Asuntos sucios

Yasuo sabia de la habilidad tan extrema que tenia el orco, su olfato, y si queria que la mision saliese bien tenia que preparar alguna treta, seguramente el olor del vino no camuflaria mucho el narcotico. Se paso varios dias buscando flores muy olorosas, tanto que pudieran aturdir su sentido, eso daria muchas mas posibilidades de exito en la mision, pero la busqueda no fue lo fructifera que Yasuo esperaba, Tarbad no era lugar de flores y el mercado era demasiado bullicioso para lograr tal cantidad de flores.

Llego el dia y no habia conseguido nada de lo que se propuso, solo quedaba esperar que todo saliera como estaba planeado, sino alguna cabeza rodaria esta noche.

El Tahúr estaba asomado por la rendija de la puerta. Detrás de él había una mesa con alguna silla como si la partida se fuera a celebrar. Era temprano aún.
Tirok se acercó a Halaf.
- ¿No has traído armas?
- Si mi daga.- Halaf sonrió.
- Con eso no vas a intimidar mucho al Uruk. Toma. Le tendió su espada corta por el puño.
-¿Y tu que?
-Tranquilo, yo tengo esto.- De la espalda sacó una especie de garrote rematado en una bola de metal.- Mi maza y mi daga serán suficientes compañeras.
Halaf cogió el acero y lo examino, no era la mejor espada del mundo, pero estaba bien fabricada. Cuando reparó en el sello recordó el fuego asolando Tharbad. Era una de las espadas que le tomaron a Marrock, el herrero dunlendino.
- Es una buena espada gondoriana. La he afilado yo mismo.
- Esta vez será diferente, no te preocupes Rubio. Venga ocupemos nuestros puestos.

- Donde se habra metido Angost-King?!- Pregunto enfadado Tyrok.
En ese momento Halaf cayo en la cuenta de que faltaba el rufian con andares de principe:- La sombra!- Exclamo el rubio.
-Grrr!
- SOy yo!- DIjo ANgost. La puerta se abrio y lo recibio Halaf con semblante serio. - Siento el retraso. - DIjo con pesar verdadero o al menos eso aparento.
Bien, ese rufian esta apunto de aparecer, ultimemos los ultimos detalles. Debemos estar encapuchados y yo no abrire la boca ya que podria reconocerme , aunque si me reconoce no importa ya que me asociara a cuando iba disfrazado igualmente, y como sabe que trabajo para la MAno no habra problemas, pero mejor no abrire el pico.
No nos ha dejado hombre Tugoll? Si el orco viene con escolta podemos pasarlo mal...!-Dijo mirando alrededor todos los que estaban- Mas vale que aparezca alguien mas o... Donde esta Lothar?- Tyrok hizo una señal- Ahhh! - Angost comprendio.
- SI viene solo, lo mejor seria echarse enciam de el una vez atraviese la puerta, tapandole la boca ... Alguien deberia ponerse fuera, a modo de "portero", se supone que esto es una partida exclusiva. Lo hara Halaf. Debes ponerte algo para que no te reconozca, podria ser algo de lo que teniamos el dia que nos entrevistamos con el aplastacraneos ya que a ti no te vio. Detras de la puerta estara Yasuo para placarlo y Tyrok y yo, estaremos en la mesa sentados barajando cartas. Que os parece? Por lo que Lothar, podria estar fuera del armario tambien, "jugando con nostros. Tendremos las armas listas para usar. Esperemos que no haya que hacerlo... Nunca he matado a una persona, ni la he herido...
-Olcos no sel pelsonas... -Apunto Yasuo.
-Eso es un comentario verdaderamente racista- Respondio seriamente y ofendido Angost.
-Aunque...estoy de acuerdo! - continuo sonriendo con la mejor de sus sonrisas. - Estaba bromeando... aunque tampoco he herido a orcos.
Luego el problema es si viene con escolta... Halaf como portero no deberia dejar pasar a la escolta, ademas lo mejor es que hubiese ruido dentro, como musica, para amenizar la partida, para que la escolta no escuche nada.
Halaf fuera debera actuar como sorprendido por la visita del orco, ya que se supone que esto es una partida exclusiva, por lo que deberia en principio prohibirle el paso y luego ceder ante el soborno, que sin duda hara el orco, sera monetario o puede que amenazante...

