Bienvenidos a la 6ª Edad de los hombres
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 Preludio. Capitulo XI

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MensajeTema: Preludio. Capitulo XI   Preludio. Capitulo XI Icon_minitimeMiér Nov 09, 2016 4:33 pm

La nieve recibio al Ejercito Dorado y lo que aun quedaba de Ejercito Rojo a su llegada a Tharbad. Era un viaje demasiado pesado y en estas fechas, frio; por lo que Canahan Decimo, el Santo Padre habia viajado en el Luz De Dios. No era el barco mas rapido de Nueva Gondor, ni el mas grande, ni el mas preparado para la guerra(tampoco lo necesitaba, pues el habia venido a triunfar en tierra), pero si el mas comodo. Tan solo lo habian escoltado un par de buques de la armada Gondoriana, llenos de los mas importantes oficiales del ejercito dorado y rojo; tampoco necesitaban mas, bien era sabido que los orcos, si bien habian intentado algo en la otra batalla, por mar eran bastante negados.
El resto del ejercito, el gran grueso de este, habia llegado un par de dias antes a la ciudad por tierra.
El puerto estaba lleno de gente, esperando la llegada de su salvador y no defraudo. El Santo Padre fue recibido con los mas altos honores y vitores, dandose un baño de multitudes, mostrando su aspecto mas humano, ajeno para toda la multitud, excepto para 5 de ellos, que el Santo Padre al que todos alababan tenia un pacto con el DIos Demonio Abigor.

Para Tarsil estas ultimas semanas habian pasado rapidas y habia disfrutado de momentos para la eternidad con sus nuevos amigos, Valary y Gargel. Si bien su corazon era de la muchacha, habia tomado gran aprecio al muchacho, el cual solo se podia definir de una manera... buena persona. Habia ayudado a Tarsil en todo, incluso lejos de menospreciar a los demas, por su elevada posicion social, era un hombre justo y que ayudaba a la gente menos favorecida. Para Tarsil era una faena, pues se veia imposibilitado para traicionar a su nuevo amigo...y es que en estas ultimas semanas le habia tomado un gran aprecio. El Padre de Gargel lo habia acogido como uno mas de la familia y mucho mas , despues de la fatidica noche de las bestias.

Para Lothar tampoco habia ido mal la cosa y es que las visitas de Amapola se habian hecho bastante continuas en los ultimos tiempos y ademas habia dejado de cobrarle por "todo". Se entero que Redhack habia vuelto a aparecer pero aun no habian tenido tiempo de jugar aquella partida. Redhack siempre ponia alguna excusa para no coger las cartas. Segun se entero redhack habia estado desaparecido muchos años y habia aparecido recientemente en Tharbad buscando el perdon de su hija, que cuando llego, se entero el oficio que esta tenia. Aunque no le gusto, ya nada podia hacer, Amapola ya no era una niña y cuando lo fue, el no estuvo alli.Puede que en compensacion por su trabajo y aceptar dicho trabajo, Amapola no le nego el perdon y habian empezado a trabajar juntos para el gremio de jugadores, captando jugadores desconocidos para las altas esferas.

El grupo en si tampoco habia sido molestado muy a menudo con Dave, que se mantenia demasiado ocupado con las estrategias. La batalla ya era mas que evidente y 300000 orcos se acercaban inexorablemente a las murallas de Tharbad, donde se estamparian. La pregunta era atacarian a Tharbad creyendo en su superioridad numerica, y conocedores que el Santo Padre y su ejercito estaban alli? o seguirian su camino hacia Elendil esquivando el ultimo ejercito que podia hacerle frente? El Santo Padre era el cebo y con su cabeza Elendil no ofreceria resistencia alguna. Las cartas estaban sobre la mesa.

