Viaje al pasado. Capt. XX

La idea de alejar a los malditos no era mala. O eso creía VII. Steiner no podía saber a ciencia cierta qué sería lo correcto, pues dejarlos en el pueblo suponía un mal, y hacer que deambularan era otro mal, tal vez menor, tal vez mayor. En cualquier caso y según las palabras del muchacho, al final siempre acababan deambulando. Al fin y al cabo, su padre se había marchado con los primeros que se levantaron. Así que no muy lejos de allí, debía de existir otro grupo deambulando, entre los que estaban el padre del muchacho y la niña.

Continuaron con la marcha hacia el norte. Steiner corrigió a VII quien creía que tenía que ir hacia el noroeste. Pero en realidad los forasteros se habían ido hacia el norte, y el templo que servía de hogar a los Cruzado de la Luz, estaba al noroeste. Durante casi dos días la treintena de malditos los había estado siguiendo, lo cual puso muy duras las cosas sobretodo por la noche, la cual, casi tuvieron que descansar a lomos del caballo.
Tras dejarlos atrás, llegaron al otro pueblo. Fueron más cautos. En el pueblo no quedaban malditos, pero los supervivientes que quedaban sentían un profundo odio hacia los Cruzados de la Luz. La taberna del pueblo servia de casa de mando. El alcalde era ahora un maldito, así que se decía todo por consenso de los pocos supervivientes. Los forasteros no fueron tratados con amabilidad. La gente recelaba. En un combate cuerpo a cuerpo, habrían podido con ellos, pero aún quedaba un número suficiente como para ponerlos en un aprieto. Aún a así, a VII no se le pasaba por la cabeza hacer daño a inocentes; asustados y engañados. Los extranjeros a los que perseguían habían pasado por allí, y seguían rumbo norte.

No había nada nuevo en los seis días de viaje siguientes. En las aldeas, pueblos o ciudades que visitaban todo era igual. Los Cruzados de la Luz eran una secta malvada. Conocían sus distintivos. Y la gente empezaba a recelar de todo extranjero y más si iban acorazados y armados como ellos. En alguna ciudad habían restablecido las murallas y las puertas, y éstas habían permanecido cerradas y no las habían abierto ante la visita de extraños. El grupo tuvo en ése momento que rodear la ciudad y acampar a las afueras.
Pese a los sentimientos de VII, Steiner y alguno más, durante el viaje habían tenido que acabar con la vida de algún que otro maldito. Éstos los habían atacado de noche. Y gracias a ello habían descubierto que los malditos podían ver por la noche.
También habían descubierto una tercera fase de la plaga. En esta fase, los malditos, ya levantados y tras haber caminado y atacado a gente, volvía a un letargo, allá donde estuvieran, caían desplomados al suelo y permanecían en ese extraño sueño.
No sabían cuál sería la siguiente fase. Puede que terminaran muriendo y de ésa forma acabara la plaga. O puede que se levantaran mucho más agresivos.

Cada día estaban más cerca del grupo al que perseguían. Pero esta vez en lugar de llegar a un pueblo, lo que divisaron fue una granja. Desde la chimenea asomaba humo. Había vida dentro y parecía vida humana. Desde el camino salía una bifurcación en dirección a la granja, con una amplia pradera. Acercarse sin ser vistos sería imposible. Eso comentaban, cuando Steiner alzó la cabeza como si en ése preciso instante algo le hubiera venido a la cabeza.

La casita modesta estaba frente a ellos. La granja no permitía acercarse a la casita sin ser vistos. Estaban parados en medio del camino.
- Tendremos que preguntar en esa casita si han visto pasar a esos hombres. Llevamos seis días persiguiéndolos y vamos siempre un paso por detrás. - Einer se acomodó mejor al caballo
- Si, pero primero hemos de asegurarnos de no encontrar sorpresas. Un par de nosotros podrían rodear la casa antes de tocar a la puerta,, a ver que descubren. el resto nos plantamos delante de la puerta a esperar y tras cerciorarnos de que todo esté bien tocamos a la puerta.
Bringwor y einer podríais ir vosotros dos por detrás, el resto a la puerta.- VII estaba dando su parecer cuando Steiner pareció que se sobresaltaba, como si un recuerdo acudiera a su mente en ese preciso instante.

