuerpo. Bereg Rió a carcajadas, viendo la estupidez de ese hombre, que había subestimado su ingente poder.
En ese momento Gorog impactó contra la cabeza de su enemigo y este cayó con el cerebro destrozado.
Ancard no podía dañar al enemigo, ya que podría decapitar al soldado, la criatura se incorporó finalmente y fue contra el. El de Dagorlad lo vió claro, empezo a huir , buscando ayuda.
Suhza,Yrgurm y Kile, por fin asestaron un golpe mortal contra la cabeza del enemigo; empapados en sesos vieron como Ancard intentaba quitarse de encima al último de los siervos. Kile y Shuza se lanzaron contra él. Yrgurm, viendo su ineficacia se mantuvo al margen y observó al fondo como Gorog y Adnarion se lanzaban contra el Nigromante. Éste lanzó un nuevo rayo y Adnarion, implorando a Eru, paro todo el ataque con su escudo. Llegaron los 2 guerreros a la vera de Bereg que miraba con horror, como su fin estaba próximo.
Ancard, Kile y Suhza acabaron con el último de los siervos.
Adanrion levantó su espada, pero en ese momento recordó que sería mejor dejarlo con vida.-Alto!- Le grito a Gorog.- Este hizo caso omiso y de un poderoso golpe con su enorme hacha, mandó a 3 metros casi partido por la mitad al hechicero.
-Escoria blasfema- Le escupió- Tu heregía ha sido castigada.
Mientras Ivanof soltaba su último aliento, en pie solo quedaban Ancard, Kile, Yrgurm, Suhza, Adnarion, Karack y Gorog.
-Vamos a por el libro- Le dijo Gorog a Karack, el cual estaba más tranquilo tras la muerte de Bereg. Los 2 desaparecieron tras una puerta y los aventureros se quedaron solos, mientras Ancard lloraba la muerte de Ivanof; los demás discutieron si abatir a Gorog y Karack, cosa a la que reusaron. No querían perder más vidas por hoy.
Al rato la bestia hecha lobo y el general aparecieron por la puerta por la que habían salido antes con el libro.
-Bueno-Dijo el General.- Hasta aquí nuestro trato.Espero que lo que habéis hecho sirva para algo. Nosotros nos vamos.
-Bien -Dijo Adnarion- Os acompañaremos hasta la puerta.

Una vez fuera de la torre, mientras algunos de los aventureros observaban como Gorog y Karack comenzaban a descender la colina, algo inesperado ocurrió.
De repente una flecha surgida de la oscuridad atraveso la yugular de Karack, que cayó muerto al suelo.
Gorog aterrorizado y paralizado por ello se quedó mirando estupefacto al licantropo. quiso desenvainar su hacha, cuando de repente, ante la incredulidad de los aventureros, la cabeza del general se separaba de su cuerpo.
Una figura oscura apareció al lado del cuerpo del General y con la velocidad de un leopardo, agarró el libro de la carne y corrió colina abajo con gran agilidad.
Cariacontecidos ante tal acontecimiento, los aventureros no alcanzaban a reaccionar. Por fin Kile pareció volver en si, se acerco al cadaver de Gorog y el de Karack, el cual de repente se hizo ceniza y se voló con la brisa. Cogió primero la flecha que había acabado con la vida del Licántropo, observó asombrado como su punta era de mithril. luego se acercó al general. Un pergamino había caido de la mano de "la sombra" con una leyenda en él: "La deuda queda saldada".

OFROL:Como siempre dejo el episodio abierto, por si alguien quiere escribir.
Continua la historia en el siguiente capitulo. El despertar.
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MensajeTema: Re: (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado   (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado Icon_minitimeSáb Abr 10, 2010 2:09 pm

El hecho que Elrond no hubiera aparecido de nuevo sacaba a relucir la duda de si la mala suerte se cebaba con ellos o más bien, que la suerte que hasta ahora tenían los había abandonado.
