Bienvenidos a la 6ª Edad de los hombres
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Bienvenidos a la 6ª Edad de los hombres

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 En tiempos de guerra

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kang
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MensajeTema: Re: En tiempos de guerra   En tiempos de guerra - Página 2 Icon_minitimeDom Mar 22, 2015 8:10 am

Salieron a la arena. Lothar había escogido espada corta y escudo como pertrechos.
Angost se reveló como orador ante el vulgo orco y en especial ante el general Mandíbulas de hierro. Postrado ante un orco se frotó las manos con la arena del coso. Le dolía un poco la mano derecha por el puñetazo que le había dado a Garred.
Cuando se levantó el cruzado le miraba como si fuera un demonio, Lothar ni se inmutó, tenía miedo pero de sí mismo y de lo que iba a hacer…
El acero del cruzado silbó para estrellarse con el escudo de Lothar. Sin previo aviso el tahúr le dio una patada en el bajo vientre del soldado. A continuación la cruz de la espada se estrellaba contra su cara. Los dientes salaron dejando una fea sonrisa. El cruzado reculó para salir del alcance del tahúr´. Intentó recuperarse del aturdimiento, en otra ocasión, Lothar no habría permitido ni un respiro, pero Angost había sido claro, espectáculo. Tras un instante, Lothar avanzó con paso firme, con la guardia desaparecida, la espada rozaba con la punta el suelo dejando un surco. El cruzado acometió salvajemente para pasar de largo con una finta del tahúr. La espada de este cortó los tendones de la parte posterior del pobre cruzado. Cayó sobre esa rodilla. No besó el suelo porque las manos lo impidieron. Lothar soltó el escudo y le dio una patada en la boca de abajo a arriba, lo que hizo que el cruzado se diera la vuelta y aterrizara de espaldas al suelo.
- Levántate, no he terminado contigo- Fue lo primero que dijo el tahúr.
Como pudo el pobre cruzado se puso en pie. Lothar se permitió ver como iba su maestro. Estaba cortando en trozos a su rival. Luego se volvió para su enemigo. Rápido como un halcón le propinó un sablazo al acero del cruzado para mandar a tomar viento su espada. Con la guardia abierta el tahúr le endiño un palmo de acero al vientre de aquel desgraciado, que caia de rodillas ante él. Sus manos aferraban la hoja y sus ojos incrédulos miraban a Lothar casi suplicantes.
- General orco Mandibulas de hierro. Te dedico este sacrificio de este perro para tu solaz. MIRA.
El tahúr rajó el vientre del cruzado desparramando sus tripas en la arena. Ese hombre veía como sus intestinos salían a la luz. Lothar tiró su espada al suelo cogió una buena porción de intestinos y colocándose a la espalda del cruzado y de cara al general, le dio un par de vueltas al cuello con los intestinos de su víctima.
- Es el momento de que estos perros cruzados que osaron desafiar al poder orco paguen por su arrogancia.
Las manos del tahúr empezaron a asfixiar al pobre hombre. La escena era dantesca, el hombre intentaba con una mano meterse las tripas dentro, con la otra liberarse de la estrangulación. Al final dejó las tripas por el suelo e intentó librarse del lazo al cuello.
Fue entonces cuando el tahúr comenzó a estrangularlo con verdadera violencia, sacudiendo su cuello y cabeza como un poseso. Los gritos de angustia fueron silenciados por los gritos de rabia y furia de Lothar. Lothar no podía ver la cara azulada de su rival. Solo dejó de hacer presión cuando el pobre desgraciado dejó de convulsionarse. Luego sin nada de amabilidad tiró su cuerpo boca arriba y le propinó una patada en la cara, terminando de convertirla en un amasijo de carne, hueso y dientes rotos. Lothar recuperó su espada y terminó de abrir el pecho de su enemigo. Metió la mano dentro, noto la suavidad, el calor y un suave corazón. Cortó las arterias y extrajo la pieza, roja sanguinolenta. Apretó en corazón sobre su boca abierta y se bebió su sangre. El liquido rojo resbalaba cara abajo, por el cuello hasta llegar al pecho. Luego no le dio un mordisco, se lo comió entero como cualquier bestia haría. Luego todo se hizo oscuro.