Estais de acuerdo con esto? O quereis hacerlo como ibais a hacerlo?

- Es una idea muy buena Angost. - Lothar sonrió sinceramente al príncipe.
- Lo de prohibirle la entrada al principio evitará que sospeche que existe un peligro. Además ese Uruk vendrá con escolta, no se arriesgará a andar solo por las calles de la ciudad de noche, el clan orco tiene bastantes enemigos por la ciudad. Así que que aprovecharemos para encasquetarle todas las armas que lleve encima al malnacido que venga con él. Recordad que además de la guardia los clanes mercenarios de la ciudad son los únicos que pueden llevar armas encima. Si algo sale mal el de fuera se verá entorpecido por la cantidad de hierro que tendrá que portar de Garz. Dandole una oportunidad al que se quede fuera de reaccionar mucho más rápido que él.
Otra cosa, en vez de placarlo yo optaría por esperarlo detrás de la puerta y cuando la la cierre, el que esté detrás de ella le pone una hoja al cuello y le susurra: un solo susurro y te corto el cuello. Desarmado y pillado por sorpresa no intentará nada a menos que no aprecie su vida en lo que vale. Luego lo sentamos, atamos y repetimos la operación con la escolta. a ese le decimos que le deje las armas al portero y que Garz quiere hablar con él.
¿Que os parece?

"Me parece estupendo. Espero estar a la altura. Lo normal en éstas partidas es llevar alguna identificación o algún santo y seña. Aunque si Turgoll no nos ha dicho nada, o no habrá santo y seña, o si lo hay, yo no tendré que decir nada. ¿alguién sabe tocar algún instrumento y lo lleva encima? Lo digo porque la música me parece buena idea, pero lo mismo nos tenemos que olvidar de la idea. Mierda. Deberíamos haberlo preparado mejor."
Había que jugar la partida con las cartas que teníamos ahora mismo.
"Podemos usar el pomo de la espada, o alguna pata, para dejarlo inconsciente una vez atado. Con un golpe en la cabeza. Recemos porque no venga con escolta"

Todos estaban en sus puestos, sin embargo el tiempo pasaba lento. La espera era lo peor. Había una suave luz y un mazo de cartas encima de la mesa, cada tenía las suyas.
La dama de corazones revoloteaba entre los dedos del Tahúr asomando de vez en cuando su insignia roja sangre. De vez en cuando cambiaba al rey por arte de magia y otra vez dama. Yauso y Lothar miraban directamente a la puerta mientras el príncipe estaba de espaldas. Al lado de la puerta, en el punto ciego que ofrecía la misma al entrar, estaba Tyrok quieto como una serpiente a la espera de su presa.
De pronto la señal, tres leves golpes en la puerta.
- Garz viene con escolta. - Tyrok sentenció lo que ninguno quería oír. Dos golpes significaba que el Uruk vendría solo, tres con un acompañante, menos mal que no fueron cuatro.
- A jugar, quién sabe, hoy puede ser nuestro día de suerte... - El Tahúr repartió cartas.