El caso es que estaban de nuevo en camino hacia la ciudad de Athelas. Yrgum les había dicho que nada más marcharse Elrond se aparecío y le dió instrucción para continuar el viaje, pero ya no volverían a Rivender.
Lo primero que pensó Adnarión, como médico que en parte era, fue que los daños que sufrieran ya no serían curados mágicamente por el elfo. Debería tomar de nuevo las riendas de las labores curativas pese a sus escasos conocimientos.

Cuando el dúnadan atravesó la cascada y llegó al otro lado la imagen le repugnó. El lugar parecía sacado de los cuentos de terror que se les narra a los niños para atemorizarlos y que obedezcan a sus mayores.
Avanzaban entre una niebla que no les dejaba ver una veintena de metros más allá.
Este lugar esta maldito, percibo el mal en el Karak hizo el comentario con un tono más placentero que repulsivo. La cara de Gorog, el general, si mostraba algo de asco, a lo que la bestia respondío y eso no es todo, algo nos sigue desde el templo de la ciudad santa Todos se giraron precipitadamente para intentar ver si alguien los seguia. Nada pudieron ver, pero el grupo estaba seguro que sería aquel que los sacó de su prisión.
Llegaron por fin al centro del pueblo, aunque aquello parecía más una aldea abandonada.
Adnarión se percató que algo los observaba, decenas de ojos. Se apresuro para ponerse a la altura de Suhza y advertirle, e intentar hacer lo propio con sus amigos. Esta misión podrían hacerla solos pero necesitarían ayuda para deshacerse de sus compañeros mal avenidos.
Cuando se los estaba comentado en voz baja al del Harad Kile habló en voz alta Habeís visto eso, alguien nos vigila
Todos lo hemos visto Contestó Gorog mirando fijamente a Adnarión y con una sonrisa sacástica dibujada en el rostro.
De pronto un grupo de seres con ojos inyectados en sangre se precipitó contra ellos. Con unos golpes se quitaron a la mayoría de encima, Adnarión acabó con el suyo con mucha facilidad. Pero pronto el dúnadan se percató que aquello no era un ataque. Esas bestias huían de algo y el grupo de aventureros solo estaba en mitad de su camino. Pero ¿de qué huían?
La pregunta pronto tuvo su temida respuesta. Otros seres más repugnantes se precitipatan hacia ellos. Adnarión confiado cargó contra uno de ellos, sería fácil deshacerse de ellos. Pero por el rabillo del ojo vio a una de esas bestias arrancar la cabeza de uno de los soldados imperiales de un solo puñetazo y con una velocidad increible. Eso lo hizo dudar, y la bestia arremetió contra él. Su yelmo, y seguramente la influencia de Orome, salvaron la vida de Adnarión que ahora estaba a merced de la bestia, que sin dudarlo un momento lo agarró intentando morderle en el cuello.
Kile vino al rescate de Adnarión, sus golpes no eran del todo certeros pues un fallo y el acero del de Rovhanión se introduciría en las carnes de Adnarión. Por fin alquien acertó, pero fue la bestia, quien consiguió morder por un resquicio de la armadura la piel del dúnadan. Casi de inmediato Kile atravesaba la cabeza del repulsivo ser.
El dúnadan tenían un leve espasmo al notar el calentor de su sangre cayendo por su pecho y mezclándose con la saliba fría del no muerto.
¿Ocurre algo? Le preguntó Kile.
No, nada contestó Adnarión, pero sabía que sí ocurría. La plaga se transmitía por la saliba, y estos seres aunque no fueran infectados tal y como los conocían, podrían ser algún tipo de alteración o evolución de la misma. Si notaba que las cosas iban mal avisaría a sus amigos para que acabasen con su vida antes de hacer algún daño.
Cuanto echaba de menos ahora poder regresar para ser curado por Elrond.
Vieron la torre donde presumiblemente vivia el brujo Bereg; lo dedujeron, al ser el único lugar con vida aparente. En su camino centenares de las primeras criaturas, cuyo movimiento era muchísimo más lento. Pero su número las convertía en peligrosas.