El grupo procedió con cautela. Bringwor y Einer rodearon la granja. Había una empalizada hecha por troncos sueltos, cuyo único fin y posibilidad era retener a equinos, bovinos o vacunos, pero no retendrían una manda de malditos, y menos una de hombres vivos.
La construcción era una casa grande de una sola planta. Un establo caballeriza adjunto en el lado derecho, y un granero de dos plantas en el izquierdo.
Dentro del espacio de la empalizada había varias empalizadas menores para contener cerdos, gallinas, etc.
La puerta se cerró bruscamente. Detrás vinieron las ventanas. Los habían visto sin duda, y se estaban atrincherando.
VII no dudó, ya no era necesaria tanta precaución. Se irguió aún más en su montura para que pudieran verlo claramente. No llamó a Bringwor ni Einer, pues puede que los hubieran visto, o puede que no, pero seguían sin saber a qué se enfrentaban y puede que tenerlos en la puerta trasera sirviera de ayuda.
El grupo encabezado por VII llegó a la puerta, y habló.
"Hola. ¿hay alguien ahí dentro?" la pregunta sobraba, pero una forma de hacerse ver, mostrar sus intenciones pacíficas y buena voluntad. Estaba haciendo como si no supiera que ya lo habían detectado.
"¿Quiénes sois y qué queréis?" dijo una voz varonil desde el interior. Un hombre y parecía más nervioso que atemorizado.
"Somos viajeros. Solo queremos pasar la noche. No conocemos el lugar y no nos gustaría aventurarnos a campo abierto. El mundo se ha convertido en un lugar peligroso" aún era media tarde, pero lo que VII decía era algo lógico.
"JA" rió irónicamente desde dentro "viajeros que llevan armaduras de mithril. Un mundo peligroso para los que pueden permitirse caballo y una armas como las que lleváis. Parecéis más bien mercenarios"
"Puede que parezcamos eso. Pero no somos gente de mal, y seguro que tampoco lo aparentamos. Aún así sabrás que no tienes nada que temer" a VII no se le escapaba que aquel hombre podía identificar a mercenarios tan bien. La última frase era una pequeña trampa, quería ver cómo reaccionaba. El mensaje oculto en ésa frase era, no tienes nada que temer, porque si lleváramos malas intenciones, solo tendríamos que tirar la puerta abajo.
"No me dais miedo. Puede que consigáis lo que sea a por lo que hayáis venido, pero si atacáis, me llevaré alguno por delante. Seguro"
"No lo dudo. Pero nuestra intención es pasar la noche. Pasar la noche y charlar contigo. Molestaremos lo menos posible. No vamos a atacar para quitarte tu casa"
Hubo un momento de silencio. Parecía que las palabras calaban en el hombre del interior de la casa.
Entonces Steiner llamó a VII. Todos se giraron. Había un chico que venía por el camino y se había quedado de pié, contemplando la escena. No sabía qué hacer.
"Acércate" le dijo Steiner
"iNO. NO!" gritaron desde dentro mientras se escuchaba cómo quitaban la tranca de la puerta "Dejad al muchacho. Hablad conmigo, quedaos conmigo"
Ante ellos, un hombre fornido. Entrado en años. Vestía como un granjero cualquiera, y en una mano llevaba un hacha. Un hacha que por su tamaño era necesaria usarla con ambas manos. No era un hacha de guerra, pero su tamaño impresionaba.
"¿cómo te llamas?" dijo VII, Brog, fue la respuesta.
"Escúchame Brog. Sé que no has creído nada de lo que te he dicho. Pero eso da igual, porque todo era y sigue siendo cierto. No vamos a haceros nada a ninguno de vuestra familia.." iba a continuar pero Brog le interrumpió bruscamente.
"JURALO" VII quedó impresionado. Sin duda ésa era la preocupación de aquel hombre y lo entendía muy bien "Jura éso que acabas de decir. Jura por tu honor, por tu dios, por lo que tu creas. Que no harás ningún daño a nadie de mi familia. Ni tu, ni ninguno de tus amigos"
VII de forma seria y solmne. Se bajó del caballo. Se quitó los guanteletes. Se acercó a Brog, quien no se movió ni un pelo. Y cuando estuvo lo suficientemente cerca de él, puso su mano derecha en el corazón, y tendió la izquierda para estrecharla y dijo
"Juro por mi honor de caballero, que ni yo ni mis hermanos te dañaremos a tí ni a nadie de tu familia" en el mismo momento que hacía el juramento, una pequeña punzaba le daba, la imprevisible reacción que podía tener Bringwor.
En ése momento aparecieron Bringwor y Einer. Brog pareció preocupado y aliviado. Eran más de lo que él había visto, pero al menos, ahora iban todos de frente.
Entraron en la casa y VII les dijo por lo bajo que procuraran dejar las armas a la vista, al alcance pero apoyadas en algún lugar, con el fin de tranquilizar a su anfitrión.