Angost estaba nervioso, sabia que la visita del Brujo estaba por llegar. En ella se expondria el plan de como acabar con el Santo Padre. Cada noche se acostaba esperando tener la nueva revelacion, pero parecia nunca llegar, aun asi el y todos intentaban vivir lo mejor que podian, esos ultimos dias, pues podian ser los ultimos y ahora que sabian donde irian con su muerte, no le gustaba nada. Tyrok estaba mas silencioso que nunca al igual que Halaf estaba enigmatico. El Rubio callaba y parecia meditar mucho intentando buscar la solucion a un posible problema que parecia no tenerla.
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MensajeTema: Re: Preludio. Capitulo XI   Preludio. Capitulo XI Icon_minitimeMiér Nov 09, 2016 9:03 pm


-Deberias haber aparecido en un sueño de Angost.
-Quien dice eso?- Pregunto el Brujo. Esa noche Halaf se habia ido a dormir temprano.
-Ahora es tu turno, Halaf.-El Rubio parecio no entender-Un dia te vi desvalido, autodestruyendote. Fue cuando nos conocimos. Un huargo casi te paso por encima, recuerdas? Te pregunte que te ocurria y escuche lo de tu mujer, tu amor. Me vi reflejado en ti.
Quiero ofrecerte algo. Algo muy valioso, a ti y a tus amigos. La liberación de vuestras almas y la recuperación del alma de Clarisse, para que estéis juntos en vida y juntos para la eternidad en muerte. –El Rubio abrió la boca. No creía que estaba escuchando.
-Pero en su dia dijiste que no podias…
-Hay una manera y dala por hecha. Solo haced bien el trabajo y esa será vuestra recompensa.Hasta donde estas dispuesto a a llegar por algo asi? Que estas dispuesto a hacer?- Halaf pensó la pregunta que acababa de recibir.
-No es una broma- Dijo Ankalagorn severamente- Tienes que estar dispuesto a hacer cualquier cosa por volver a estar con Clarisse y por liberar vuestras almas. Si te he elegido a ti es porque tenemos mucho en común y se que no fallaras. Se que haras cualquier cosa…cualquiera…o me equivoco?
-No te equivocas, mi lord- Respondio Halaf mirando hacia el suelo. Se encontraban en el ultimo escenario de paz que había creado Angost en su ultimo sueño con el siervo de Abigor.-Pero también me gustaría salvar el alma de Yasuo o del Manco…ellos eran parte del grupo.
-Lo siento, pero el trato ya esta hecho, no conocía a esa gente cuando lo hice.
-Si pudiera salvar el mundo… Al menos a todos mis amigos y los que fueron y ya no estan…
-Soñar es gratis pero tratar con demonios no- Dijo Ankalagorn con una mirada que helaría el propio infierno. –Todo el mundo tiene un ser querido o un tio o una madre… pero salvar a toda esa gente es imposible. El trato es el que es. Estas dispuesto?
Halaf pensó apenado toda la gente que no podría salvar, pero era la mejor oferta que podía soñar. Sus almas salvadas y por alguna razón, el alma de su Clarisse, había sido recordada por el Brujo a la hora de negociar… pero por que?
-Acepto… -Dijo el rubio- Por que haces esto? Es por ayudarme? Tenemos tantas preguntas que hacerte…
-Lo se, pero ni es por ayudarte ni puedo contestarlas. Lo siento. Son cosas que no están en vuestro camino y ese trato es como agradecimiento a vuestra ayuda.
-Entonces, si aceptas… id hacia adelante y no miréis atrás o nunca se cumplirá el trato- Dijo un sombrio Ankalagorn.- Todo lo que dejéis por el camino allí se quedara…y el precio será muy alto… una parada en el camino, una mirada atrás, un fracaso en  vuestro trabajo...y vuestras almas serán quemadas con Moloch y Clarisse devorada por el Deglutor.
Un escalofrio  recorrio la espina dorsal de Halaf, tan intensamente que amenazo con partirsele la espalda. El Brujo prosiguió:
-Cuando los orcos estén a las puertas de Tharbad recibiréis la visita de un enano llamado Rerverin, es un comandante de la Septima Legion. Haced caso a todo lo que os diga. El os explicara el plan para hacer vuestro trabajo.
-No nos lo diras tu?...pensaba que…
-Lo he meditado asi y será mejor para todos que asi sea.
-El margen de tiempo será muy estrecho …no se si…
-No penséis. Ya lo he hecho yo. Solo haced lo que os diga el Comandante Rerverin Puñoacerrado- Sentencio Ankalagorn.
-Queria comentarle que hemos conseguido uniformes de la Guardia Roja-Dijo inocentemente halaf.
-Como?!- Exclamo el Brujo, helando la sangre de Halaf- Eso es…magnifico! Sabia que no me equivocaba con vosotros! Con esos uniformes podréis acercaros al objetivo. Con la ayuda de Rerverin eso hace que la situación se ponga aun mas a nuestro favor. Si tuvierais el de algún oficial, seria aun mejor…
-Creo que tenemos de un suboficial…
-Bueno…no todo puede ser perfecto, pero creo que valdra…si pudierais convertirlo en el de un oficial con algún que otro detalle…pero puede ser arriesgado y que se note que no es autentico… -Dio pensando en voz alta Ankalagorn.
-Ya veremos si podemos mejorarlo, si no lo usaremos tal como esta.
-De acuerdo. Confio en vosotros. Para una prueba de la realidad de lo que ofrezco, creo que teneis unos anillos perpetuos en vuestros dedos, de un pacto pasado- Ankalagorn le sonrio irónicamente, guiñándole un ojo. Mañana, cuando despertéis , sentiréis como ese anillo se desprende de vuestros dedos.
Ahora… Partid…cumplid con vuestro destino…
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MensajeTema: Re: Preludio. Capitulo XI   Preludio. Capitulo XI Icon_minitimeVie Nov 11, 2016 4:51 pm