El orco prácticamente los empujó a su celda. Tyrok nunca había visto la expresión que tenía el tahúr en su rostro. Parecía otro, incluso se reprimió cuando fue a echarle una mano a su amigo para llegar al catre. Luego, tras la primera impresión le pasó el brazo por la axila y le ayudó a llegar. Pero Lothar en vez de caer en el catre se arrodilló y echó hasta la primera papilla.

Tras el vómito el tahúr se recompuso, o eso parecía.
- Espero que disfrutases del golpe, si salimos de aquí te vas a acordar de mí.
El tahúr pareció salir de la pesadilla en la que estaba. Notó el sabor de la sangre en su boca, los ojos del cruzado le miraban desde un punto desde el cual Lothar no podía esquivarlo. Le miraba desde su conciencia y gritaba sin pudor ASESISNO….
Lothar apretó los puños estiró el cuello y soltó un grito brutal al techo. Era rabia, era descontrol…. Se levantó y apartó de un empellón a la serpiente. Su cara era la de un demonio encendido, sus pasos firmes iban directos a por el dunedain. Visto desde fuera era como si un pequeño ratón se lanzara a por un gran perro. Pero el dunedain no lo veía así. Lothar se acercaba a pasos agigantados y estaba claro que sus muertes no habían acabado por hoy…
Halaf no lo dudó un segundo. Quería al tahúr como a un hermano y hubiese hecho cualquier cosa por él. Pero no le iba a dejar que matara al suboficial. Se lanzó por su espalda y le hizo una presa. Lothar intentó soltarse y casi lo consigue si no fuera porque Tyrok se le unió al Rubio. Entre los dos pudieron reducir al tahúr que parecía un demonio con sed de sangre dunedain.
- SOLTADME, JORDERRRR, SOLTADME… VOY A MATAR A ESE HIJO DE PERRA.
Garred miraba como entre los dos apenas si podían sujetar a ese engendro. Y dio gracias a Tulkas, el pequeño tahúr le había tumbado sin miramientos con un par de golpes, y no estaba ni la mitad de mosqueado que ahora. Se sintió solo, desnudo y el miedo se apoderó de él.
Intentó calmarse, y vio su oportunidad. Lothar estaba totalmente expuesto e indefenso, solo tenía que dar tres pasos largos para poder incrustarle un puño en esa cara….
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Abdulfin
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MensajeTema: Re: En tiempos de guerra   En tiempos de guerra - Página 2 Icon_minitimeDom Mar 22, 2015 9:21 am

Estaba claro, la mandibula de aquel mequetrece estaba en el lugar idoneo para que de un puñetazo le destrozase la cabeza, un mazazo con todas mis fuerzas acabaria con aquella rata, pero ¿ y despues que?, todos sus compañeros estaban alli, no me iban a dejar terminar lo que empiece ...
Me vi solo ante aquella situacion, no habia tenido sentido comun dejarse llevar por mis emociones, en el mejor de los casos habria acabado con un acero entre el pecho. Ellos eran una banda de ladrones asesinos y yo un suboficial en su mundo. Tenia que haber sido mas cauto. Me habia ganado a pulso aquella situacion por utilizar mi puesto en la guardia en el lugar equivocado, no sabia mantener la calma cuando era necesario y eso me genero seguir siendo suboficial demasiado tiempo, demasiado tiempo repitiendo ordenes, ese ha sido mi error.