Llegaron a la carrera a la puerta de la torre. Concluyeron que era imposible treparla, así que llamaron a la puerta. Bereg contestó al otro lado. Viendo la pasividad Gorog y sus hombres y las escasas dotes persuasivas de sus amigos Adnarión volvió a iniciar la negoación.
Somo un grupo que viene en busca del brujo Bereg, tenemos un trato que proponerle.
¡BRUJO, BRUJO!¡TE HAS EQUIVOCADO MUCHACHO, YO NO SOY NINGÚN BRUJO, O ¿ACASO ERES TÚ UN SIMPLE GUERRERO?!
Había ofendido sin querer a Bereg. Adnarión no sabía ahora cómo dirigirse a él.
Es un vanidoso. Atácalo por ahí, ataca su vanidad. Dile que lo que le proponemos es un reto Fue el consejo de Kile.
Y Adnarió sabia que tenía razón, cuanto potencial desperdiciado en esos toscos modales.
Tienes razón, no soy un simple guerrero, puesto que he acabado con la vida de varios demonios y de algunas de las penosas criaturas que tienes acampando por los alrededores de tu Torre, siento muchísimo haberos ofendido; ¿cómo he de dirigirme a vos?
Yo. Soy. Un. Nigromante. Y habla deprisa, o pronto esas "pésimas" criaturas te devorarán
Éso aún está por ver. Venimos a ti a ofrecerte un trato, más que un trato un reto. Queremos que devuelvas la vida a unos seres, unos héroes del pasado. Y para ello te traemos un libro poderosísimo que te ayudará a mejorar tus artes de Nigromante y mejorar los seres a los que devuelvas a la vida.
¿ Y por qué yo?
Porque tú eres el único que puede hacerlo, según nos ha dicho un elfo llamado Elrond ¿te suena?, bueno, tal vez se halla equivocado y no puedas hacer la empersa que deseamos
El dúnadan se la había jugado con ésa última frase, pero sabía que Kile tenía razón y la vanidad de Bereg junto con su curiosidad no tendría límites.
Tras un silencio la puerta se abrió. Bereg era escoltado en todo momento por cuatro criaturas de las que Adnarión ya conocía su potencia y mordedura.
Bereg aceptó a llevar a cabo tal cometido a cambio de quedarse con el libro de la carne, puesto que no podría retener sus conocimientos.
Tardaré dos semanas, mientras sois mis invitados. Podeis deambulara por toda la torre excepto por mis aposentos.
Sólo una cosa más. ¿Qué ocurre si una de ésas bestias te muerde? Preguntó Adnarión algo aflijido.
¡AH!, JAJAJAJAJA, ASÍ QUE YA HAN PROBADO TU CARNE. Pues espero que puedas aguantar.....JAJAJAJA Fué toda la respuesta que recibío.
Vigílame, y si ves algún cambio en mi, no lo dudes. Acaba con mi vida No dió tiempo a réplica, y es que la cara de Suhza al escuchar la petición de su amigo Adnarión reflejaba miedo.

Pasaron uno días, y el Nigromante, salío de sus aposentos.
Bien, Mata-demonios, necesito los séis corazones de seis demonios de....... No pudo terminar la frase, Adnarión con un gesto solemne y de pleno orgullo le entregó al Nigromante los seis corazones que tanto sufrimiento había costado cogerlos. Bereg cambió el gesto. Tal vez había subestimado a esta gente que ahora tenía en casa.
Y aquí tienes las cenizas de los que queremos que devuelvas a la vida, creo que no te hará falta nada más
Y así era, Bereg volvió algo duditativo a su laboratorio. Ya les había advertido que no podían fiarse de su palabra y que la prueba estaba en el pueblo que había fuera.
Las dos semanas concluyeron sin que Bereg volviera a salir, y sin que Adnarión notara nada en él. El nigromante parecía muy debilitado
Éste es el momento Advirtió Suhza.