Dimmu había mostrado sus intenciones, y a VII no se le había pasado por alto el cambio en la cara del muchacho al hablar de la plaga, la cura y lo enfermos.
"Será mejor que se sienten. Así podremos hablar tranquilamente"
Todos comenzaron a acomodarse. Todos menos Bringwor, quien salio fuera. Le vieron coger los caballos
"Va a ocuparse de las monturas" dijo VII a modo de disculpa. Pero todos sabían que a Bringwor parecía molestarle sobremanera la presencia humana. La cual toleraba ultimamente en pequeñas dosis.
Junto a Brog, había una chica. Tendría dieciocho o diecinueve años, y era muy muy guapa. No hicieron falta más explicaciones, todos sabían la preocupación de Brog.
La chica sirvio la mesa con algo de comer y beber para los recien llegados.
"Hace tiempo pasó un grupo de unos cinco jinetes. Pregonaban algo acerca de una plaga. Acamparon fuera. De éso hace ya unos cuantos meses. Pocos días después mi Clarisa enfermó. Se convirtió en uno de ellos. Después enfermó mi pequeña Lisia. No hemos vuelto a enfermar ninguno. Hay un pueblo no lejos de aquí. Allí la plaga hizo estragos. Mi Bragor va de vez en cuando allí. Venía del pueblo cuando lo habeis visto, y ....."
Todo se interrumpió por un grito. Venía del granero. Era la chica. Todos salieron raudos hacia allá, cogieron las armas que les dió tiempo.
Al llegar la escena no podía ser peor. La chica estaba alterada, con los brazos en cruz y parecía defender algo. En frente, su oponente no era otro que el propio Bringwor. Tenía el mandoble desenfundado, pero apoyado en el suelo, su aptitud no parecía peligrosa pero sí desafiante.
"Tranquilo. Somos nosotros" le decía Einer mientras se le acercaba.
"Yo estoy muy tranquilo" su voz así lo constataba "Pero vosotros deberías echar un vistazo a eso" con su mentón señaló al suelo, donde se podía ver una rampilla oculta con una argolla.
"No. No. Lo juraste"
VII actuó rápido. Hizo a un lado a la chica y levantó la rampilla. Había escavada un zulo acomodado para habitación. Con antorchas como luz artificial. Dentro una mujer y una niña. Las dos malditas. Las dos convertidas. Las dos intentando salir y alteradas por el ruido que arriba se escuchaba.
No hicieron falta explicaciones. Habían encontrado a Clarisa y a Lisia, y por fín todos los cabos se ataban.
"Juraste no hacer daño a nadie de mi familia" señaló al suelo "Son mi familia"
Los hermanos se miraron, esperaban que VII diera algún tipo de orden o tomara alguna decisión. Hasta ahora había tomado el mando. Aunque en el interior esperaban que Dimmu pudiera decir algo también.
"No. No lo hagais. Existe una cura" quien habló fue el chico. Todos lo miraron extrañado "Por eso venía tan rápido. Por éso no me di cuenta que estabais en la puerta. Venía tan rápido y contento que no me di cuenta de nada" parecía un intento desesperado por salvar a su madre y hermana.
Miró a Brog. "Padre. Es cierto. Hablan de una cura. Una nueva religión. Si nos hacemos de ésa religión y comulgamos con sus dioses, éstos nos salvan. No se habla de otra cosa en el pueblo. Dicen que sus sacerdotes viajan por todos los pueblos conviertiendo a la gente, y curando a las familias de los que se convierten. Pero muchos están haciendo sus petates para ir a buscarlos. El sumo sacerdote es As-ragas"
El golpe en el frontal fue muy fuerte. Los flashes de momoría volvían a todos por igual. El trono. Un trono. Duma. El rey. Rey de Duma Ebregor. Su guía. El guía espiritual. Del que todos recelaban. Habían ido allí para vigilarlo de cerca. Ese guía espiritual que a todos embaucaba con su voz, con sus razonamientos. Ése guía que había tomado a Bringwor como primer ayudante, del que no se separaba nunca, pese a ser un hombre siniestro. Ese guía, ese sacerdote. Su nombre. As-râgas.

- Bringwor, esas dos mujeres no suponen ninguna amenaza. Como puedes ver están presas en ese agujero. - VII le habló en un tono tranquilo cargado con un toque autoritario a la montaña.- por favor no hagas nada de lo que nos lamentemos todos. tenemos cosas más importantes que hacer, que encargarnos de esas dos pobres almas torturadas.

VII rechinó los dientes. Ese nombre, As-râgas, le arañaba el alma. El puzle estaba encajando mientras ellos daban palos de ciego por el mundo.
¿Ahora que? Habían dado ordenes a Valhamar de enviar mensajes al resto de señores afines a su causa para que se reunieran con ellos en la fortaleza de los cruzados. Mientras su enemigo se hacía con el poder del pueblo, arrancándoles la antigua fe para que abrazasen corriendo este nuevo culto oscuro. Todo el trabajo de su vida se iba por la borda mientras él había estado tan ausente como en sus días de borracho. Habían elegido un destino que les separaba del corazón de los males, del nido de las víboras.

- Borg, existe una cura, de eso no nos cabe duda. Pero esos hechiceros no os la proporcionarán. De hecho seguramente van predicando en contra de la orden de la Luz.
El chico asintió con la cabeza ante el último argumento de VII
- Dime, desde que tienes uso de razón,? cuantas veces la orden a atentado contra la gente sencilla? ¿Cunado a castigado al pueblo o lanzado su poder contra débiles o indefensos?
¿Acaso la orden no ha luchado siempre a favor del pueblo y ha intentado servirle?

Borg asentía ante las palabras del cruzado, era verdad. La orden había luchado a favor de la justicia desde siempre. O eso esperaba VII, su memoria no estaba restablecida del todo. La cara de asentimiento del campesino iba dándole la razón al cruzado, con lo que su discurso se iba haciendo más fácil.

- Entonces que sentido tiene que la orden intente destruir al pueblo por el que y al que ha dedicado su existencia. Yo te lo diré, ninguno.

- ¿A dónde quieres ir a parar?- Borg parecía algo confuso.