Ya estaban todos en posición, así que salí para colocarme en la mía. Comencé a repasar mentalmente lo que le diría. Cómo debería actuar, pero sin un guión exacto, pues si titubeaba podría descubrirse el engaño.
No tardé en ponerme nervioso, pues no pasó mucho hasta que ví aparecer dos sombras al final de la calle.
Maldita sean los dioses. Venía con escolta. Conforme se acercaban podía verlos más claramente. Los dos iban armados y acorazados. Garz, llevaba a la vista un cimitarra extraña y un par de dagas. El otro era una mole, que llevaba cota de placas, yelmo, una cimitarra igual que la de Garz y un hacha de combate en la espalda.
Debía parecer firme, así que cuando faltaban menos de dos metros para que llegaran a mí les hable
"Buenas noches. ¿a dónde van?"
El Uruk se detuvo más por la sorpresa de al intromisión que porque sutilmente les estuviera deteniendo. Me miró con cara de asco y espeto.
"Vengo a jugar"
Tenía que mantenerme firme. Iba a dar un paso cuando le hablé otra vez. Otra vez se detubo, pero por la sorpresa de que yo siguiera hablándole.
"Es una velada privada. Solo para amigos"
Me miró nuevamente y espetó mientras salibaba.
"Yo. Soy amigo. ¿no sabes quién soy? Soy Garz. Y he venido a jugar"
Abrí un poco las piernas y puse los brazos en jarra. Quería dejar claro que no podían pasar por las malas.
"Amigo o no ha de pasar solo. Y desarmado"
Garz volvió a detenerse. Me miró sorprendido. Extrañado. Pensé que se daría media vuelta y se marcharía. Miró a su acompañante. Este no movía ni un músculo.
Comencé a dudar. Se iban a marchar. Entonces, antes de que pudiera volver a hablarles para convencerles, Garz se sacó las armas y se las dejó al acompañante.
Se acercó, y cuando lo tenía delante volví a hablar. Debía ser firme y convincente.
"He de cachearle. Por la seguridad de todos"
"¿¡Qué has dicho es.... humana?" no entendí lo que me dijo, pese a que su nariz rozaba la mía. Parecía enfadado.
"Es por la seguridad de todos. No solo por los otros jugadores, si no por la suya propia"
"Tu no vas a cachearme. Entendido. Y ahora aparta"
Pensé en insistir. Pensé en decirle que o lo cacheaba o no entraba. Pero qué ocurría si me decía que no. Qué ocurría si se daba media vuelta y se iba. No podía ir detrás suya y decirle que había cambiado de opinión.
Me aparté.
"Así me gusta. Tú. Espera aquí"
"Mejor en el otro lado de la calle. Es una velada privada y no hemos de llamar la atención.."
Garz me dejó con la palabra en la boca. Entró sin dejarme terminar. Ya no era ninguna amenaza para él. No me tenía respeto alguno. Aunque todo iba bien, de momento, éso me hizo sentir mal. Le hubiera clavado la daga en la yugular. Pero todo estaba hecho ya. Solo esperaba que el resto saliera bien.
No le quité ojo a la mole y la mole me miraba. Pero lo hacía con el mismo desprecio que había hecho Garz. Ojala pudiera darle una lección.

La puerta se abrió para dejar pasar al miedo. Dio un paso y la luz interior pareció no afectarle, dio otro paso y entonces sus ojos se abrieron mostrando un color amarillo mientras se inyectaban en sangre. Sus fosas nasales inspiraron el aire cargado de una fragancia conocida. El tiempo pareció pararse en seco, todos y cada uno pudieron ver como Garz metió la mano derecha entre la capa que cubría la mitad del cuerpo. Su boca fue a emitir un grito, sus facciones se endurecieron al tiempo que un siseo metálico acompañó a sus intenciones.
Ninguno de los que estaban sentados, simples espectadores, podían hacer nada para detener lo que parecía un fiasco. Garz en el último instante había escupido el anzuelo.
La puerta se cerró y una serpiente envolvió a su presa. La cabeza del Uruk se dobló hacia atrás y el colmillo de la serpiente apareció en la garganta de su victima. Una mano tapaba su boca mientras una cabeza encapuchada susurró al oído del Uruk.
- Si aprecias tu vida en lo que vale te estarás calladito. U solo ruido y te corto el cuello.

Garz parecía en ese momento un ratón en manos de Tyrok. Todos habían visto, todos menos el príncipe, como la Serpiente había aparecido desde la sombra y sutilmente había atrapado al Uruk con una facilidad pasmosa.

Lothar se levantó sin apenas hacer ruido.
- Menos mal que has venido, éramos pocos para una buena partida, ahora podemos empezar.
En sus manos llevaba una cuerda y su daga. cuando el Uruk vio el acero de Lothar se tembló de miedo, Tyrok sintió como su presa se estremeció. Eso no ocurrió cuando él mismo le puso su cuchillo en el cuello.
-Átalo.

Lo sentaron en la mesa de cara cara a la puerta, Lothar se sentó a su lado con la daga en la axila. con la capa del Uruk, no se veía el acero ni las manos de Garz atadas a la espalda. Luego cada uno ocupó su lugar. Era el momento de atrapar a la escolta.

La puerta se entreabrió un rato después de que el pequeño Uruk entrase por ella.

