El corazon de la Dama. Capitulo V

La banda del sastre se despidió del brujo en la isla de Tharbad. Este iba camino a la ciudadela donde se alojaban os altos dignatarios de la ciudad. Una sombra se había apoderado del grupo. Era curioso que la figura callada de Tyrok se echara tanto en falta. Parecía que esa aura oscura que lo envolvía atrapase los malos espíritus que rondaban siempre a la banda, dejando al resto un aire más jovial y alegre. La isla parecía acompañar ese ánimo del grupo, no se veía absolutamente a nadie, solo el aire mortecino rondaba por allí. Se encontraron algunas puertas tapiadas con maderos clavados. Era una ciudad fantasma.
-¿Dónde estará todo el mundo?- Angost preguntó al aire, ni Lothar ni Halaf abrieron el pico. El príncipe se preguntaba que pasó allí arriba, en el palacio del orco. El brujo hizo una escueta referencia pero ninguno de sus hermanos le aclaró que pasó en realidad. Angost tenía la impresión de que el impulsivo carácter de Lothar le había jugado una mala pasada al grupo. Tambien era cierto que desde que Halaf contempló a su amada por última vez había cambiado y para peor. Esta guerra amenazaba con cambiarlos a todos de una manera que no les estaba gustando.
Abrieron la puerta y subieron al piso de arriba. El polvo les recibió en vez del olor a comida y las sonrisas de las chicas.
- Me voy a dormir, necesito descansar. – El rubio se fue a su habitación y cerró la puerta de un portazo. Luego se escuchó el crujir del lecho.
- ¿Me vas a contar lo que pasó allí arriba? Angost se encaró con el Tahúr.
- Mejor no quieras saberlo. Cada vez que visito a Mandíbulas pierdo algo de mí mismo. --Le dio la espalda y se fue a la cocina. – Voy a preparar algo de comer, ¿Te Apetece algo?
- Bueno.
Se sentaron a la mesa y comieron pan duro y jamón curado.
- ¿Una partida de cartas?
- No estoy de humor. Creo que voy a imitar al Rubio y me iré a dormir.

Angost no daba crédito, si el Tahúr despreciaba una partida es que la cosa era seria. Ese hombre vivía por los naipes, era casi obsesivo lo de Lothar con las cartas. Se fijó en su cara. Estaba cetrina y con unas ojeras que podría habérselas atado a la nuca. Tenía una imagen deplorable a pesar de parecer un príncipe con esa armadura y el buen porte que tenía.
- Como quieras.
Angost se fue a la ventana. Abrio de par en par las dos alas y se puso a mirar. La isla estaba totalmente en silencio, solo la brisa se atrevía a salir a la calle mientras un sol rojo de verano se hundía en el oeste. Era una imagen preciosa, nada que ver con la autentica realidad. Angost tuvo el presentimiento de que era la calma que precede a la tormenta…

- ¿Einer ha ido solo con uno de los sastres?, respondio Dimmu en cuanto escucho decir esas palabras al Brujo. Maldito enano cabrón, sabía que si lo dejaba ir haría algo por el estilo. Esta bien Thresser, vamos a sopesar nuestras posibilidades y veremos si le damos via libre a tu plan.

Dimmu se fue con sus hermanos a una habitacion tranquila, sin que nadie pudiera estar esperando escuchar alguna noticia. Dos soldados de los Bravos de Bring hacian guardia en la puerta, nada de informacion podia salir de esas paredes.
- Y bien hermanos, ¿ que vamos a hacer en cuanto al plan del Brujo?, me parece muy arriesgado esperar hasta el ultimo momento para un milagro, ademas de no saber que se traen entre manos estos dos. Tampoco contemplo la incrusion en su campamento aunque esten sin la cabeza de la serpiente. Tendriamos que asediar un castillo y el ejercito de Frank nos podria coger por la espalda y aplastarnos. Pero quedarse aqui sin hacer nada puede ser mas peligroso. No se en que momento deje que fuera Einier a la expedicion, maldita sea.

Al elegido no le habia gustado la idea de que su hermano fuera solo detras de una joya en posesion de un ejercito orco, pero ya poco podia hacer mas que desear su bienestar y el de su acompañante. Ahora habia que pensar en como resolver el dilema que le planteaba la tesitura en la que se encontraban, atacar o defender, una de las dos llevaria a la victoria, la otra ......

Garred se quedo petrificado ante la pelea, eso le había demostrado que aun le faltaba mucho por aprender y le quedaba poco tiempo para ello. En momentos como esos no se podia utilizar el poder de la palabra sino el del acero y el dunedain lo habia aprendido por las buenas, las malas habria sido sintiendo con el frio acero de Aplastacraneos.

Ahora entendia las palabras de los generales, las tropas de Tharbad no estaban preparadas para una batalla real, pues nunca habian participado en una. Estaba claro que la ventaja en campo abierto la tendrian los orcos, aunque estuvieran divididos, si saliamos a atacar el campamento seguramente sufririan muchas bajas, pero esos planes eran de los generales, ellos sabrian mejor gestionar las trapas que un simple sargento, pensaba un abatido dunedain.

Una de las cosas mas extrañas que escucho fue al Brujo decir que en los aposentos de Mandibulas, habian cinco cabezas cortadas a modo de trofeos. A saber de donde habian salido esos pobres desgraciados para acabar asi. Quiso rezar unas oraciones por los caidos y ahora que el Templo habia sido "limpiado" podia acudir a el. Pero este no era el momento para eso, Garred lo sabia y tenia la intuicion que podrian encontrar informacion sobre los planes orcos, asi que se encamino hacia un general antes de que estos partiesen a una reunion de urgencia.

- General Steiner, me gustaria ir a registrar el Templo de los antiguos dioses, puede que haya alguna pista que nos pueda revelar los planes del ejercito orco.
Diciendo esto se quedo esperando las ordenes de su nuevo general.