Todos se precipitarón contra el Nigromante y sus cuatro guardaespaldas. La lucha fue terrible y sin cuartel. Los guardias imperiales cayeron todos. Solo sobrevivió Gorog y Karak que continuaba en forma humanoide.
Por desgracia Ivanof también cayó en el combate. Cuando acabaron con la vida de Bereg, Adnarión fue en ayuda de Ivanof, pero solo pudo sentenciar su muerte dolorosa y en un corto espacio de tiempo.
Por qué no nos has ayudado. le preguntó Gorog a Karak.
Ya te dije que era muy poderoso. Si hubiera intentado algo me habría sometido y no habría podido hacer nada por evitarlo. Habría sido un enemigo más.
Bueno, de todas formas nosotros hemos acabado aquí. Nos llevamos el libro ¿alguna objeción? Retó el general imperial.
No. Ninguna. Os acompañaré hasta la puerta, habrá que cerrarla cuando salgais, a nosotros nos quedan un par de días aún. Contestó Adnarión compulgido, arrodillado junto al cuerpo de Ivanof.

Una vez en la puerta ocurrió lo inesperado. Una flecha acabó con la vida de Karak quien se había convertido en lobo nada más salir. Y el reflejo de una oja cortó el cuello de Gorog. La misma sombra cogió el libro de la carne y se precipitó ladera abajo a la velocidad del viento.
El grupo se acercó estupefacto a los cuerpos. Kile recogió la flecha, cuya punta reconocío que era de un extraño material, Mithril. Suhza encontró otro pergamino.
LA DEUDA ESTÁ SALDADA.
Adnarión no sabía si era bueno o no que éste ser tuviera ahora el libro de la carne, pues, aunque los había ayudado, parecía que se había movido solo por intereses propios.
Ahora había otro cometido, había que cuidar a los nuevos héroes del pasado.
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MensajeTema: Re: (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado   (Segunda Campaña). Capítulo IV. Héroes del pasado Icon_minitimeLun Abr 12, 2010 11:43 am

El camino hacia el pueblo fue sombrio, pero mas aun cuando el pueblo que vieron estaba infestado por una pesada oscuridad, el hombre lobo que hablaba poco decidio advertir a los viajeros ....
-Este lugar está maldito-Dijo Karack, que poseía un sexto sentido para este tipo de cosas.-Alguien o algo ha podrido este lugar.
El lugar estaba plagado de hombres que habian dejado de ser hombres, y corrian despavoridos cuando los viajeros llegaron a la mitad del pueblo, algunos fueron avatidos por miedo de la plaga, pero una vez muertos, se dieron cuenta que no estaban infectados sino que era otra cosa, eran como muertos en vida y que no corrian para atacarlos sino para huir de otras bestias, bestias con forma humana pero que solo se veian nada mas que sus musculos y duros como piedras a la vez que insensibles al dolor.
Despues de recorrer el pueblo en busca de la torre del brujo, encontraron una loma en la cual habia un cementerio y en el pico de esa loma encontraron lo que andaban buscando, una estructura muy diferente al resto del pueblo, ya no por su implecable estado de salud, sino porque alli no molestaban los muertos que se habian levantado del cementerio, estos solo se preocupaban de alimentarse de las tumbas que no habian sido resucitadas, un espectaculo tenebroso, pero a diferencia de los demas muertos vivientes estos se movian pesadamente y el grupo decidio acelerar el paso para llegar a la iglesia que se encontraba en la cima, al llegar alli llamaron a la puerta, pero nadie contesto, con lo cual y dada la poca paciencia de Ivanof solto un grito llamando al supuesto anfitrion.. - !Bereg sal de donde estes!, a los pocos segundos un encapuchado asomo por un balcon, preguntandoles el motivo de su visita.
Somo un grupo que viene en busca del brujo Bereg, tenemos un trato que proponerle.
¡BRUJO, BRUJO!¡TE HAS EQUIVOCADO MUCHACHO, YO NO SOY NINGÚN BRUJO, O ¿ACASO ERES TÚ UN SIMPLE GUERRERO?!