- Esta nueva que predica contra el defensor del pueblo, de la libertad y la justicia no puede ser tan buena. Es más, tenemos indicios reales de que ellos están detrás del verdadero mal.

- Mira, si esos nuevos monjes curan a mi familia abrazaré a sus dioses sin dudarlo, que me ha traído la luz, nada, nada de nada.

- Puedes hacer lo que quieras, pero piensa en esto, quien puede conocer el antídoto contra un veneno, solo el envenenador. Se cauto y no muerdas un anzuelo que se presenta tan apetitoso.

El asunto estaba deribando por un camino por el cual los cruzados tendrían que hollar demasiadas veces. Ahora no tenían tiempo que perder. VII dejó atrás el debate de fe.

- Dime chico, puesto que la gente del pueblo hace los petates para ir en busca de esos monjes, ¿sabes si hay alguno merodeando cerca?

"No. No hay nadie cerca. Pero algunos hablan que en el norte. En el norte hay sacerdotes con la cura. Otros hablan del sur. Nadie sabe nada seguro. Pero hay quien se va en su busca, norte o sur. La cuestión es no quedarse sin hacer nada"
Las palabras del chico se notaban que eran la repetición de lo que había escuchado en el pueblo. La gente tenía miedo.
"Eso es una temeridad. Hay manadas de ellos vagando por los caminos. Y ellos no muerden para contagiar. Ellos deboran lo que encuentran. Acabaran siendo el alimento de aquello de lo que huyen"
Bringwor, ajeno a todo aquello ya se había ido a cuidar de los caballos. Le traia sin cuidado los vivos o los malditos. Solo había querido enseñar a sus hermanos lo que el granjero Brog guardaba en el granero. Lo había descubierto gracias a su olfato. Cada vez era más parecido a un animal, de hecho, ésa noche soño que era El Animal. No uno cualquiera, si no todos. Primero era un oso, grande y fuerte. Perseguía a una presa, pero no podía alcanzarla, así que de repente se transformaba en lobo, rápido y ferzoz. La presa estaba al alcance de sus fauces cuando surgieron hombres con sus grarras de metal. Entonces voló. Era un águila grande, y en su huida arrancó el ojo a uno de ésos hombres. El ojo izquierdo goteaba entre sus garras. Llegó a una alta cima y allí disfrutó de su botín. Esta dulce y jugoso.
Incluso ahora, siendo un hombre, se regodeaba al recordar aquello.

Todos volvieron a la casa. Ya mas calmados y de nuevo a la mesa, el chico dio más explicaciones.
Parecía que un grupo de monjes predicaba una nueva religión. De alguna manera, al asistir a las misas la gente se curaba.
Aunque los malditos habían sido agresivos, mucha gente era como Brog el granjero. Los malditos eran familia suya y ansiaban una cura, una solución, que todo volviera a cómo eran las cosas antes.
La enfermedad se había expandido muy rápidamente. Llevaban solo tres semanas desde que salieran de la fortaleza, y no parecía existir zona en el mundo que no estuviera infectada.
Un jinete se acercaba. Todos se pusieron en alerta, quién sería.
Bringwor ya estaba en la calle, recibiendo al jinete. Todos lo reconocieron de inmediato. Era Pool.

Las noticias del soldado solo confirmaban lo que ya sabían. La plaga era mundial y estaba en pleno apogeo. Los malditos estaban pasando a su nuevo estado de letargo.
Las buenas noticias eran que casi todos habían respondido de forma positiva. Seguían siendo fieles a la orden y a los trece patriarcas supervivientes. Obviamente desconocían que algunos habían muerto.
Las malas noticias es que dos refugios se sentían reacios en vistas de la posible traición de los patriarcas supervivientes, y en concreto de los hijos de Tiego y VII. Nada decían acerca de Stanford. Otra no había contestado. Pero ninguna iría a la cita. Las filas de todos los reinos habían sido diezmados. Las fuerzas de la orden no habían sido menos. Pero había más. Muchos reinos, casi se habían quedado sin ejército alguno. Su población estaba sobre mínimos. Cualquier banda de medio centenar de bandidos podría tomar reinos enteros. La situación era tremenda. Si Ebregor rey de Duma quisiera apoderarse del mundo ahora sería la ocasión perfecta. Nadie podría impedírselo.
Tanto VII como Dimmu, percibían que no se apodaría del mundo por la fuerza. Sería mucho más sutil y por lo tanto mucho más peligroso.

Se fijo en Sus uñas negras por la tierra. Sus manos llenas de grietas eran todas ellas un cayo. Apreto los dedos. Cerro las articulaciones con fuerza , sintiendo un dolor agudo, punzante, como si algunos de los tendones fueran a partirse. Volvio a abrirla y volvio a cerrarla, asi varias veces hasta que decidio ponerse de nuevo el guantelete de la armadura de Fill.

OFF: Esto representa el interes de Bringwor por los problemas que se describen jaja ... a mi no Juan... a mi si me interesan.