Rumores de Tharbad.
5 días tras la llegada del santo padre...

-los orcos, los orcos! - el mensaje de los ciudadanos era claro. El día que nunca parecía llegar por fin llegó.
-traen enormes catapultas-decian otros.
-las murallas aguantaran- tharbad nunca ha tenido unas murallas así.
-La boca del dragón los hará trizas. Caerán por cientos a cada zambombazo. Recuerdas las montañas que tenía tharbad delante? Ahora solo queda arena tras las pruebas realizadas por los enanos y han enseñado bien a 10 de los nuestros.
Yo conozco a uno. Es Barhom, mercenario, luchó en las guerras de oriente.
- toda la ciudad recibirá a los orcos desde las murallas, incluido el santo padre, para mostrar a esos engendros que no nos dan miedo, las murallas son tan anchas que cabemos todos. Les dará la bienvenida la boca del dragón, demostrarán a quien se enfrentan esas despreciables criaturas.
-No son tantos como decían. Los orcos no llegan a los 150000. Esta es su última esperanza para vencer... La tienen cruda... Elendil quedará intacto.
-Yo he visto a algún enano por la ciudad... Es falso eso de que se hayan ido todos.
- dicen que las malas lenguas que los enanos que ya no están se fueron a hablar con los orcos y han vendido unos planos de las murallas de tharbad.
-eso es falso... Enanos tratando con orcos... Y luego aprendiendo a nadar... Los Enanos no rompen un trato y lo tenían con tharbad.
-entonces explica esa manera de irse de la ciudad...
-yo conozco a un enano y es más seguro que si hacen algo así sea para vender unos planos falsos y se conffie el enemigo. Además repito... Yo hoy mismo vi 2 Enanos en la ciudad y uno era un oficial mayor.
-tenemos las mejores defensas q nunca tuvimos. Sólo los muros de Elendil son más altos, pero la naturaleza del ser humano siempre es pesimista.
-tienes razón amigo... Cual es tu nombre?
-Redhack.
-pues bebe conmigo Redhack!
En las calles más palabras vuelan a los oídos de los ciudadanos. Sabios, fanfarrónes, rufianes y mercenarios. El frío de la nieve no es capaz de encerrar en sus casas a la excitada gente de tharbad.
-según los grandes estadistas de la ciudad la victoria esta vez es segura.
-Ya tocaba. Siempre nos toca estar en inferioridad...
-Siempre? En cuantas batallas has estado?
-en más de las que puedas imaginar...
-maldito fanfarrón...
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MensajeTema: Re: Preludio. Capitulo XI   Preludio. Capitulo XI Icon_minitimeVie Nov 11, 2016 6:31 pm