- Garz quiere que pases un momento.
La puerta volvió a entornarse lo justo. La mole que esperaba pareció mirar a Halaf tras la rendija del yelmo.
- Nada de Armas ahí dentro-
El Uruk pareció dudar, eso no entraba en esa cabezota.
- Aparta- fue la respuesta del enorme montón de hierro y musculo.
Halaf temiendo por su seguridad se echó a un lado.
El mastodonte se agachó para no darse con el dintel de la puerta en ese momento Halaf le dio una patada en su trasero. Lo vio claro como el agua.
Como si estuviese planeado Yauso al otro lado le hizo un barrido que dio con el Uruk en el suelo. Tyrok con su maza le dio un porrazo en el yelmo.

El mastodonte estaba en el suelo, pero los golpes no parecieron hacerle efecto. Estaba levantándose cuando Garz le increpó.
-Estate quieto Uglug-
La mole hincó una rodilla en el suelo y el yelmo giró hasta ver a sus oponentes.
- Estate quieto si no quieres que mi hermano te aplaste la cabeza.
La sola mención de Dratha hizo que aquella mole se tranquilizara.
Las cuerdas empezaron a rodear al escolta. Luego un par de sacos cubriron las caezas de Garz y su acompañante.
Era el momento de ponerse en movimiento. Todo había salido a la perfección. Luego hablarían ahora era el momento de asaltar el palacio.
salieron por la puerta dejando atrás a Lothar con esas dos fieras atadas amordazadas y con un saco en la cabeza. De momento habían salvado un escollo mas que difícil. la euforia los embargo a todos. un aire de triunfalismo se apoderó de ellos. Habían vencido a un enemigo superior a base de astucia y sin una sola gota de sangre. Era un buen comienzo.

las calles oscuras levemente iluminadas por algún candil que otro serpentearon hasta llegar a la boca de la suciedad. Eran cuatro y entre dos abrieron la alcantarilla. El hedor les recibió con intensidad. Tuvieron que taparse la boca para con un pañuelo húmedo para no echar hasta el higadillo. a pesar de ello las arcadas no se hicieron esperar.
Prendieron fugo a una antorcha y se internaron en ese infierno de podredumbre maloliente. Dieron rienda suelta al carrete de lana y empezaron a deambular por el laberinto de túneles. Tardaron más de lo que ellos hubiesen querido. Era complicado ubicarse entre la mierda, la oscuridad y las nauseas.
De pronto Halaf se fijó en un signo grabado en la piedra algo más arriba de la cabeza. Conocía ese símbolo pero en ese momento no recordaba donde lo había visto antes. Tomaron el túnel marcado con el signo y en la siguiente bifurcación el signo marcaba otro túnel, pero Angost había tomado el otro. Parecía que el príncipe tenía una idea más o menos clara de donde iba.
Torcieron una esquina y Halaf escuchó un grito de pasmo. Cuando se acercó ´con Yauso lo que encontró lo dejó cariacontecido. Angost y Tyrok estaban frente a una jaula con un ser decrepito. Era alto como una espiga y más delgado aun. A la luz de la antorcha se veían los huesos asomar, casi rasgando la delgada piel verde oscura salpicada de inmundicias. Justo encima de la jaula había una reja cerrada por una cadena con candado.
Los ojos amarillos, hundidos en el cráneo los miraban de uno en una. Una sonrisa traviesa, maliciosa, llena de dientes negros, amarillos y llenos de cavernas negras como túneles de gusanos les recibieron.
- Vaya, vaya, que tenemos aquí, unas ratas bien gordas.
Su voz carraspeó con cada palabra. Estaba claro que ese Uruk encerrado debajo de la boca de la alcantarilla no había hablado en muchísimo tiempo.
- Nadie entra en la alcantarilla y viene hasta el palacio orco por las buenas, ni dando una excursión. Por vuestra pinta parecéis ladronzuelos. Que bien me vais a venir...
Ninguno dijo nada.
- Estoy a punto de dar la alarma, a menos que...