- La orden parece cada vez menos orden... Nosotros la creamos y nosotros la hemos destruido inconscientemente. No deberíamos perder tiempo en dar caza a esos hijos de puta que predican nada más que falsedades. - Dimmu había perdido los estribos por un momento - Sigamoslos y encontremos la cura de esta maldición lo más rápido posible. Luego hagamos un trabajo de desgaste contra el rey de Duma hasta llegar a él. Después ya tendremos tiempo de reconstruir la orden si lo consideramos oportuno. ¿Qué opináis hermanos?.
Dimmu sabía que cada segundo corría en contra de ellos y hacía que el grupo al que seguían la pista estuviese cada vez más lejo

- La orden parece cada vez menos orden... Nosotros la creamos y nosotros la hemos destruido inconscientemente. No deberíamos perder tiempo en dar caza a esos hijos de puta que predican nada más que falsedades. - Dimmu había perdido los estribos por un momento - Sigamoslos y encontremos la cura de esta maldición lo más rápido posible. Luego hagamos un trabajo de desgaste contra el rey de Duma hasta llegar a él. Después ya tendremos tiempo de reconstruir la orden si lo consideramos oportuno. ¿Qué opináis hermanos?.
Dimmu sabía que cada segundo corría en contra de ellos y hacía que el grupo al que seguían la pista estuviese cada vez más lejos

las palabras de Dimmu no pasaron por alto para VII. De hecho le causaron una rara sensación de tranquilidad. Mientras el favorito de eru parecía perder los estribos VII estaba mirando la cara de bobalicón de Bringwor. Estaba cerrando y abriendo esa tenaza que tenía por mano mientras el resto asimilaba las palabra de Pool. VII por raro que pareciese parecía mucho más calmado que de costumbre. Bringwor había dejado de ser un problema para él. Solo había que dejarlo tranquilo...en cuanto al resto sabía que los demás hermanos estarían al pie de la brecha en todo momento.
- No te preocupes por la orden Dimmu. Su futuro solo depende de nosotros. Ahora tenemos cosas más importantes de las que preocuparnos.- Hizo una pausa, como para darle fuerza u ordenar sus pensamientos. - Esos predicadores a los que intentamos encontrar están, de momento, fuera de nuestro alcance. Hemos de retomar nuestro camino original y partir a la fortaleza. Allí encontraremos nuevas pesquisas para resolver el puzle.
- Pero esos sacerdotes oscuros... - Stanford parecía no estar de acuerdo.
- Aunque encontrásemos a esos supuestos sacerdotes de momento tienen el beneplácito del pueblo, ofrecen algo que nosotros carecemos, la esperanza de una cura. No podemos actuar contra ellos, eso es precisamente lo que quiere el rey de Duma. Él quiere que nos mostremos como asesinos ante el pueblo. Si la noticia de que la orden de la Luz ataca a la nueva religión la noticia correrá como la espuma confirmando sus acusaciones. Quien querría matar a quien ofrece la cura, solo los culpables de su propagación. Actuar contra ellos abiertamente es lo que está esperando el rey de Duma.
Dejó que su argumento fuera calando en las cabezas de los demás.
- Pool envía un mensaje a tu señor. Dile que a esos dos señores que desconfían de nosotros le envié otra carta. Escucha atentamente. Se convoca a todos los señores miembros de la orden de la Luz en la fortaleza del Sol. entendemos las preocupaciones y miedos de todos los señores pero sin la fuerza de todos será imposible descubrir la verdad sobre la traición cometida sobre nuestra orden. Se garantizará la seguridad de todos los presentes, y cada uno de los señores podrá asistir con una escolta de diez hombres. Como todos sabrán la fortaleza carece de efectivos y será terreno neutral para todos. Todos aquellos que rehúsen ir podrán ser tildados de traidores. Tendrán derecho a un juicio tras la victoria de la orden sobre los nuevos males que asolan nuestra tierra. Somos los responsables del mundo y de sus habitantes, todos hemos de aunar fuerzas para aliviar los males que no acechan.

Pool puso cara de que aquellas eran demasiadas palabras para su mente.
No te preocupes te lo escribiré todo.
Ahora hemos de partir, al norte, a la fortaleza del sol

Decidieron pasar la noche en aquella granja. Alli a pesar de los infectados escondidos, todo parecia tranquilo. Aquella familia habia confiado por fin en ellos...pero Bringwor no aparecio con ellos esa mañana. Debio ser en su guardia, ya que nadie lo vio; habian decidido hacerlas a pesar de la paz reinante, por lo que pudiera pasar. Al despertar Einer se dio cuenta que Bringwor ya no estaba. No habian huellas, no habian rastros, salvo su armadura desarmada por piezas y esturreadas cerca de la casa, ademas de su mandoble, Bring-war, que Steiner se encargo de recoger y guardar. El grandullon simplemente, se habia esfumado.