Había ofendido sin querer a Bereg. Adnarión no sabía ahora cómo dirigirse a él.
Es un vanidoso. Atácalo por ahí, ataca su vanidad. Dile que lo que le proponemos es un reto Fue el consejo de Kile.
Y Adnarió sabia que tenía razón, cuanto potencial desperdiciado en esos toscos modales.
Tienes razón, no soy un simple guerrero, puesto que he acabado con la vida de varios demonios y de algunas de las penosas criaturas que tienes acampando por los alrededores de tu Torre, siento muchísimo haberos ofendido; ¿cómo he de dirigirme a vos?
Yo. Soy. Un. Nigromante. Y habla deprisa, o pronto esas "pésimas" criaturas te devorarán
Éso aún está por ver. Venimos a ti a ofrecerte un trato, más que un trato un reto. Queremos que devuelvas la vida a unos seres, unos héroes del pasado. Y para ello te traemos un libro poderosísimo que te ayudará a mejorar tus artes de Nigromante y mejorar los seres a los que devuelvas a la vida.
¿ Y por qué yo?
Porque tú eres el único que puede hacerlo, según nos ha dicho un elfo llamado Elrond ¿te suena?, bueno, tal vez se halla equivocado y no puedas hacer la empersa que deseamos .
Pasados unos segundos las puertas se habrieron las puertas y aprisa entraron perseguidos por los muertos vivientes, Bereg los recibio con 4 necrofagos, los cuales imponian bastante miedo en los corazones, Bereg disimulo una sonrisa al ver al licantropo, ya maquinaba planes para el, se retiro con el libro de la carne diciendo que tardaria unas 2 semanas en poder hacer este conjuro, no era algo facil de hacer por eso tanto tiempo mientras tanto le ofrecio su hospitalidad, pasado el tiempo salio Bereg de su laboratodio, parecia como si el conjuro le hubiese costado algo de su vida inmortal y dijo:- 2 días y la gente que queréis que vuelva, despertara. Mi trabajo ha concluido. Ahora me retiro a descansar.
En ese momento Gorog decidio que era el momento de llevarse el libro de vuelta y se empezo una lucha sin cuartel, despues de varios instantes y varios de los guardias muertos la situacion parecia favorable para los viajeros, pero el nigromante estaba apuntando con su baston hacia Adnarion e Ivanof que se dio cuenta que su espada no hacia nada contra las bestias decidio cortar la carne del que creia que podia cortar, pero su valentia fue su error, un rayo negro salio del baston provocandole la muerte en una agonia rapida por las quemaduras en todo su cuerpo, mientras la vida se le iba, se repetia a si mismo... -He dado siempre lo mejor de mi ahhhhh....
Por qué no nos has ayudado. le preguntó Gorog a Karak.
Ya te dije que era muy poderoso. Si hubiera intentado algo me habría sometido y no habría podido hacer nada por evitarlo. Habría sido un enemigo más.
Bueno, de todas formas nosotros hemos acabado aquí. Nos llevamos el libro ¿alguna objeción? Retó el general imperial.
No. Ninguna. Os acompañaré hasta la puerta, habrá que cerrarla cuando salgais, a nosotros nos quedan un par de días aún. Contestó Adnarión compulgido, arrodillado junto al cuerpo de Ivanof.

Una vez en la puerta ocurrió lo inesperado. Una flecha acabó con la vida de Karak quien se había convertido en lobo nada más salir. Y el reflejo de una oja cortó el cuello de Gorog. La misma sombra cogió el libro de la carne y se precipitó ladera abajo a la velocidad del viento.
El grupo se acercó estupefacto a los cuerpos. Kile recogió la flecha, cuya punta reconocío que era de un extraño material, Mithril. Suhza encontró otro pergamino.
LA DEUDA ESTÁ SALDADA.
Adnarión no sabía si era bueno o no que éste ser tuviera ahora el libro de la carne, pues, aunque los había ayudado, parecía que se había movido solo por intereses propios.
Ahora había otro cometido, había que cuidar a los nuevos héroes del pasado.
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