-Un momento! -Dijo Angost- Tu no quieres dar la alarma, si la quisieses dar no habrias tardado tanto hablando, ni en dando explicaciones. Piensa bien lo que haces, pues tu voz no es ni un hilo de lo que era y si intentas gritar no saldra mas que un susurro con toses de tu boca, lo que hara que nos enfademos y queramos matarte, sin que nadie se entere nunca.-Angost mostro su espada- Piensalo bien! Mira que carraspera tienes! Nosotros no queremos hacerte daño, si bien podemos ayudarte. Supongo que quien te haya puesto ahi, reside ahi arriba, no? por que querrias ayudar a se que te ha hecho daño? Mejor ayuda a unos nuevos amigos que no quieren hacerte daño. Tal vez te gustaria... ser libre?

- Chico listo. - Su voz fue recuperando algo de claridad. - Si me ayudáis quizás yo pueda ayudaros... Solo tenéis que soltarme y dadme alguno de vuestros juguetitos para defenderme de las enormes ratas que viven aquí abajo. - Dijo señalando a la espada de Angost. - Creedme puede ser de más ayuda de lo que imagináis...

El esquelético Uruk señaló con su huesudo dedo el cerrojo de la jaula. de todas formas tendrían que entrar en ella, la abertura del palacio era el techo de la jaula de este nuevo amigo.

- ¿ Qué quien soy?
El Uruk pareció retorcerse por dentro.
- ¿Tanto ha pasado que nadie se acuerda de mi? Yo soy Khoser-kal, hijo primogénito de Khasar-kal, anterior jefe del clan orco de Tharbard. Mis hermanos, Dratha y Garz usurparon mi derecho al trono cuando asesinaron a mi padre. A mi me metieron en esta jaula hasta que me pudra.

Sus palabras sonaron acidas, cargadas de odio y de tiempo.

- Creedme cuando os digo que yo os puedo ayudar, nadie conoce el palacio orco como yo, ni si quiera el Aplasta cráneos...
¿Hacemos un trato? vosotros me liberáis y yo os enseño un par de secretos...

Lo que decía me sonaba totalmente. Lo importante no era solo que pudieramos usarlo ahora. Era si nos pudiera pedir ayuda para recuperar su corona. Puede que a la Mano le interesara cambiar la cabeza del clan orco. O puede que no.
Lothar se acercó a mirar la cerradura, y en ése momento de descuido, hice un gesto a Tyrok, asintiendo con la cabeza. Sabía que me había entendido. Por mi parte, podíamos ayudarlo. Tyrok parecía de acuerdo conmigo.
"Veo una buena idea lo de ayudarte y soltarte. Ahora bien. Lo de darte un arma, así por las buenas......mientras las cosas no se pongan feas, no lo veo necesario"

Angost observo con detenimiento la jaula del orco. Era un ingenio ralmente atroz, estaba dispuesta de manera que toda la porqueria que caia de arriba le iba a parar a esta horrible criatura. No paraba de asombrarse a la vez que se escandalizaba ante aquella tortura de mierda eterna. Este ser debia haber enfadado mucho a sus hermanos. Por que iba a querer dar la alarma.
-Esta bien- Dijo Angost- Negociemos. estas diciendo de guiarnos por la morada de los orcos, sin embargo, creo que ya sabemos donde debemos ir, asi que si no conoces un camino secreto hasta la sala del trono o algo parecido, no nos sirves de mucho ahi dentro. -EL orco abrio la boca para protestar, pero Angost continuo- Ahora bien, nuevo amigo, nosotros te vamos a soltar, pero no puedo regalarte mi unico medio de defensa- Dijo señalando su espada- pero si eres capaz de guiarnos por algun camino secreto y hacernos salir de aqui de una pieza y sin ser descubiertos, cuando salgamos te regalare mi arma y te dejaremos marchar, si no puedes ayudarnos arriba, te dejaremos marchar, pero sin la espada, puede que podamos dejarte una daga, y ademas te diremos el camino para salir directo de aqui, por las alcantarillas, de esta forma no necesitaras defenderte de ratas, ya que nuestro camino ha sido bastante tranquilo.
Y bien...en que puedes ayudarnos? Sea lo que sea, hoy has vuelto a nacer, pues te vamos a soltar, nuevo amigo!