Trague saliva, no me iba a dejar amedrentar por aquel demonio, por pequeño que fuese. - Esta bien, esta bien, tu ganas, total, ¿de que me sirve juzgarte en la ciudad si antes de eso acabo con un metro de acero en el pecho?. Asi que lo que mejor podemos hacer es que te calmes y yo me quede callado un rato, no quiero mas malentendidos, que ya bastante jodidos estamos todos.
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MensajeTema: Re: En tiempos de guerra   En tiempos de guerra - Página 2 Icon_minitimeDom Mar 22, 2015 10:01 am

- Creo que tu mierda de orgullo no te deja ver la posición en la que te encuentras... tal vez fuiste un gran general, pero ahora no eres más que el mismo trozo de mierda que somos nosotros para los orcos. Ni te encuentras en una buena posición para andar amenazando a uno de los nuestros con lo que podrás hacerle si salimos de aquí, ten claro que si sales de aquí con vida es gracias al tahúr. Ellos son la única familia que me queda, te aseguro que si vuelves a amenazar a uno de mis hermanos no vas a salir de aquí con vida. He matado a más de una persona y no me costará volver a hacerlo. Te pido que te olvides de lo que fuiste porque aquí no eres nada, mis hermanos saben que soy más de actuar que de palabras pero creo que ahora mismo nos necesitamos unos a otros y nuestros enemigos son esas mierdas que solo saben gruñir y destruir. - A todos les sorprendió la Serpiente con sus palabras. Rara vez se mostraba conciliador, y mucho menos hablar para salvar la vida de alguien que no forma parte de su círculo de seguridad.
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Abdulfin
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MensajeTema: Re: En tiempos de guerra   En tiempos de guerra - Página 2 Icon_minitimeDom Mar 22, 2015 11:07 am

Era normal la reaccion del otro pequeño de la banda, Tyrok la Serpiente, ponerme a amenazar a sus amigos y supuesta familia, hubiera actuado igual que el si fuese el caso de los gemelos. Habia que volver a gastar de eso que no me gustaba hacerlo, mediar con asesinos.

- Tranquilo Serpiente, conozco de las mordeduras de tus colmillos, y supongo que seran mas venenosos si se trata de alguien que consideras tu familia. SI, asi es, llevas razon, de nada me sirve mi rango aqui, si estuvieramos fuera otro gallo cantaria, pero por desgracia compartimos la misma mierda todos. Mejor cooperar que no ponernos a matarnos entre razas humanas, para eso ya tenemos a los orcos y hay demasiados-. Entonces mire a Angost, no traia muy buena cara. No tenia que ser muy agradable deleitar a los orcos para salvar nuestra propia vida. Lo mismo le pasaria al tahur, seguramente su dolor lo llevarian dentro hasta el fin de sus dias. - He sido un poco tosco, dada la situacion, pero bueno mejor echar pelillos a la mar como dicen los marineros, os recomiendo que intentemos descansar lo maximo posible, creo que lo peor estar por llegar ...
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kang
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MensajeTema: Re: En tiempos de guerra   En tiempos de guerra - Página 2 Icon_minitimeMar Mar 24, 2015 9:05 am