-Es un grandisimo trabajo - el santo padre examinaba las murallas de la ciudad acompañado por los grandes oficiales de tharbad y sus hombres fuertes.
-los enanos no quisieron ni quedarse más tiempo del que tenían pactado, pero han hecho un trabajo increíble en tan poco tiempo - confirmo el arquitecto oficial de tharbad.
-aquí tampoco pintaban mucho - dijo su sanidad - si os han enseñado todo lo que os tenían que enseñar ya está su trabajo hecho... Capaces son de arrebatarme la gloria - pensó el santo.
-aquellas torres de allá pueden albergar unos 15000 arqueros en posición ventajosa. Su visión del campo de batalla es inmejorable y sus muros son a prueba de catapultas-continuo el arquitecto -
-según exploradores los orcos vienen sedimentos de sangre pero cansados por el largo viaje y las excasas provisiones. - Dijo Zenden, Mayordomo del santo padre.
-Hay 50 catapultas en esa parte del muro combinadas con 100 escorpiones. Serán letales para las primeras oleadas- dijo Herfoh, Maestro de armas de Tharbad.
-cuando lleguen al muro serán presa de la desesperación...
-los que queden aún en pie-sentencio Zenden.
-quiero estar en primera línea y que me vea el pueblo.
-es demasiado arriesgado su santísimo - dijo Zenden.
-no aceptaré un no. Tras estos muros y estas defensas es imposible sentirse más seguro. Con suerte llegará algunos de esos apestosos para ser ensartados por Darudain- el santo padre acarició su dorada y superornamentada espada larga. La Furia de los valars se levantará contra la lacra orca... Y la de Abigor - dijo pensando esto último.


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MensajeTema: Re: Preludio. Capitulo XI   Preludio. Capitulo XI Icon_minitimeSáb Nov 12, 2016 12:50 pm