- Yo tengo lo que necesitáis. Y si, conozco un pasadizo que ni el mismo Dratha conoce. Si me soltáis os guiaré hasta él, yo mismo os conduciré. Un vez dentro os esperaré en un lugar, que cuando lo veáis, estaréis todos de acuerdo en que yo espere allí, hasta que terminéis lo que hayáis venido a hacer. Luego, cuando regreséis, y me des tu acero cada cual que siga su camino. ¿hay trato?

El Uruk sacó su asquerosa mano con intención de cerrar el trato a la esperade que el príncipe se la estrechara.

- Hay trato.
Le estrecharon la mano al Uruk. La sintió un poco resbaladiza y pegajosa, como si cogiera a un pez.
No tardaron mucho en abrir el cerrojo. De la jaula tras un par de crujidos el mecanismo dejó libre a la espigada criatura. Todos se apartaron para dejarle salir.
La puerta chirrió mucho más de lo que ellos quisieron, el oxido y los años de podredumbre prácticamente habían soldado los hierros. Todos maldijeron por dentro, apelando a unos u otros dioses o demonios.

El Uruk dio dos pasos, agachó la cabeza y salió de su prisión. Estiró los brazos desperezándose y toda una retahíla de huesos crujieron escandalosamente. a más de uno le pareció imposible que no se partiera con ese movimiento. Luego les miró a la luz de la mortecina antorcha, dio miedo. Su cara parecía la un demonio libre y sediento de sangre. Esbozó una sonrisa podrida
- Libre, soy libre al fin...
Se hizo un hueco pasando entre ellos como si no existirá dándole igual que le apuñalaran mientras parecía escapar de ellos.
- Libre, libre, libre... - fue repitiéndolo mientras se internaba en las sombras. Estaba loco o eso parecía. Al poco se escuchó.
- ¿No vais a seguidme?
Sin preámbulos anduvieron tras el Uruk. Parecía que sabía muy bien donde iba, y eso les causaba cierta intranquilidad.

Halaf volvió a ver esos símbolos grabados en uno de lo túneles. Iba el último le hubiese gustado preguntar al Uruk pero iba demasiado deprisa. No obstante acercó la antorcha un segundo para poder verlo mejor. Era un triangulo con una mano abierta, una serpiente debajo, y debajo del reptil un búho. ¿Dónde los había visto? intentaba recordar pero no acertaba a recordar...

Angost iba pegado a la criatura, le sacaba más de dos palmos. Le pareció imposible que ese escuálido cuello no se partiera por el peso de la cabeza. De pronto en mitad de la nada el Uruk se paró.

-Es aquí- Angost acercó la antorcha. Allí no había nada solo un muro. Hasta que de pronto se dio cuenta de un pequeño detalle en la parte superior de la pared de ladrillo. una calavera minúscula.

El Uruk empujó la pared que pivotó sin esfuerzo, descubriendo un nuevo túnel. Angost lo iluminó con la antorcha. Estaba seco y lleno de telarañas. El aire a moho le pareció gloria bendita en comparación con el que respiraban.

- Entrad, entrad, es por aquí.

El Uruk se internó el primero. Era un rellano pequeño que daba a unas escaleras en zigzag, escuetos peldaños que sobresalían de las paredes. El polvo era lo único que parecían haber visto estos escalones en toda su vida.

- Cuidado ahora, un solo resbalón y os partiréis la crisma.
Subieron en post de él. El camino estaba construido entre dos paredes de pierda. antiguo como el mundo. Llegaron a otro rellano que daba una bifurcación.

- Bien es hora de hablar. ¿Donde queréis ir?
- A la sala del antiguo templo.
- Ya estáis en ella, o tras ella. Mira por eso agujeros.
Tyrok se asomó tras los dos agujeros. Él no lo sabía pero miraba a través de una de las gárgolas de la cornisa de la cúpula.
Tras un largo vistazo se volvió con semblante serio.

-El pájaro no está.

- ¿Cómo que no está?

-¿Ese pájaro, es importante para mi hermano?

-Yo diría que sí- Contestó el príncipe.

-Pues lo tendrá en su habitación. Ese malnacido ha sido siempre muy desconfiado. Es como una hurraca, todo lo que brilla lo guarda en su nido. Por suerte ese túnel de allí conduce directamente a sus aposentos. Seguid las escaleras hasta el último peldaño. Cuando lleguéis al final podréis mirar a través de un par de ojos como este. - Dijo señalando a los que había usado Tyrok. - Si tenéis suerte y duerme podréis entrar empujando la pared como yo he hecho antes, siempre del lado izquierdo, no hará ruido. Ese malnacido tiene un sueño profundo. Pero vuestro problema no es ese.