- ¡Que me calme! !joder soltadme de una vez le voy a arrancar la cabeza a ese desgraciado!
Garred tenía ahora su oportunidad de vengarse y quien sabe lo que retuvo su puño, la cordura, la suerte o vete tú a saber. Lo cierto es que cuando el grandullón dejó de fijarse en Lothar vio como Angost se había colocado en su flanco sin que se percatara, seguramente, antes de que hubiese dado el segundo paso hasta el tahúr, el príncipe le hubiese interceptado, dando con sus planes al traste. Sintió alivio de no haber sucumbido a la ira o a la oportunidad.
Al final consiguieron calmar a Lothar y proteger al dunedain. La razón se había escapado de esa celda fugándose con la esperanza. El tahúr acabó en su catre y a su lado Tyrok con un ojo puesto en Lothar y otro en Garred. El tiempo pasaba despacio y cada uno lidiaba con sus demonios interiores. Eran ladrones, algunos incluso asesinos, pero desde luego ninguno quería ser la bestia salvaje que entretuviese a los orcos.
La puerta de la celda chirrió y tras ella apareció el orco de la mano inútil.
- Tu ven conmigo, el general Mandíbulas de Hierro quiere verte.
Angost miró a sus compañeros, un mal presagio le acompañó hasta la puerta. Pero el desasosiego creció tras cerrarse en pos de sí.
- Ezte ez el momento de acabar con el general. Toma el anillo. Zi te lo cargaz ahora puede que hasta tuz amigoz puedan ver la luz der sol una vez maz.
Angost se puso el anillo con mucho cuidado. Tiempo habría de decidir si ejecutaba el plan del orco o avisaba al general del golpe de estado.
- Ya zabes, un ligero arañazo y seraz libre…
Subió por unas escaleras y abrieron unas puertas que daban a un pasillo. Se vía claramente que el palacio había sido abandonado a su suerte hacía bastante poco. A pesar del esfuerzo orco por dejarlo a su gusto. Tras el pasillo un gran salón. El retrato de la pared había sido retocado y la cara de Kurlg tenía dibujada un gran manubrio escupiendo a su boca. Dejaron atrás el salón y subieron al primer piso. Los dos mastodontes orcos que lo acompañaban le sujetaban un brazo cada uno. Librarse de esos dos era imposible, pero no hicieron nada por maltratar al Angost. Al final, llegaron a una amplia habitación. Al fondo una inmensa balconada desde la que se veía la ciudad. Mirando a esta y de espaldas al príncipe un inmenso orco cubierto de hierro de los pies al cuello.
- Gortha, Arg tulekis Kosher Khal.
Angost no entendió nada de lo que esos dos dijeron, no hablaba ni una palabra orca. Pero el general levantó una mano e hizo un gesto lánguido. Los dos mastodontes se retiraron dejando solo a Angost con el general.
- Mi señor,¿ qué puedo hacer por vos?
El general se giró y miró a Angost a la cara. Parecía que quisiera escrutar su alma a través de sus ojos. Angost sentía escalofríos e intentaba por todos los medios no temblar ante su nuevo señor.
- ¿eres natural de Tharbad, no?
- Así es mi señor.
- Tenía un contacto dentro de ella. Pero hace una semana que no sé nada de él. Por casualidad no sabrás que le ha pasado a Yuri, el jefe orco los estibadores del puerto.
- Ha muerto, mi señor, creo que su guardaespaldas, Orejudo lo mató de forma muy violenta.
- Una lástima. Me prometió que la Mano me ayudaría a tomar la ciudad.
Angost tenía la sensación de haber escuchado antes al general. Se fue fijando en su cara, también tenía algo que le resultaba familiar… El príncipe no se dio cuenta del escrutinio al que estaba sometiendo al general hasta que reparó de nuevo en sus ojos. Ambos se miraron. A Angost le dio la sensación de que Mandíbulas sonreía a pesar de su quijada metálica. Al bajar la vista fue cuando reparó en una espada corta que llevaba al cinto. Era una espada como otra cualquiera, pero Angost la reconocería entre un millón. De pronto su memoria retrocedió a una velocidad d vértigo sacándole de allí.
- Aun la tienes.
- Claro, la he afilado y engrasado para que salga fácil de la vaina. Podrías darle un beso a tu madre.
- No quiero que me vea con la espada, ya sabes que no le gustan estas cosas….
Qué lejos quedaba todo aquello. Pero la revelación que aquello suponía dejó al príncipe algo aturdido. Pero no pudo reprimirse.
- Mi señor, a riesgo de parecer insolente, podría preguntaros de donde habéis sacado esa espada.
- ¿Este juguete?- En sus manos parecía más una daga que una espada corta. – Fue un regalo de un viejo amigo. Me dijo que me traería suerte. ¿porqué lo preguntas?
- Perteneció a mi padre antes que a mí. Pero yo se la regalé a un orco, o mas bien cambié a un orco.
- Veo que tienes buena memoria para los hechos, pero deja bastante que desear con las caras. ¿Acaso no me reconoces?
Angost no se lo podía creer. Aquel enorme Uruk Hai no podía ser dientes podridos. Era un ser alto, pero tan delgado como una espiga o puede que más. ¿Cómo había llegado a convertirse en general orco si apenas llevaba fuera de tharbad unos tres años? Pero ahora que se fijaba más detenidamente, su complexión se parecía bastante a la del maldito Aplasta-cráneos.
- Un día u me sacaste de mi martirio. ¿Te acuerdas de lo que me dijiste antes de despedirnos?
- Si lo recuerdo bien.
- Si algún día las tornas se volvían… Bien la vida da muchas vueltas y ahora podré pagarte la enorme deuda que contraje contigo. Pero solo te liberaré si me prometes dos cosas, al menos solo espero que cumplas una.
- ¿en qué puedo servirte?
- Quiero que le lleves un mensaje a mi hermano. Dile que su tiempo ha llegado, recuérdalo bien, las palabras han de ser exactas. “su tiempo ha llegado, clavaré su cabeza en el trono de padre”
- ¿Y la otra?
- Una vez entregues el mensaje márchate de la ciudad. Ya no habrá clemencia para ningún humano. Cuando entre en la ciudad ya no habrá misericordia para nadie. No quiera matarte.
- Mi señor, ¿puedo hablar?
El orco asintió con la cabeza.
- Mis amigos también os libraron, si ellos no hubiesen estado de acuerdo con esa decisión ninguno de los dos estaría ahora aquí. Es justo que también los liberes.
- Eso me suena a un ardid para liberar a más presos.
- Os juro que ellos también estaban allí. La deuda que tenéis no es solo conmigo, mi señor.
- Está bien, mis guardaespaldas os acompañaran a la celda, libera a los que quieras. Una vez hecho esto pasad por la sala del tesoro, creo que querréis recuperar vuestras cosas. Creo que es justo, tú me diste tu arma, yo no seré menos. Os concederé un salvoconducto hasta el puente de plata. Ahora vete y recuerda, lárgate de la ciudad tienes una semana antes de que inicie la ofensiva.