La tierra estaba mojada bajo su cuerpo. Sentia un frio que hacia tiempo no sentia, era como si estuviese desnudo. Su cabeza le daba vueltas, ademas de dolerle a rabiar. Fue en ese instante al mirarse cuando realmente se dio cuenta, efectivamente... estaba desnudo!
Unos viejos pinos lo rodeaban, pero no tenia ni idea de donde estaba, se preguntaba se aquello era un sueño, pero los pinchazos que sentia por las finas agujas secas de los pinos que se clavaban y descansaban bajo su cuerpo, le decian que no. DOnde estaba? como habia llegado hasta alli? COn esfuerzo se incorporo, para darse cuenta que se encontraba rodeado por un lugar perdido, un lugar jamas pisado por el ser humano. Entonces fue cuando se sintio por primera vez desde su niñez... LIBRE.

Einer miro a su alrededor, confirmo que su hermano no estaba, no le hacia falta ver que se habia ido para saber que no se encontraba cerca, pero no temio por el, sino por si mismo. Cada uno habia tomado su camino, pero el se quedaba estancado en sus pensamientos sin saber que rumbo seguir, unas veces con ganas de salvar el mundo y otras, muy oscuras, donde la maldad reina por doquier; asi era la mente de Einer despues de empezar a recobrar su memoria, de la cual no tenia mas que vagos sueños.

Mientras recojia los trozos de armadura de su hermano, Einer le dijo a Stanford,- Seguro que ha seguido su olfato, y por eso no dudo de que estara bien,- sin esperar mucha respuesta, el mas bajo de los hermanos, termino de recoger y apilar la armadura, volvio a encerrarse en su propio teatro de tinieblas y sombras, donde el acto final estaba claro, -eliminar esta plaga y el que la propago, entonces podre descansar y recuperar mi tiempo perdido, sera mi descanso- eso penso credulamente ...

"Tenemos que ir en su busca" decía con ansiedad en su voz Dimmu.
"No. Déjalo. Sabe lo que se hace." la rotundidad y seguridad de las palabras de Steiner mientras sujetaba el mandoble de su hermano hacía pensar a todos que él sabía que su hermano desapareceria.
"Ya lo dijeron en la fortaleza. Sería bueno volver al templo, el lugar le haría bien a Bringwor." Steiner no parecía tener intención de ir tras su hermano, no parecía ni si quiera preocupado
"Así que te da igual" dijo VII
"Si me preocupa. Quiero que mi hermano esté bien. Pero pese a lo que estamos viviendo, creo que estará mejor solo que con nosotros. No sé si le volveremos a ver. Pero cuando él quiera vernos nos encontrará. Así que ahora, además de hacer todo lo que tenemos que hacer, quiero vivir. Vivir para que mi hermano me pueda encontrar y nos volvamos a ver"

No había mucho más que decir. Partieron al poco. Ahora tenía una montura de más. Einer custodiaba la armadura de su hermano. Steiner su arma.
Viajaron al noroeste, hacia casa. No seguirían a quienes los detractaban. VII aferraba la llave de su hermano que había dejado con todas sus cosas.
Durante su viaje, la noticia de la curación los precedía, y había fermentado un cambio entre los que quedaban con vida. Los pueblos y ciudades que intentaban visitar, estaban cerrados a cal y canto. La gente se atrincheraba tras murallas, empalizadas, etc con el fin de sobrevivir hasta que llegasen los salvadores con la nueva fe.
En algunas ciudades los habían dejado pasar creyendo falsamente que los cruzados eran los salvadores de la nueva fe, como los llamaba la gente. La falsa espectativa pasaba rápidamente a recelo incluso hostilidad, cuando exponían que ellos no eran quienes creían que eran.
Por fín, tras muchas semandas de camino, semanas que se habían convertido en meses; llegaron al linde de sus tierras. Todos, absolutamente todos, nada más llegar comenzaron a recordar. Recordaban momentos, situaciones, experiencias vividas. Gente a la que recordaban con la que compartieron vivencias y amistad.
Ahora había que encontrar el camino de llegada a su templo. Si todo era tal y como les habían dicho, era un camino secreto, dificil de encontrar.

Aquella tierra era verde y fértil. Llena de árboles y bosques, arroyos, ríos y montañas. Tuvieron que abastecerse de la tierra y la caza, pues desde que habían llegado no habían encontrado población alguna; y de éso hacía ya tres días.
Caminaban sin rumbo fijo y perdidos por aquel paraíso verde. No parecía importarles. Podían comer y parecía que la plaga y el resto de problemas del mundo habían desaparecido.
El camino por el que iban era estrecho y precioso. Rodeados de mantos verdes y lianas que iban de árbol a árbol, parecía que estuvieran en un pasillo hecho por la naturaleza.
Dimmu iba el primero, seguido de VII y Stanford. El caballo de Bringwor los seguía con gran parte del equipo. En la retaguardia Einer y Steiner.
Las monturas iban holgadas en el camino, aunque dos jinetes no podían caminar a la par.
Dimmu detuvo la marcha. A unos cincuenta metros, entre los recovecos que hacía el camino, podía distinguir una figura. Era un hombre. En mitad del camino. Llevaba una lustrosa armadura.
"¿Lo ves?" dijo Dimmu.
"Hum" fue la respuesta afirmativa de VII.
"¿Ver, qué?" comentó Stanford.
"Un hombre. A pie. Con armadura y seguro que armado. En mitad del camino.....hay....hay algo que me es familiar en él" dijo Dimmu.