- ¿A que te refieres?

- En cuanto deis un paso dentro del palacio Garz os olerá.

- No te preocupes por eso, ya nos hemos encargado del enano.

Una sonrisa acudió a su rostro. - ¿Ha muerto? - La negativa del grupo borró esa sonrisa. -Entonces esperad a que Dratha duerma para entrar. ni se enterará
Es el momento de cumplir el trato. Yo me quedo aquí hasta que terminéis. No quiero ver a ese hijo de perra.
- Dejarte solo, ni hablar.
-No pienso ir.
- Quédate tu Tyrok con él.

Yauso, Halaf y Angost se internaron por los escalones. Subieron un buen tramo hasta dar con lo que había dicho su nuevo amigo. Un par de ojos por los que mirar. y lo que vieron no les gustó nada...

- Segun ha dicho el otro orco, el aplastacraneos tiene un sueño muy profundo. Entraremos 1 solo. Yo soy el mas pequeño de nosotros, asi que creo que me toca a mi. Amigos, se que estabais esperando escuchar eso de mis labios- ANgost sonrio- Estoy bastante acojonado, pero la logica es la logica.
Dadme el halcon muerto...
-Eso si...que quede claro, yo hago el trabajo dificil hoy, pero una vez el halcon este en nuestras manos, otro de vosotros 3 os haceis responsable de el.
De acuerdo?

OFF: el plan es entrar silenciosamente. coger el halcon y dejar en el suelo el muerto. desparramare algunas plumas por donde esta el halcon para que parezca que sido matado ahi. El bicho muerto esta lo bastante deformado para que el orco no pueda identificarlo como su No-pajaro. Una vez en el pasadizo de vuelta, arrojare la capucha del otro , ya que no se la quitare para que no se ponga nervioso hasta que hayamos salido. Antes de nada me colocare un buen y mullido "colchon", con lo que pueda en el brazo para que las garras de la criatura no me destrocen, aun asi, recuerdo que llevo una armadura de cuero blando.

"Si quieres yo me ocuparé de él. Una cosa. No le quites eso que le tapa la cabeza, será mejor dejar que duerma. Cubrete el brazo con algo de ropa, o con tu propia capa como hago yo."
Había una cosa que me recomía por dentro, y no podía no hacer ni decir nada
"¿no vamos a hacer nada con el que está encadenado? podríamos liberarlo y dejarlo ir por las alcantarillas, o por las calles"
Todos me miraban pero yo necesitaba que dijeran algo.

- A ver...creo que no me has entendido, mi rubicundo rubicundo y adorado amigo jeje!- Cuando Angost decia esas cosas, realmente parecia sentirlas-Se lo que es un ave de este tipo- (Algunas ovejas, cuando las habian tenido, habian sido cazadas por grandes aguilas de las montañas, ademas de haber visto alguno de los famosos concursos de Tharbad)- Yo no le voy a quitar la capucha alli, se la voy a quitar aqui, y una vez hecho eso... es tu responsablidad. Tapalo si quieres con algo que tengas, una tela o lo que puedas ,pero la capucha se queda, ya que es parte del pajaro, no podemos dejar ni un solo cabo suelto a que sospeche que ese no es su pajaro. De acuerdo?
En cuanto al hombre ese... Yo lo siento , pero no creo que podamos cargar con el. Es demasiado arriesgado. Somos ladrones, no un equipo de rescate y que conste que me duele por el... pero... rotundamente no.


OFF: si no pasa nada mas tiro por acechar, si hay alguna negativa a mi plan, hare flashback y la tirada sera nula. Ruego se me tenga en cuenta el pequeño tamaño de mi pj 1,75 y 68 kg y usare si se me permite mi habilidad de "dedos agiles" a la hora de coger el halcon de manera cuidadosa.