Otro largo tiempo de espera hasta la llegada del Santo Padre. Todos tenían algo que hacer: putas, alcohol, música y juego. Esa no era la mejor manera de prepararse para lo que venía, nada menos que acometer el asesinato de la persona más importante e influyente de la Tierra Media y la nueva guerra contra los orcos. Todos estaban más pendientes de meter sus pollas en caliente y de borrar sus pensamientos con vino y cerveza. Ese tipo de vicios no iban para nada con La Serpiente, él tenía que estar siempre alerta. Sus amigos decían de Tyrok que era muy aburrido, en cambio, su felicidad se albergaba en observar todo cuanto podía, los comportamientos de cada uno, sus formas de expresarse, sus costumbres. Así era como conocía las rutinas de tanta gente sin que nadie lo conociese a él, simplemente observando cual sería su próxima presa.
Había algo que realmente lo inquietaba. Llevar a cabo la tarea del Santo Padre, antes o durante la guerra podría ser una nueva catástrofe que terminase con Tharbad de una forma definitiva. Si la personalidad más importante que había en esta guerra caía, la moral de todos los soldados y la ciudad se vendría abajo, por el contrario, la de aquellos apestosos seres se vería relanzada y harían por tirar los muros y las puertas a mordiscos si fuese necesario. Pero el Brujo seguro que había tenido aquello en cuenta, si alguien podía rivalizar con el Santo Padre en poder y conocimientos, aquel era Ankalagorn. Seguro que en su cabeza ya estaba todo dibujado. Matarlo durante la guerra para aparecer con su ejército y quitarle los honores de la victoria al Santo Padre, pero… tal vez sospecharían de él como asesino o instigador del asesinato, aunque la felicidad de la gente por aquella importantísima victoria haría olvidar a buen seguro toda sospecha. Lo que si tenía claro, es que no debían matarlo tras la supuesta victoria, o tal vez si… sería un momento de felicidad y celebración que podría llevarlos a cometer más de un descuido. Y si… lo que realmente planeaba el Santo Padre era alimentar tanto a aquel demonio de almas que le concediese un poder tan grande como para no temer a nadie, ni ejércitos ni los mayores guerreros o seres de este mundo.
El cerebro de Tyrok empezaba a sobrecalentarse después de tanto tiempo dedicándose casi exclusivamente a pensar.
Por otro lado, de nuevo parecía que se veían abocados a formar parte de una gran batalla, siempre habían hablado que su banda era un grupo de “élite” capaz de infiltrarse y salir sin ser vistos y cumplir cualquier misión que se les encargase, pero otra vez más iban a tener que enfrentarse al innumerable ejercito orco, otra vez más iban a tener que actuar como simples soldados. Pero no, esta vez no, esta vez tenían otro papel, su rol sería uno bien distinto, terminar con la vida del Santo Padre, amado por tantos y mentiroso como cualquier religioso que se precie.
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MensajeTema: Re: Preludio. Capitulo XI   Preludio. Capitulo XI Icon_minitimeSáb Nov 12, 2016 8:55 pm

2 semanas tras la llegada del santo padre...

Los orcos están a las puertas!
Era de noche y ya no había margen para más estrategias, pero los orcos no esperaban las gigantes antorchas a modo de focos que los enanos habían dispuesto en los altos muros. Al encenderlos casi se hizo el día. Con ello la ventaja de la oscuridad quedaba anulada. Tharbad sonrió orgullosa.
La banda del sastre estaba en la taberna cuando sucedió.
La gente nerviosa, corriendo en todas direcciones. Querían llegar al muro para mirar a la cara a la muerte y reírse de ella.
-que hacemos nosotros? - pregunto Tyrok - no sabemos nada de ese Revervin o como se llame...
-rápidos a la sastrería- dijo angost
-a la sastrería? - pregunto sorprendido Lothar.
-si el enano tiene q encontrarnos como lo hará si no estamos allí? Yendo de posada en posada? Vamos!

Tharbad esperaba sobre el muro. Sólo gatos perros y ratas quedaron vagabundos por sus calles... Además de 5 sastrecillos que buscaban su hogar esperando una llamada.
Sobre el muro imponente observaron los miles de orcos parados ante las puertas. Las miradas orgullosas de los de Tharbad en silencio solo era roto por los terribles tambores orcos y las voces en su abominable idioma de sus generales dando ordenes. El chirrido del mecanismo de las catapultas colocándose en posición de ataque fue lo siguiente que se escucho, mientras un orco con rostro inteligente se adelanto montando un enorme huargo, su mirada reflejaba mucha más calma de la que mostraba el resto de su ejercito, aun sorprendido por las luces de las grandes antorchas. Frank el orco mostró su mano con el corazón de la dama, pero no había ni rastro de Mandíbulas de hierro - pueblo de Tharbad. A vuestras puertas ha llegado la muerte! - su voz era inteligente, y tampoco tuvo que añadir más para que el resto de su ejercito vitoreara a su líder y gritara sedientos de sangre.
En el muro el santo padre sonrió.
En la sastrería todo estaba tranquilo, tan sólo la respiración agitada de la banda rompía el silencio, tras haber vuelto a esta de manera veloz.
-deberíamos estar con todo el mundo en los muros - dijo Lothar - tendríamos al santo padre a la vista. Y si el enano nos busca allí?
-entre miles de personas? - dijo Halaf.
- el brujo no te dijo dond...-pompom! La puerta sono retumbando como si fuera la última puerta del mismo infierno.
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MensajeTema: Re: Preludio. Capitulo XI   Preludio. Capitulo XI Icon_minitimeDom Nov 13, 2016 6:35 am

Dos semanas antes de la llegada del Santo Padre.