tres semanas de viaje y ni un solo indicio de Bringwor. Los hermanos estaban tranquilos, sabían o suponían que su hermano estaría bien. Por su parte VII sintió un cierto alivio, la montaña lo ponía nervioso, su temperamento irascible lo hacía impredecible. Ese aspecto de Bringwor, esa incógnita suponía para VII un escollo difícil de sortear al que se vía anclado.
Tres semanas que supusieron para el cruzado una especie de liberación. Ahora se sentía más en armonía con el resto. Ese descanso mental le dio tiempo para analizar al resto de los hermanos. Dimmu podía haber sido un buen líder, pero tenía una mentalidad algo llana, reaccionaria y demasiada rápida a la hora de bañar en sangre a Estela carmesí, una lastima.
Steiner era otro cantar, su buen juicio, su amor por la vida se veía empañado por las concesiones que hacía para con sus hermanos, podría haber sido la voz de la conciencia del resto de los hermanos pero era una voz si apenas fuerza. Le faltaba ese empuje esa autoridad que le tendría que dar la razón pero sus hermanos, con toda la confianza del mundo dejaban que las olas de la razón lamieran suavemente la roca que era su conciencia. Einer era como un simple acolito que sigue al maestro sin preguntar, un alumno poco aplicado que confía en la senda que le muestran sin cuestionar nada, solo obedecer y seguir. Sin embargo Stanfor era un enigma, un buen cruzado y nada más.
Tres semanas en las que ni un alma atormentara su camino con la desgracia que asolaba el mundo. y de repente un hombre en medio de la nada. El sol se reflejaba en su coraza con lo que no dejaba ver sus insignias. Esperaba por su propio bien que no intentara nada.

-Quien va - VII se puso a la altura de Dimmu a la espera de la respuesta del misterioso hombre.

Como si hubiese leído la mente de Dimmu, VII inspeccionó el alrededor. Hizo una leve señal a los que le precedían para que adoptaran posiciones. Aquel lugar podía ser tan bueno como otro cualquiera para una emboscada. Suavemente acarició el cuello de Fatana, quería que el animal estuviese tranquilo ante lo que podría avecinarse. Sabía que con solo hincarle los talones, la yegua arrancaría con furia. Resplandor Saldría de la vaina para trazar un sablazo vertical ascendente en un movimiento mas que ensayado, si el objetivo esquivaba el acero lo arrollaría el caballo.
A sus flancos el suave manto verde se extendía ajeno al momento, un momento que podría estallar súbito como un rayo o placido como un amanecer. Todo dependía de las intenciones del hombre, que de momento guardaba silencio.
- ¿Quien va? Volvió a repetir VII

El primero en dar el aviso fue Stanford.
"Nueve en rostro"
fue lo que dijo, en un tono lo suficientemente alto para que lo oyeran todos.
"Acercaos"
respondió el individuo del camino.
"mochuelo en el árbol"
continuó Stanford. Todos sabían lo que significaba. No podían verlo. Pero en su lateral izquierdo había alguien escondido. Stanford lo había dicho, y por extraño que pareciera, todos lo habían entendido.
Mientras avanzaban Dimmu le dijo a VII
"Te has fijado. Creo que lleva emblemas de la orden en la armadura. Y ése extraño signo, también lo llevamos todos"
Al ponerse a una distancia prudencial a quien hubiesen dejado escondido estaba ahora detrás suyo. No sabían si había más.
"¿Qué le pasa a tu amigo, es tímido?" dijo directamente VII
El hombre reía
"Pareceis perdidos. ¿No sabeis a dónde vais?"
"Así es. Estamos perdidos. Tal vez podríais ayudarnos....señor....."
El hombre mudo el rostro de la cara. Parecía perplejo
"Cierto. Primero las presentaciones. Soy Bill. Bill Still. Y ¿vuestros nombres"
"Mi nombre es Dimmu. Y estos son mis hermanos VII, Stanford, Steiner y Einer"
"¿Cómo se llama tu amigo?" Insistió VII
"¡Férez, vamos sal!"
Todos experimentaron una sensación extraña. Conocían a ése hombre. Steiner recordaba cómo había enseñado a ése tal Ferez a acechar y llegar a esconderse. No lo dudó un instante y se bajó del caballo para saludarlo efusivamente.
Dimmu y VII sintieron lo mismo. Pero ahora recordaban al hombre con quien hablaban.
"Te llamas Varof" sentenció Dimmu
"No me lo podía creer. ¿De verdad no os acordais de nada?"
"¿Cómo sabes éso?" preguntó VII
"Jaja. Hay cosas que no cambian nunca. Hemos estado en el Templo de la Almas. Nos llegó un aviso. Queríais que nos reunieramos allí. Pero no teníamos buenas referencia vuestras y por éso decidimos pasar por allí primero. No hemos venido solos. Acompañadnos, porque...creo que no sabeis cómo llegar ¿verdad?"
Era una pregunta retórica. Todos los siguieron. Se iba mejor a pie que a caballo, así que todos se bajaron de sus monturas.
Llegaron por fin al Templo de la Luz. Aunque parecía abandonado estaba siendo acomodado.
"¿Habeís traido vuestra escolta?" preguntó Dimmu
"¿escolta? no. Tras pasar por el Templo de la Almas nos bastó para confiar algo más en vosotros. No confiéis en la seguridad de la escolta. La gente vendrá si confía en vosotros. Si no confía, no vendrá. La escolta dará lo mismo"
Al llegar, todos tuvieron las extraña sensación que estaban en casa. En el hogar. Steiner especialmente lo sintió por Bringwor. Todo rodeado de bosques y vegetación. Era tan salvaje y animal todo aquello, que sabría que su hermano también se habría sentido a gusto.