Out roll
Jose sobre ti recae la tarea de elegir a quién salvas o a quién no. Tampoco te pases y salves a todos los presos, eso no va a colar…. Por cierto si quieres puedes informarle del golpe de estado o intentar acabar con él con el anillo. Depende de ti. Si quieres intentar acabar con él, tendrás que hacer una tirada de acechar, contemplado esta acción como un movimiento furtivo para que no se d cuenta de tus acciones. Pero vamos que lo dejo en tus manos.
Recuperáis todo vuestro equipo y os entregan caballos para todos. No son grandes caballos, pero al menos no vais a pie.
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Ankalagorn
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MensajeTema: Re: En tiempos de guerra   En tiempos de guerra - Página 2 Icon_minitimeMar Mar 24, 2015 4:54 pm

eRA UN dificil dilema el que tenia Angost. Valia su vida mas que la de cualquier otro? Nadie merecia lo que le seria de aquellos hombres, pero la vida lo habia educado asi, lo mas importante para el era a lo que se agarraba cualquier animal , a traves de su instinto: La supervivencia. El habia vuelto a supervivir, con su ingenio, con su instinto...acaso era culpa suya que los otros no tuvieran esos dones? que culpasen a Dios Azar; el bien podia decir que habia salvado su culo y no solo el suyo, sino el de Lothar, el de Halaf, el de Tyrok y el de... Aqui se presentaba un nuevo dilema... salvar al Dunadan? Habia sido parte de la partida inical, pero no era de ellos y nunca lo seria, pero tenia unos valores perdidos en muchos hombres y tanto Angost como algunos de sus amigos, no podian presumir de tener mucho de ello: Honor. Dos palabras, Honor y Supervivencia; dos dones; dos bandos; ladrones y asesinos, guardias y justicia; condenados a no entenderse jamas. Si dejaba en libertad a aquel hombre iria a por Lothar, asi que Angost volveria a jugar con su ingenio la partida: Le haria jurar por su honor que si lo sacaba de alli, los dejaria en paz, incluso a Lothar. Estaria dispuesto en Dunadan a salvar su vida o moriria ante la imposiblidad de vengarse en aquella jaula?