Tharbad

Una habitación en penumbra, en una de las muchas posadas de la ciudad. La mano paseaba por la cicatriz recién curada. Había quedado una bonita marca. La N había quedado casi como un tatuaje.
- Eres mío. – Le susurró al oído.

- < ojalá fuera tuyo> Lothar se miró el dedo con el anillo de bronce plano que le cubría toda la primera falange del dedo. Ese decía a quien pertenecía Lothar. Luego buscó sus labios para sacarse al demonio de la cabeza y por un buen rato lo consiguió, hasta que despuntó el sol.

- ¿por qué no te has ido de la ciudad?
- Aquí hay mucho negocio, además las murallas son fuertes.
- No sé si prefiero que largues o que te quedes.
- ¿Por qué dices eso?
- Empiezas a gustarme de más. Algún día me meterán preso por matar a alguno de tus clientes.
- No tienes por qué preocuparte. Ellos solo tienen a Amapola. Tú me tienes a mí, contigo soy Niah. tu tienes a la verdadera mujer que soy.

Lothar empezó a sentir algo nuevo, algo que pensó que no le afectaría en la vida, celos. Sabía que lo suyo con Niah tendría que acabar pronto. No podía vincularse, ni amar a nadie. Su oficio no se lo permitía. Tarde o temprano la usarían a ella para hacerle daño a él.
Ella le cogió la cara y le obligó a mirarla.
- ¿Dónde estás?
- Contigo.
- Pues no lo parece.
- ¿Ah sí? Ahora verás. – Lothar se zambulló de lleno en los brazos de Niah. Sintió su carne firme, probó su olor hasta embriagarse de nuevo. Ella le enseñó su carita de deseo con una sonrisa lasciva y él la hizo suya otra vez.

Elendil

Las calles abarrotadas despedían las huestes del Santo Padre. Un desfile con las tropas de élite marcharon sobre las calles de la ciudad al son del tambor y los clarines y trompetas.
En medio, una pequeña, diferente y clara formación destacaba sobre el resto. A pesar de que esta vez no irían al combate, el Santo Pare los hizo desfilar.
No eran muchos, ni tampoco todos y faltaba su comandante en jefe, pero destacaron sobre el resto como si no pasara nadie más. La voz del maestro de armas del templo resonó por encima de la muchedumbre, su himno de guerra se encargó del resto. Kang rugió la primera parte y sus hombres a coro respondieron.

- Solo quiero ser
- Mas rápido que ellos
- Echarlo todo a perder
- Un día tras otro
- Y un buen rato después
- Saber llegar a casa antes de que el sol
- me diga que es de día
- Por qué sé, que es un baile salvaje
- Combate a vida muerte

- VEO TODO EN BLANCO Y NEGRO

- BLANCO Y NEGRO , BLANCO Y NEGRO, BLANCO Y NEGRO…

Las calles de Elendil parecieron retumbar al corto de los indagadores.
El Santo Padre contemplaba junto con su mayordomo y el sumo maestro del templo de los indagadores y otros tantos subordinados el desfile.

- Bonito himno, Indagaor.
- Lo compuso Kang con ayuda de otro indagador. Creo que se ajusta bien como himno de guerra, aunque no establezca muy bien nuestras labores reales.