Angost se iba a adentrar en la habitación. Yo sentía sinceramente lo de aquel pobre desgraciado. Sin duda sería un pasatiempo personal. Pero ya una vez habían estropeado un encargo de la mano, no iba a hacerlo de nuevo.
Mientras Angost iba a realizar su trabajo, yo cogí dos de mis faltriqueras, en una llevaba el poco dinero que tenía, en el otro las típicas cosas que se pueden llevar encima, como las ganzuas. Puse todas mis posesiones con cuidado en una sola de las faltriqueras, y con ayuda de mi daga corté la otra para que se pareciera lo más posible a ese capuchón que llevaba el halcón. Así sería cambiar un capuchón por otro. Ahora solo quedaba esperar a que Angost volviera con la misión cumplida.

Angost se adentró en el dormitorio del enorme Uruk hai. Sus ronquidos retumbaban como tambores de guerra, pero Angost tenía la sensación de que su corazón latía aun más fuerte, le pareció imposible que Dratha no le escuchara. Dio un paso i se internó en la mullida capa de pieles que cubría el suelo. Osos, lobos y lo que a su entender tendría que se un huargo. Miró sin querer al pobre desgraciado que colgaba de los grilletes. Ahora, mas de cerca, pudo ver que le faltaban trozos de piel, los ojos y alguna que otra parte más. A pesar de ello su pecho subía con dificultad. Estaba tan quieto como él. Dio otro paso cuando el Aplasta Cráneos emitió un ruido diferente y se movió bruscamente. A Angost le dio la impresión de que su corazón se le paró. Se quedó inmóvil...
El Uruk se dio media vuelta y siguió durmiendo como un bebe. Angost se acercó al halcón blanco, era un ejemplar precioso, grácil, estilizado, nada que ver con su terrible dueño. Dejó con cuidado el otro ave en el suelo. Luego, con cuidado, puso el antebrazo debajo de las garras del halcón y subió lentamente hasta que el pájaro cambió el poste por el brazo. Se quedó allí, sin hacer nada. Angost no pensó nunca que fuera tan fácil. El animal ni si quiera se estremeció ni un ápice. Regresó paso a paso como una mariposa nocturna, sin un sonido. Regresó sin problemas.

Sin decir nada hicieron el cambio. Le quitaron el capuchón al pájaro. En ese momento el halcón pestañeó dos veces, como si despertara de su letargo pero en un abrir y cerrar de ojos Halaf le caló su faltriquera y el halcón volvió a su letargo.  La capucha voló hasta donde estaba el otro pájaro. Y como si no hubiesen estado allí nunca cerraron la puerta y se fueron por donde habían venido.
El corazón les latía con fuerza, la sonrisa era clara en el rostro de todos.

La espiga orca continuaba con Tyrok.

- Ya tenéis lo que buscabais?

- Si. - Fue la escueta respuesta. - Andando.

Llegaron a las alcantarillas pero en la mente de alguno se coló la idea de que había un cabo suelto. su nuevo amigo era un testigo claro de todo lo que había pasado, aunque no sabía que habían dado el cambiazo. Una cosa era evidente, los ladronzuelos llevaban un bulto que el espigado orco había visto con claridad.

Llegaron a las alcantarillas...

-Es hora de cerrar el trato y de que cumplas con tu palabra como yo he cumplido con la mía. - El Uruk estiró la mano en busca de la espada...

-se que en tu raza no hay bondad,orco. Desconozco si conoceis la palabra amistad, seguramente no. Pero espero que si algun dia llega un momento enel que debemos salir de una situacion jodida, y tu estas presente, recuerdes que Gracias a nosotros estas vivo... o mejor aun, ya que tucastigo era peor que la muerte.- muy serio, Angost giro la espada en su mano habilmente y se la tendio por el mango al orco. Al cogerla la mano de Angos se mantuvo firme y no la solto.- RECUERDALO- al fin solto la espada

Saliamos lo más deprisa posible, pero éso no me impidió intentar grabar en mi memoría ése camino. En un brazo llevaba al halcón. En el otro la daga fuera por si había cualquier peligro.
En cuanto llegamos a encrucijadas comencé a marcar las esquinas de la paredes con tres muescas. Eran tres lineas a media altura, pues con el halcón en un brazo no podía agacharme mucho.
Si quería volver, solo tendría que entrar por la misma alcantarilla y pasar por todos los pasillos con las tres muescas.