OFF: que decides Dunadan?

- Llevo esperandote hace muchas aventuras- Dijo sonriendo Angost- Te sere sincero, amigo si es que puedo llamarte asi- Le dijo al General Orco- Nunca imagine tener tantas ganas de que un orco estuviera vivo.
-No te pases, humano- DIjo con menosprecio el General.
Angost mantuvo la calma, iba por donde queria ir- Y quiero que sigas con vida y me sigas debiendo un favor. No te pido que me perdones si me encuentras en la ciudad cuando la ataques, pero si en otro momento, tal vez en el futuro, si volvemos a cruzarnos.
- A que te refieres.
- Tienes un Comandante con la mano "tonta". Me ha llamado el para traerme hasta aqui.
- Semergel, si.
- Pues tienes un traidor en tus filas y no es otro que el. ME ha dado este anillo para que te asesine.- Dejo el anillo sobre la mesa- Lleva cuidado, pues no esta solo, yo no he podido identificar a ninguno mas, pero para algo asi no puede estar solo, debe contar con unos fieles seguidores, asi que vigilalo de cerca y cuando puedas dale el golpe de gracia. Sera cuando salgamos de aqui, pues sabra que hemos hecho un trato contigo. Decapita a el y a sus mas allegados amiguitos.
La cara del General era todo un poema.
- Ahora quiero ir a por mis amigos y quiero ir escoltado con orcos de confianza, hasta que estemos a salvo, porque si no te asesino ahora Smergel pedira explicaciones y no seran demasiado amistosas. - Finalizo Angost.
El Orco solo fue capaz de mover su cabeza en sentido afirmativo. Este humano cabron le habia vuelto a salvar la vida.
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MensajeTema: Re: En tiempos de guerra   En tiempos de guerra - Página 2 Icon_minitimeMar Mar 24, 2015 6:23 pm

La Serpiente no paraba de dar vueltas, parecía como si de un momento a otro su columna vertebral fuese a quebrarse y se fuese a enroscar como una serpiente que lucha por defenderse. Estaba preocupado por el Príncipe, y en estos momentos no había ningún combate en la arena que lo mantuviese entretenido... entretenido, aquella palabra resonó en su cabeza, se estaba entreteniendo viendo aquella barbarié de la que los orcos estaban disfrutando, pero no era así, el simplemente estudiaba los movimientos de los contendientes para poder mejorar los suyos y poder anticiparse en la defensa. Además, ¿acaso no se habían hecho torneos toda la vida?, cierto es que en la mayoría de los casos no eran a muerte, pero siempre había algún que otro accidente.
Lothar lo sacó de su trance.
- ¿Qué te ocurre Serpiente? ¿Buscas una presa a la que morder? -
- No! Estoy preocupado por Angost, lleva demasiado tiempo fuera, tal vez estén divirtiándose con el y torturándolo para saber cual es el motivo de que 5 estupidos se hayan adentrado solos en un campamento orco como este... Me preocupa que pueda estar sufriendo como ya pasó con Yasuo en su día. - respondió Tyrok.
- ¿Qué pasa con el tipo duro que yo conocí en su día, aquel que ni sentía ni padecía por nada ni nadie? -
- Hasta hace no mucho, solo luchaba por mi, lo había perdido todo en esta vida, y lo único que había en mi corazón no era otra cosa que odio y ansia de sangre. Ahora vuelvo a tener una famila por la que luchar, vosotros sois mis hermanos. Despellejaría a cada persona de Tharbad si con ello consiguiese manteneros con vida a todos -
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MensajeTema: Re: En tiempos de guerra   En tiempos de guerra - Página 2 Icon_minitimeMiér Mar 25, 2015 12:03 am