El Santo Padre mutó el gesto. Y se volvió hacia Ankalagorn
- Vosotros no iréis a la ciudad. Os he hecho desfilar y compartir algo de gloria por la magnífica defensa del puente de Tharbad. Pero en realidad no sois una unidad de combate. Os quedareis en la capital.
- Como deseéis. – Ankalagon hizo una leve inclinación de cabeza. Luego volvió su atención al desfile. Kang vestido con la armadura de gala de los indagadores habría la marcha. Corazas blancas y negras adornadas con capas blancas marchaban y rugían. Anka se permitió una levísima sonrisa en la comisura del labio mientras escuchaba el clamor.

BLANCO Y NEGRO, BLANCO Y NEGRO, BLANCO Y NEGRO….



Llegada del Santo Padre a Elendil.

Todos estaban en los muros, en las calles del puerto, en el mismo espigón con guirnaldas, flores o banderolas para agasajar al Santo Padre, bueno todos no.

Lothar iba de antro en antro buscando a Niah. No frecuantaba muchos, pero no estaba en ninguno. Quería apartarla de su mente, arrancarla de su corazón, pero cuanto más lo intentaba, mas se la incrustaba.

- Tengo que apartarla de mí. Esto me va a costar caro. Parece mentira que no aprendiera de Halaf.

Un borracho se acercó a él.
- Buscas a esa putita de tetas gordas. Por un trago te digo donde está. – Su aliento apestaba peor que sus palabras. Pero Lothar no se rascó el bolsillo. Simplemente le cogió por el cuello y apretó con gana.
- Hijo de perra dime donde está.
- Lothar – Dijo el desgraciado con un hilo de voz. Suelta..
- ¡Que me lo digas!
- Esta arriba con otro tipo.

El tahúr soltó al borracho y lo estampó contra una mesa. El dueño del local le miró severamente pero no dijo nada. Fue a subir pero notó una mano que le cogió por el brazo izquierdo.
- No vayas. – La voz era tajante y conocida. Lothar se volvió y aguantó el puñetazo que tenía preparado al verle la cara.

- Suelta Redhat.
- No amigo, si te suelto vas a acabar encerrado.
- ¡Que me sueltes joder!
Lothar se zafó con un mal gesto. Pero no subió.

- Lo mejor que puedes hacer es irte. Cuando ella baje le diré que la buscas.
- No le digas nada. – nada más decirlo se arrepintió.
- Tenéis una bonita historia, mi hija y tu. A pesar de que eres un putero y ella una… - Redhat se guardó la última palabra, a pesar de todo seguía siendo su padre y le dolía. Pero ambos tenían que aguantarse. Niah era libre y tan mujer como ellos hombres, una gata valiente que nadie podría domar. Solo acariciarla si ella se dejaba.
- Disfruta del momento con ella Lothar, lo que puedas. La guerra esta por llegar y quien sabe lo que nos deparará el destino.
Lothar se calló. El si que sabía lo que ocurriría. Pero después de la muerte y no le gustó lo que había reservado para el resto incluida ella.
El cabrón del brujo no se comunicaba con él. Había escogido a Angost y Halaf. Sabía que el tahúr tenía muchas cuantas pendientes con la gente que había matado o dejado atrás, el manco, Yasuo y las más de treinta mujeres que había asesinado. Si hubiera sabido entonces que cada ser que mataba lo condenaba al infierno hubiera pensado mucho más en desenvainar la espada.
Siniestra pareció dar un respingo. Ella sabía cuando Lothar pensaba en su espada. Notó su alegría cuando se acordó de las victimas. Siniestra era un asesina a la que le encantaba su trabajo. Si por ella fuera estaría sin parar de engrosar las filas de Moloch. Lothar no sabía si realmente le había modificado el carácter su espada. Dese que la encontró se notó mas pendenciero y dispuesto a derramar sangre. como pudo se alejó de Siniestra y regresó con Redhat.
- Me voy. El Santo Padre me espera.
- Jeje, si no le hagas esperar.
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Preludio. Capitulo XI
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