Steiner estaba encantado. Al parecer Valof y Ferez eran los último cruzados con vida. Dos hermanos más. Ahora podrían preguntar y saber los pocos flecos que quedaban sueltos y con los que amarrarían mejor la historia.
En el Templo de la Luz habían unos cinco hombres, además de los dos cruzados. Las armaduras de estos cinco hombres le eran familiar. Eran las mismas que un día usaran él y sus hermanos para adentrarse en el reino de Duma y averiguar lo que sea que fueron a averiguar.
Ferez le había dicho que además les había acompañado un monje del Templo de las Almas. Estaban investigando una cura de esta plaga, cuando apareció la nueva Fe con su cura para la plaga. El monje les acompañaba para seguir investigando en todo lo posible, así como para poder ayudar en todo lo posible.
De esta forma el Templo de la Luz era ocupado ahora por trece personas. Siete hermanos Cruzados. Cinco soldados fieles a la orden. Y un monje sanador.

Einer no pudo evitar pasear por la estancia con un gran espejo. Estancia hechizada por él, pues ésa era la estancia que se podía ver en el espejo que le había acompañado durante el viaje. Como si no lo hubiera olvidado nunca, deshizo el hechizo.

Todo le parecia extraño, sabia como hacer las cosas pero no se acordaba de ellas, las lagunas mentales eran lo peor que tenia en estos momentos, Einer no sabia todo lo que tenia que saber y eso le frustraba, pero no era el momento para ocuparse de si mismo.

El mas pequeño de los hemanos siempre andaba preocupado por su hermano Montaña, aunque sabia que estaria bien, pero ahora lo mas importante era hablar con todos los que habian llegado al santuario, todos estaban en el patio de armas, asi que se dispuso a hablar.

-Saludos, como bien sabreis nuestra memoria ha sido borrada, con lo cual necesitamos de vuestra ayuda para poder solventar rapidamente todo este mal que nos azuza desde hace tiempo, ¿y bien, quien sera el primero en darnos esa informacion tan necesaria?.-

Einer se sento en una silla a esperar que sus palabras fueran correctamente contestadas y asi saciar su sed de conocimiento ....

el templo de la Luz parecía olvidado de la mano del tiempo.a Sus muros cubiertos de hiedra revelaban una construcción en forma de estrella. VII reconoció enseguida el diseño, su memoria le regaló otro recuerdo, como el mago y el mismo habían planificado su construcción.
El patio de armas era grande, pero se empequeñecía con la torre del homenaje. El resto de cruzados los acompañaron al salón principal. Subieron por la doble escalera decorada con los emblemas e los reinos de la tierra media, hasta ser coronada por el emblema de la orden. Un rayo blanco sobre una cruz de hierro negra rodeada por un circulo también de hierro negro. Una especie de dualidad, el bien sobre el mal, como decía el mago: difícilmente habría blanco sin negro.

Llegaron a la gran sala y los cruzados ocuparon su lugar en la gran mesa del mundo. Como guiados por una mano invisible cada uno, sin que nadie se lo indicara tomó su lugar en la mesa.
- como bien sabréis nuestra memoria ha sido borrada, con lo cual necesitamos de vuestra ayuda para poder solventar rápidamente todo este mal que nos azuza desde hace tiempo, ¿y bien, quien será el primero en darnos esa información tan necesaria?- Einer rompió su silencio y el hielo a la vez. A VII le hubiese gustado que hubiese sido un poco más concreto.

- necesitamos conocimiento como el sediento agua. quizás no estaría mal empezar por el principio. El asalto a esta fortaleza, el secuestro del señor de Dragones y nuestra desastrosa empresa en Duma. Espero hermanos Valof Y Feref que podías proporcionarnos todas las piezas que nos faltan en el rompecabezas.

Einer tomó la palabra, hacía mucho que parecía más perdido que Bringwor, es por ello que a Dimmu le pareció aun más extraño que decidiese tomar la palabra. Su intervención fue demasiado inconcreta, pero VII estuvo rápido para salir al quite dejar mucho más concreto lo que necesitábamos, esa información borrada de nuestras cabezas que de una vez por todas volviese a decirnos quien éramos realmente y el porque de toda esta mierda que nos estaba ocurriendo. Dimmu decidió que su intervención no era necesaria, puesto que la gran intervención de de VII había dejado más que claro lo que necesitaban.
Simplemente se mostró impaciente por recibir un baño de información que los liberase de la prisión en la que se encontraban.