- No te preocupes por el-, le conteste a la serpiente,-Si algo se de vosotros es que salis de todos los aprietos en los que Daverloth os ha puesto y demas personajes de Tharbad. Es mas de ese al que llamais el Principe, se de buena tinta que su palabreria le salvara de ese compromiso con el general. Si me lleve un puñetazo por increparle a que soltara su plan, y viendo la confianza que le teneis, de seguro que aparecera por esa puerta con una sonrisa y con las cosas resueltas para vuestro bien, seguramente habra llegado a buen puerto con las negociaciones con el comandante y dentro de poco estareis fuera de aqui -.

Sabia que en el mejor de los casos ellos se salvarian. No era dificil de descubrir que en el mejor de los casos mis huesos daran con sangre de orco en la arena, despues de increparle y amenazar a su compañero, no creo que tenga opcion a salvarme, asi que mejor irme con la conciencia tranquila. Dichas esas palabras me fui hacia catre y me tumbe palcidamente con los brazos detras de la nuca e intente descansar.
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Haral
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MensajeTema: Re: En tiempos de guerra   En tiempos de guerra - Página 2 Icon_minitimeJue Mar 26, 2015 11:05 pm

"Por fin en algo que todos podemos estar de acuerdo. Si alguien sabe cómo salir de esta es Angost"
La verdad es que estaba bastante convencido de ello.
"Si, ¿pero qué pasa si es una treta, y en realidad lo están torturando ahí fuera?" dijo Tyrok.
"Entonces tampoco hay de qué preocuparse. Nos matarán a todos y punto. No hay salida. Aunque el final del padre y el hijo me han parecido muy correctos. No hay que desesperar, dentro de poco sabremos qué toca. Libertad o muerte"
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kang
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MensajeTema: Re: En tiempos de guerra   En tiempos de guerra - Página 2 Icon_minitimeSáb Mar 28, 2015 7:33 am

El sol estaba en lo alto cuando salieron del palacio de Kurlg. A los pies de la residencia se extendía un campamento que parecía no tener fin. Orcos y más orcos inundaban el valle. En su cautiverio el número había crecido. Calculaban que había pasado una semana desde que los capturasen. Al fondo se veía a Besitos, la enorme maquina de asedio orca. Estaba varada en una posición extraña, demasiado escorada a un lado.
Cuatro orcos les proporcionaron caballos ensillados y listos para partir. Su escolta también estaba lista, unos treinta jinetes huargos. Su líder un escuálido orco con cara de haber saqueado a lo largo y ancho del mundo. No hicieron falta presentaciones, en medio de los enormes lobos emprendieron la marcha.
Tardaron más de dos horas en dejar atrás el campamento orco. Con una perspectiva diferente y más cercana pudieron ver como Besitos había sufrido graves daños por el fuego, pero ese no era el mayor de sus problemas. El ingente peso había hundido el costado derecho muy por encima de las ruedas y cadenas de ese lado. La torre de asedio estaba apuntalada para que no terminase de volcar. No había que ser muy listo para deducir que Besitos no saldría de allí, a pesar del esfuerzo orco.
Con el campamento orco a la espalda y los huargos alrededor recorrieron la vereda del rio. El terreno estaba listo para que los orcos emprendieran el asedio. Pero según Angost, el general orco les había dado una semana de plazo antes de lanzar su ofensiva.
El puente de la plata se dibujaba ahora tras una pequeña colina. Fue cuando la escolta los dejó a su suerte. El escuálido orco en un feo oestron les dio la despedida.
- Larzgaos de mi vizthag. No se que le habeiz hecho a Mandigulas. Yo os habriaz rajao a tos. Largo lobo ten hambre…
Como si el huargo le hubiera entendido les gruño enseñando unos dientes amarillos y unos colmillos reforzados con acero.

El puente de la plata aun estaba en manos de la ciudad. Pero sus hombres rezumaban miedo. Nadie en su situación estaría libre de sentirse así. Héroes anónimos de una guerra a muerte por la supervivencia humana. Garred se hizo cargo de la situación en ese momento. Como suboficial de la guardia no tuvieron problemas para cruzar, pero no se libraron de las miradas sospechosas ni del interrogatorio del capitán destinado allí. Al final y tras un breve interrogatorio cruzaron el puente.
La ciudad se alzaba ahora orgullosa. La puerta norte mostraba con orgullo los pendones de la ciudad junto con el emblema de los cruzados, un tanto por debajo del símbolo de Tharbad.
Era el momento de la verdad, ¿cumpliría Garred su palabra y dejaría en paz a la banda del sastre? Estaban a punto de comprobarlo. Abrieron un portillo, por suerte el suboficial al mando conocía al Afable y no hicieron falta las pertinentes preguntas. Mejor, el grupo estaba cansado y lo que querían era llegar a casa y tumbarse.
Fiel a su palabra, el afable dejó que los truhanes se marcharan. El tenía que informar a Daverloth de la misión que parecía haber tenido éxito. Un escueto saludo puso fin a la aventura con el afable.
La guardia confiscó los caballos, solo Halaf protestó, pero al final el tahúr le convenció para dejar de quejarse, un caballo comía mucho y la comida en tiempos de asedio era un problema.
Las calles estaban tristes. Y casi ausentes de transito. No tardaron mucho en llegar a la sastrería. La tienda estaba cerrada, y no debería. ¿Acaso la ciudad había promulgado un edicto para cerrar los comercios? Descartaron esa idea nada más llegar a sus labios. Habían visto otras tiendas abiertas. Entonces ¿porqué estaba cerrada?
Abrieron la puerta trasera y subieron por la escalera. Nada más entrar en la casa se llevaron una sorpresa. Los muebles estaban tirados e incluso algunos rotos. Ropa ,cubiertos, enseres de costura y demás cosas propias de una casa estaban tiradas por doquier. Aquello era un desastre. La cara de Lothar tenía un semblante rabioso. No hacía fala ser muy listo para saber lo que pensaba hacerle el Tahúr al que había hecho todo esto. Pero Lothar no se quedó en la entrada, fue directo a la habitación del Zurdo. La cosa allí no pintaba mejor que en el resto de la casa. La puerta secreta estaba abierta y su interior tan revuelto como el resto. Lothar se fue directo a su vieja mochila…
- HIJOS DE PUTA….- Unos cuantos, bastantes improperios salieron por su boca.- SE LO HAN LLEVADO, SE LO HAN LLEVADO….
La Dama de Corazones no estaba donde la había dejado Lothar. El objetivo de toda una vida se lo habían levantado en su casa... El tahúr estaba más que rabioso. Habían violado su casa, destrozado sus cosas y lo peor, el gran rubí había volado...
Fuera, en la cocina Angost se llevó una amarga sorpresa. Rosita estaba tendida en el suelo. Tan fría como este. Sus ojos, muertos, miraban hacia la puerta incrédulos…
Angost se arodilló. Le acarició el pelo y sintió una pena profunda. Rosita a pesar de su pasado era un alma de corazón noble. Una de las pocas buenas personas de que el príncipe había conocido. Su mano reparó en un pinchazo en el cuello… Rosita no había muerto de manera natural…
Pero fue Halaf quien verdaderamente sintió miedo. Su voz se le quebró con su llamada.
-¿CLARISSE? ¿DONDE ESTAS CLARISSE?
La pelirroja no aparecía, así como tampoco había señales suyas…
Mientras Tyrok bajó a la sastrería. Allí no había señales de nada, la tienda estaba como la dejaron. Rebuscó para cerciorarse de no encontrar otra desagradable sorpresa en forma de cadáver. Por suerte o por desgracia allí no había nadie….
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En tiempos de guerra
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